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Carta del Editor

Lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible

Melilla no siempre ha estado como está ahora. El 13 de este mes publicamos un artículo de nuestro siempre activo colaborador Farid Mohamed, con unas fotos entrañables de lo que nuestra ciudad fue, encuadradas en un título muy adecuado: “Melilla, cuando era conocida como la América chica, la tierra de las oportunidades”.

Farid se centra en un aspecto de la Melilla de entonces, la potente flota pesquera que existió aquí hasta los años 80 y de la cual hoy no existe nada, casi ni rastro, excepto la nostalgia del pasado, el nombre popular del que fuera barrio pesquero, Corea, la reproducción cerca de la entrada del Puerto, en la conocida como Plaza de los Pescadores, de un antiguo barco pesquero con una placas recordatorias de los aproximadamente 170 barcos que compusieron la flota pesquera que faenaba en aguas del Mediterráneo y, en un tono menor, la procesión marítima de la Virgen del Carmen.
A semejanza de lo que está haciendo ahora Marruecos con sus fronteras terrestres con Melilla, en 1973 Marruecos amplió unilateralmente sus aguas territoriales hasta las 70 millas. Además, la potente flota conservera local resultó negativamente afectada por la entrada de España en la Comunidad Europea, en 1985, y desapareció. Desde ese año 1973 se fueron multiplicando y agravando los incidentes con las patrullas marroquíes. El más grave se produjo el 2 de abril de 1975, cuando el pesquero Alborán fue ametrallado por una patrullera marroquí en las cercanías del puerto de Melilla. Hubo otros incidentes, con rehenes españoles y marroquíes e incluso amenazas de este país de asesinar a los rehenes españoles si no se le devolvían sus barcos militares apresados en aguas melillenses. En fin, el triste resultado que ahora se contempla es muy parecido al del famoso canto a las ruinas de Itálica que escribió Rodrigo Caro: “Estos, Fabio, ¡ay dolor! que ves ahora/ campos de soledad, mustio collado/ fueron un tiempo Itálica famosa”.

De la América chica, tierra de oportunidades, que Melilla llegó a ser, a una suicida dependencia de Marruecos como cliente en la que hemos terminado y que va camino de terminar con nosotros, han pasado aproximadamente 40 años. Poco tiempo para tanta destrucción. ¿Cómo se ha podido llegar a esta situación?
La bonanza, como el elogio, debilita. La falta de innovación también debilita, pues la innovación requiere creatividad y esta necesita la libertad, algo que es muy difícil lograr bajo el nepotismo, el Leviatán despótico, que está más interesado en cobrar impuestos elevados, monopolizar los recursos para sí mismo y ampliar las asfixiantes limitaciones impuestas por las normas, que en proteger las inversiones de la gente.
“La libertad política debe acompañar al progreso material. La libertad y el progreso caminan de la mano”, dijo el asesinado presidente Kennedy en 1961 con motivo del lanzamiento de la Alianza para el Progreso de América. Lev Davidovich Bronstein, más conocido por su nombre de guerra, Trotski, cuando ya estaba en el destierro dijo: “En un país donde el único patrón es el Estado, la oposición equivale a una muerte lenta por inacción. El viejo refrán de que el que no trabaja no come ha sido sustituido por otro: el que no obedece, no come”. El que no aplaude, tampoco come ni trabaja, podíamos añadir, para acomodarnos a las presentes circunstancias, con tantos aplaudidores al jefe que, como en China, no quieren parar de aplaudir.

Quiero decir, resumiendo, que algo ha ido fallando en nuestra melillense estructura política para que hayamos terminado tan apartados de la realidad, tan incapaces de cambiar y de adecuarnos a un entorno tan evidente e inevitablemente cambiante. Una Melilla donde casi todo es público o depende de lo público, donde el que no obedece se arriesga a no comer y a que no coman su familia y sus amigos, es una Melilla inmovilista, incapaz de sobrevivir en esas circunstancias y entorno cambiantes.

El pasado pasado está y es inamovible. El presente político es un desastre sin paliativos y con evidente imposibilidad de cambiar si no hay cambio de Gobierno, porque lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible, como dijo Talleyrand y repitió el torero del ingenio, Rafael Guerra, “Guerrita”, para muchos el mejor lidiador del siglo XIX. De donde no hay, nada se puede sacar. Quien no sabe, aunque suponiendo que quiera, no puede.

Posdata
Siguen pasando los días y la pregunta de Cicerón a Catilina sigue vigente, así que es necesario repetir dicha pregunta, adaptándola a Melilla: ¿Hasta cuándo, Gloria Rojas, vas a seguir abusando de la paciencia de los melillenses? ¿Hasta que, como declara Imbroda, el PP retire su oferta de colaboración y algunos de su partido se queden muy contentos tal y como están? ¿Hasta que tu partido y tu misma os hayáis convertido en una insignificancia política local?

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