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Columna Histórica

Leret, el defensor del Atalayón

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El 17 de julio en El Atalayón
El comandante de Aviación Virgilio Leret estaba al tanto de lo que se traían entre manos los militares conspiradores. La Legión estaba en Tauima y Los Regulares en Nador. Desde su privilegiada posición en el Atalayón podía observar los movimientos de unos y de otros. Por ese motivo le comunica, como militar leal, al Comandante General de Melilla Manuel Romerales Quintero, lo que se está preparando en contra de La República. Como respuesta solo recibirá una comunicación de arresto por saltarse el conducto reglamentario. Su movimiento fue probablemente detectado por los conspiradores, por eso, en sus planes de la sublevación, incluyeron la Base de Hidroaviones como uno de las objetivos a reducir y asaltar. Las fuentes escritas franquistas aportan una clara información al respecto. El Teniente coronel Emperador debía ocupar el aeródromo de Tauima, y el capitán Corbalán la Base de Hidros del Atalayón.

Cuando en la tarde del 17 de julio de 1936 las fuerzas de Regulares salen de su acuartelamiento de Nador, el comandante Leret ya tiene dispuesta la defensa de su base, que resulta simbólica, porque las fuerzas desplegadas para su conquista son enormemente superiores. El ataque se inicia a las 17h 45´y concluye a las 18h 30.
¿Les aplicaron la legislación de guerra, fue detenido y ejecutado en la mañana del 18 de julio?. Es de suponer que sí, entre otras cosas porque no existe hasta la fecha, su expediente de consejo de guerra sumarísimo. Testimonios posteriores de soldados de La Base, confirman que fue fusilado junto con su dos alféreces Luis Calvo y Pedro del Pozo.

Virgilio Leret es el primer militar en defender con las armas a La República. En ese mismo momento, sin saberlo, el general Manuel Romerales, y los comandantes Edmundo Seco, Pablo Ferrer Madariaga y José Rotger Canals, estaban siendo detenidos en el despacho de mando de la Comandancia General de Melilla. Virgilio Leret, para su desgracia, abrirá otra lista, la de los represaliados, en la madrugada del 18 de julio de 1936. ¿Quién fue el responsable de esa ejecución sin legalidad alguna?. Es de suponer que todo le estaba siendo comunicado al coronel Solans Lavedán, ya al frente de la Comandancia melillense, por lo que la autorización de la ejecución solo pudo venir de su mano. Esto es historia y algún día será contada como merece, cuando intentos revisionistas como el del periodista Miguel Platón pasen al completo olvido.

El motor de reacción continua de Leret
Virgilio Leret estaba entregado a su profesión, a su familia y también a la investigación, como ingeniero mecánico electricista. Estos estudios los llevará a cabo entre 1924 y 1929. Como proyecto personal diseña y patenta el mototurbocompresor de reacción continua, que finaliza en octubre de 1929 y del que consigue la patente en 1935. De haber podido proseguir su vida con normalidad, probablemente su motor se habría convertido en una realidad en el Ejército del Aire de España. La sublevación del Ejército de África en 1936 lo cambiará todo. El proyecto quedará guardado en una maleta, junto con sus efectos personales y que encontrará su esposa, la escritora Carlota O´Neill en 1940, tras salir de la prisión melillense de Victoria Grande. Todo esto lo explica en la novela titulada “Los muertos también hablan”, que es una continuación de “Una mujer en la guerra de España”.

La viuda del comandante Leret, depositará los planos en la Embajada Británica de Madrid, para que Fuerzas Aliadas en la II Guerra Mundial, pudieran hacerse con una información que les pudiera ser útil. La realidad era que los únicos que estaban intentando desarrollar motores a reacción eran los nazis. Los motores del inglés Whittle y del alemán von Ohain, fueron coetáneos con el de Leret. La Alemania nazi supo ver claramente la potencialidad de un motor así y de hecho, el primer vuelo a reacción se llevó a cabo con el III Reich, en agosto de 1939.

Carlota Leret O´Neill
El militar, el ingeniero, el inventor Leret, son ya parte de la historia, de una historia cada vez más conocida, por la labor incansable que desde el año 2000 está llevando a cabo su hija Carlota, que ha removido cielo y tierra desde entonces. Ha conseguido que el Ejército del Aire español reconozca la figura de su padre, cuya llama mantuvo siempre encendida su esposa Carlota O´Neill en sus conocidos libros sobre el inicio de La Guerra Civil en Melilla. Los duros años de cárcel no la doblegaron, al igual que nada detiene a su hija, de igual nombre, en la ardua labor de levantar la memoria de su padre. El franquismo no solo condenó a muerte a Leret, como a tantos otros, sino que además intentó sepultar para siempre cualquier rastro de su memoria. Carlota Leret ha viajado en innumerables ocasiones a nuestra ciudad, en donde presentó una reedición de Una mujer en la Guerra de España. También se ha publicado una biografía sobre su padre, una novela inspirada en sus progenitores e incluso una edición sobre la obra literaria de Carlota O´Neill. En 2002 la revista Aeroplano dedicó, en su número 20, un extenso artículo acerca de la biografía de Leret, con especial atención a su mototurbocompresor.

También ha participado en la edición de un documental de Euskal Telebista sobre el comandante Leret, titulado El Caballero de Azul. Su último logro, es una exposición permanente en el Museo del Aire, con una maqueta del motor que inventara y patentara su padre. Todo esto coloca ya a Virgilio en una altura, en la que sin duda merecía estar desde hace mucho tiempo, pero todo esto es solo el empeño de su hija, porque la realidad oficial sigue siendo cicatera con un militar de carrera brillante y sin tacha, lo que no pueden decir muchos de los que triunfaron con la sublevación, y pese a lo cual, están ahítos de honores y reconocimientos, la mayor parte inmerecidos.

La última cuestión
¿Dónde está enterrado Virgilio, dónde están sus restos mortales?. He estado varias veces con Carlota Leret en el cementerio de Melilla, en el osario militar en el que dicen que enterraron sus restos: “para que no fuesen encontrados jamás”, como se anotó en el oficio que ordenaba su entierro en la fosa común. Todo esto que Carlota ha conseguido, no sería comparable a la posibilidad de poder localizar e identificar sus restos.

Lo escribo porque he visto a su hija pasar la mano por encima de la losa del osario y por encima del tubo de ventilación que existía hace unos años al lado del mismo. No hay nada nada que desee más, que poder dar a su padre un lugar en el que reposar con su propio nombre.

Buscar sus restos, abrir ese osario, debería ser un objetivo del Ministerio de Defensa en Melilla y quizá con ello se podría dar nombre a otros muchos, que siguen allí sepultados en el absoluto anonimato y olvido. Es una situación absolutamente vergonzosa. Los homenajes del 21 de julio y del 2 de noviembre, de nada valen, sino se abre esa fosa, se intenta identificar los restos y se iguala a todos en la memoria, con una placa sobre ese osario sin nombre.

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