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Melilla y el Armagedón bíblico

Tenemos muchos problemas en España y en Melilla. Recuerdo y me reafirmo en el acierto del título de mi libro: MELILLA, ESPAÑA, EN PELIGRO. Y alabo el acierto de nuestro Editorial del miércoles pasado, “El foco político, alejado de los problemas reales”, que añadía: “Nuestros gobernantes no se han enterado de que la cesta de la compra en Melilla es hoy casi un 20% más cara que hace un año. Es probable que, con sus generosos sueldos, de cerca de 5.000 euros mensuales el que menos, ni se hayan percatado de lo mucho que se ha encarecido el coste de la vida para los sufridores ciudadanos de a pie”. Muy probablemente tienen sus sentidos tan dedicados a no perder sus sueldos -como sea, hasta mayo, cobrando hasta que lleguen las elecciones locales- que la cesta de la compra de los ciudadanos les parece algo molesto de lo que no se debería de hablar en los medios de comunicación.
Empecé a escribir esta Carta el miércoles. El jueves, en Marbella, leí el Editorial de nuestro periódico, sobre el malestar que en Melilla ha causado la decisión de la ministra de Defensa, Margarita Robles, acerca de la Iª Bandera de la Legión y su comandante Franco. Han vuelto, los socialcomunistas separatistas, a molestar a muchos melillenses, al recordar ahora, cien años después del suceso, al comandante Francisco Franco, al que los autodenominados progres, -sin fundamento alguno eso del progreso- han resucitado. El que ahora quieren hacer desaparecer fue un comandante condecorado por el comandante general de entonces, nombrado por el Gobierno también de entonces, en el año 1923, en Dar Drius, que impuso al entonces comandante Franco la Medalla Militar por su actuación en la defensa de Melilla en 1921, ayudando poderosamente a que Melilla, en peligro de desaparición, se salvara. ¿Eso también tenemos que olvidarlo los melillenses, según esa siniestra Ley de Memoria Democrática, anti histórica, que durará lo que dure este Gobierno social comunista y separatista que ahora padecemos, no más?
Al borrar el nombre del comandante Franco, que fue el jefe de la Iª Bandera de la Legión, de la Bandera que nos salvó ¿se ha solucionado algún problema real de los melillenses? No, evidentemente. Más bien al contrario. Lo que ocurre es que con la siniestra Ley de Memoria Democrática lo que está haciendo este Gobierno autoritario y comunista es -como todos los gobiernos de ese tipo- intentar borrar la memoria, la historia, el pasado. ¿Es que Franco no existió, es que no fue el comandante del la lª Bandera del Tercio? Por supuesto que a Franco se le puede criticar, pero lo que no se puede lograr -aunque lo intenten, muy poco democráticamente- es hacerle desaparecer de la historia de España. De la de Melilla tampoco.
Para recordar y mantener vivo el pasado leo “La mirada quieta”, de Mario Vargas Llosa, un libro sobre Pérez Galdós. Destaca “Fortunata y Jacinta” como la mejor novela de D. Benito. “España no vive la revolución industrial que impulsaría a otros países europeos y se aletarga, hundida en una gigantesca burocracia”, escribió ya en el siglo XIX. “Probablemente Fortunata y Jacinta sea la novela que más artículos, tesinas y tesis ha producido en la historia de la literatura española, eso sí, sólo después del Quijote”. Así que me pongo a releer, ahora con cuidado, ese libro, para recordar lo que fuimos, que inevitablemente marca lo que somos y seremos, por mucho que nos pretendan imponer la Desmemoria Histórica, por mucho que nos quieran convencer, previa presión obligatoria, de que todo lo que no está prohibido es obligatorio … si el líder así lo decide y a él le interesa electoralmente.
España preocupa mucho, Melilla preocupa aún más. Ahora estamos en medio de un caos gubernamental local y político de dimensiones bíblicas, como bien escribió Francisco Robles esta semana recordando el Armagedón del Apocalipsis, un término que varias religiones y culturas emplean para referirse al fin del mundo mediante catástrofes. Ahora, dentro de esta continua dejadez, inoperancia, promesas incumplidas, impagos lamentables y destructivos y peleas internas sin fin y sin solución, toca -los que no están dados de baja, cobrando, en esta inmensa burocracia- ir a FITUR, al grito alegre de ¡Todos a FITUR, que es gratis! Como si en vez de en el Armagedón en el que nos hallamos estuviéramos en Jauja, ese inexistente lugar ideal donde todo surge de la nada. Melilla está muy, muy lejos de ser Jauja, pudiendo serlo. Es una tremenda, evidente y lamentable desgracia.

Elecciones de mayo en Melilla
Solo hay unanimidad en que lo del tripartito no se puede, al menos no se debe, repetir. O sea, el cambio es imprescindible, es un clamor popular, del pueblo melillense. Pero un cambio no es, evidentemente, más de lo mismo, tanto (especialmente) si lo mismo es lo actual, como si es lo de hace años. Esto es lo que la razón nos dice, pero se vota más por emoción que por razón. Así que ya iremos viendo. Conviene, sobre todo, prestar atención a las promesas no cumplidas y tenerlo muy en cuenta a la hora de votar.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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