Las dobles filas, los excesos de velocidad, los estacionamientos indebidos y otras muchas infracciones que vemos ya como algo corriente en las calles de Melilla nos afectan a todos porque exponen al riesgo a una generalidad por comportamientos egoístas al volante. Eso hay que corregirlo con medidas en los puntos negros, sí, pero también con más sanciones que lleven a una mayor concienciación y una ciudad con más seguridad vial, algo que a Melilla le hace mucha falta Aunque las estadísticas de siniestralidad vial cerraron el año pasado con descensos, de un tiempo a esta parte da la sensación de que hubiera sido todo lo contrario por la concentración de accidentes muy aparatosos que se han dado en nuestra ciudad. La semana pasada, sin ir más lejos, hubo uno en el Barrio de la Victoria en el que un vehículo colisionó contra una palmera y un todoterreno estacionado. Se saldó con tres heridos leves, pero vistas las imágenes de los daños materiales, con los dos vehículos totalmente destrozados, parece un milagro que las consecuencias personales no fueran mayores. Pocos días después, el sábado por la noche, se produjo otro accidente con vuelco en el Real, un barrio donde la velocidad máxima es de 30 kilómetros por hora. También terminó con heridos leves, a pesar de la espectacularidad del siniestro, en el que tuvieron que intervenir los Bomberos. La suerte, si se puede decir así, es que el accidente fue de noche, lo que evitó una fatalidad teniendo en cuenta que justo en esa esquina hay una parada de la COA y que suele haber casi siempre personas esperando para coger el autobús.
El grupo Ciudadanos protestaba el pasado miércoles porque de los nueve pasos de peatones elevados que la Consejería de Fomento prometió construir hace tres años, sólo se ha ejecutado uno a mitad de la bajada de la calle Jiménez e Iglesias. El resto quedaron en el olvido. No será por falta de quejas y protestas de quienes sufren a diario este problema, ya que precisamente la Asociación de Vecinos del Real es una de las más activas a la hora de pedir mejoras para aquel barrio, y la siniestralidad vial es uno de sus problemas endémicos por mucho que se haya convertido en una zona 30, a excepción del bulevar de calle La Legión, donde la velocidad máxima es de 20 km/h. Muy pocos son los vehículos que respetan esos límites. Es fácil observar a conductores duplicándolos, incluso. Eso supone multiplicar el riesgo en los innumerables cruces del barrio, y sobreexponer al riesgo a los peatones, que no se sienten seguros en un bulevar construido, supuestamente, para que pudieran recuperar espacio en la calle. Ese fue el argumento para la millonaria inversión, que a menudo da la impresión de que ha caído en saco roto porque la ausencia de una campaña de concienciación ha provocado que no se utilice correctamente.
Para lograr esa concienciación, es necesario también tirar de multas. Es lamentable decirlo, pero sólo con mano dura se pueden corregir malas conductas cada vez más generalizadas, que han ido a más también por el aumento de la población y el mayor número de ciudadanos que pasan la frontera. Las dobles filas, los excesos de velocidad, los estacionamientos indebidos y otras muchas infracciones que vemos ya como algo corriente en las calles de Melilla nos afectan a todos porque exponen al riesgo a una generalidad por comportamientos egoístas al volante. Eso hay que corregirlo con medidas en los puntos negros, sí, pero también con más sanciones que lleven a una mayor concienciación y una ciudad con más seguridad vial, algo que a Melilla le hace mucha falta.
