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Carta del Editor

Muera yo con los filisteos, dice Pedro Sánchez, o el tonto insensato

Tenemos en España, y en Melilla también, un gobierno de centro derecha que se declara liberal pero que practica más bien una política económica de izquierda, de burocracia inflada, de falta de libertad y eficacia, de aumento de impuestos, de retroceso, regresión y evidentes malos resultados, como los datos del Índice de Libertad Económica demuestran. Escribe Juan Manuel de Prada en el diario ABC (hace ya mucho tiempo que no escribe un libro) sobre lo que en psicología cognitiva se conoce como el "efecto Dunning-Kruger, que nos enseña que la personas peor dotadas suelen padecer un sentimiento de superioridad ilusorio que las hace creerse más inteligentes y preparadas que otras personas con mayores dotes" y el corolario es que, como las personas poco dotadas suelen creerse superiores, disfrazan su inconsciencia y la transforman en resolución y confianza en sí mismas, y así "engatusan a las masas, que las siguen hasta despeñarse por el barranco". Es el caso de Pedro Sánchez, resalta Prada, que añade que ya es surrealista que un hombre tan huero tenga tan elevado concepto de sí mismo, pero todavía es más surrealista que muchos afiliados socialistas crean que es "el mesías que puede devolverles las esencias perdidas.. una apoteosis del efecto Dunning-Kruger".

Gane o pierda las primarias, dice de Prada, Sánchez dejará su partido hecho una escombrera, como Sansón dejó el templo a cuyas columnas había sido encadenado: Muera yo con los filisteos, dijo Sansón, y ese es el lema, oculto pero más auténtico, de Pedro Sánchez, que es un yoísta pertinaz y que se encuadra en la peor de las cinco categorías de tontos, la de tonto insensato, el tonto que no se sabe tonto y encima quiere gobernar a otros. Coincido con el diagnóstico y, a diferencia de lo que es actualmente política oficial del PP, no veo posibilidades ni conveniencias reales de que el PSOE vuelva a ser una alternativa de gobierno en España, como no lo es en Francia el partido socialista francés, que ya recoge sólo un ridículo 6% de los votos de nuestro vecino del Norte. Bien al contrario, creo que su único camino, el del PSOE, como hiciera en su tiempo Alianza Popular, es el de desaparecer y refundar algo que sea verdaderamente un partido (no varios, como ahora), que sea socialdemócrata avanzado (no socialista/comunista decimonónico), que elimine la O de obrero (por razones obvias) y que sea verdaderamente español, no como ahora, y tras Rodríguez Zapatero ("España es un concepto discutido y discutible"), unas veces español y otras independentista catalán, o vasco, o canario o cualquier otra cosa, mezcla de todas o algunas de las anteriores cosas.

Otra cosa tiene que ser también la economía melillense. La presentación de SODEMEL a 31 empresarios de Melilla el día 27 del pasado mes de abril demostró, de nuevo, que la situación económica de Melilla es insostenible, que la burocracia en nuestra ciudad es enorme y, además, ingobernable (por las razones jurídicas, políticas, etc., que todos conocemos, muchos padecemos y como la experiencia nos demuestra, sin que quepa duda alguna sobre la ingobernabilidad. Luego, la inevitable conclusión es que hay que adelgazar la burocracia local y que eso se note, que los ciudadanos "vean" ese adelgazamiento, simultaneándolo con programas de incentivos a los empresarios locales (para ayudar a su crecimiento y modernización) de manera que se noten, que se vean esos cambios y sus resultados, también a corto plazo. El resultado político sería, así, positivo y el cambio , que la inmensa mayoría de los melillenses demanda y necesita, sería no una promesa, una más, sino una realidad, mediáticamente apoyable y justamente apoyada. En resumen, si no hay cambio, no hay futuro.

No sé si tiene un futuro mejor, igual o peor el jefe superior de Policía de Melilla, José Ángel González Jiménez, que ha sido trasladado, supongo y espero que ascendido o respondiendo a su deseo, a Zaragoza/Aragón. Le deseo que su futuro sea aún mejor que el presente y es de destacar que aquí, en Melilla, deja más buenos recuerdos que malos, porque su actitud ha sido positiva y moderna. Es una pena que haya dejado sin resolver un caso que daña mucho la imagen de eficacia de la Policía. Me refiero -y siento referirme a mí mismo- a la quema de mi coche en la puerta de mi casa, que fue precedida de otra acción criminal, una advertencia de tipo mafioso que denuncié a la Policía, quien montó un dispositivo de vigilancia que fue burlado con una maniobra de distracción del coche policial que vigilaba mi domicilio y que terminó con mi coche ardiendo y las llamas ascendiendo por los muros de mi casa. Primero, una advertencia mafiosa, del tipo ya sabes lo que te espera si no te callas. Segundo, una operación organizada para burlar a la Policía. Tercero, un atentado anunciado y consumado que, pasado ya tanto tiempo y a pesar de tener muchos datos sobre quienes perpetraron el atentado y, quizás, también sobre los que lo ordenaron, no ha sido resuelto y duerme el sueño de los injustos. Me ha dicho varias veces el jefe superior de Policía que para ellos todo eso es muy frustrante, y le creo. Pero para mí es desesperante que los autores del atentado, especialmente los que lo encargaron (más que los que lo ejecutaron) queden impunes y, quizás, incluso premiados.

Una justicia lenta es injusticia. Es un tópico, pero también es una verdad evidente y, desgraciadamente, aplicable a nuestro país, a España. Me llega la noticia los últimos datos del Índice de Libertad Económica, que publica la Fundación Heritage y que demuestra, año tras año, que una mayor libertad económica implica un superior nivel de ingresos per cápita, de atención médica, educación, protección del medio ambiente, reducción de la pobreza y, en resumen, mayor bienestar general. El Índice clasifica a los países en función de su libertad económica. Hong Kong, Singapur y Nueva Zelanda ocupan los tres primeros puestos, mientras que Venezuela, Cuba y Corea del Norte (la número 178) ocupan los tres últimos, algo muy significativo (populismo/comunismo=pobreza). La mala noticia para España es que ocupaba el puesto 43 en 2016 y ha bajado hasta el 69 este año, debido, según la Fundación Heritage, a un empeoramiento de la política fiscal, la deuda pública, el desempleo, los compromisos insostenibles con los pensionistas, las regulaciones laborales restrictivas y… el mal y lento funcionamiento de los tribunales de justicia. Tenemos en España, y en Melilla también, un gobierno de centro derecha que se declara liberal pero que practica más bien una política económica de izquierda, de burocracia inflada, de falta de libertad y eficacia, de aumento de impuestos, de retroceso, regresión y evidentes malos resultados, como los datos del Índice de Libertad Económica demuestran.

España, y Melilla también, tiene una gran capacidad de crecimiento y un enorme potencial de desarrollo, a pesar de todo. De hecho, la economía española está creciendo más que la del resto de los principales países europeos, lo cual es positivo pero no demasiado, porque partíamos muy desde atrás, después del duro trance del socialismo/comunismo/guerracivilismo zapaterista. Ilusiona pensar lo que se podría conseguir con más libertad, con menos intervencionismo público, menos memoria histórica guerracivilista y menos dogmatismo populista/comunista tipo Venezuela, Cuba y Corea del Norte, los países con menos libertad económica y mayor pobreza del mundo (excluyendo algunos países africanos de los que no se tiene ni tan siquiera datos). Aterra pensar qué puede ser y qué puede quedar de España si llega a gobernarnos uno de los muchos tontos insensatos que abundan entre nuestros actuales políticos.

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