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Atril Ciudadano

Lo que no se contará de monseñor Amigo

El pasado viernes el arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, ofreció en el Salón Dorado del Palacio de la Asamblea una conferencia con motivo del 350 aniversario de la primera salida procesional documentada de la Real Cofradía y Hermandad Franciscana de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores, que habrán recogido sobradamente los medios de la ciudad.

Yo me propongo reproducir las anécdotas más provechosas de su discurso, los comentarios fuera de guión que enriquecen tanto o más que los argumentos preparados, independientemente de la confesión religiosa que profese el lector o la vinculación cofrade que posea.

Habló monseñor Amigo de la familia como transmisora de la fe (aunque no solo de la fe), y denunció con vehemencia una realidad cada vez más extendida a nuestro alrededor: la existencia de hijos “huérfanos” con padres vivos, que demasiado tienen con tratar de salir a flote ellos mismos, que no pueden ocuparse de aquellos a los que trajeron al mundo, a los cuales se les condena a una vida itinerante entre tíos y abuelos, cuando no de un centro de acogida a otro para terminar finalmente en la calle. Pero también existe la situación contraria: padres cuyos hijos están “muertos” en vida, encadenados a su cuarto o al escalón de la puerta de su casa, a los que han matado el paro, la droga, la falta de expectativas…
Más adelante, el arzobispo instó a los presentes a que no buscáramos nunca el aplauso fácil. Relató una divertida anécdota, en la que una cofradía presentaba a bombo y platillo el nuevo pañuelo bordado de la Virgen (que llevaría entre las manos en su salida procesional) mediante exposiciones, conferencias, conciertos y demás actos, celebrados todos ellos con gran repercusiónmediática en la ciudad. Pero a su vez, esta cofradía (a la que el lector estará ahora mismo dirigiendo su dedo acusador de forma burlona) lleva a cabo de modo ejemplar decenas de proyectos de caridad, en su barrio y en el resto de la ciudad, de los que nunca presume ni informa. Nunca ha publicitado este servicio al pobre. Concluía nuestro conferenciante: “Podemos presumir de un pañuelo, pero de los pobres no se presume, a los pobres se les sirve”.

Casi al final de la conferencia, monseñor Amigo pidió a las cofradías que tuvieran las puertas abiertas, tanto para el que quisiera entrar como para salir al mundo, sin miedo, a dialogar con todos. Y para ilustrar esta idea, aprovechando que el viernes pasado se celebró el segundo aniversario de la elección del Papa Francisco, nos contó que, poco después de que se produjera esa fumata blanca, habló por teléfono con una destacada personalidad de Tánger (monseñor Amigo fue arzobispo de Tánger durante casi diez años y aún conserva algunos amigos de esa etapa), que lo felicitó exclamando: “¡Pero menudo Papa tenemos!”, a lo que él respondió en tono guasón: “Pero si tú eres musulmán, y además un buen musulmán, no puedes decir que es tuyo sino nuestro, de los cristianos católicos”. Pero el tangerino no se dio por vencido, y pronunció una hermosa sentencia, cargada de sabiduría y verdad: “Te equivocas, un hombre bueno nos pertenece a todos”.

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