Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

El rincón de Aranda

Las reglas de un partido de fútbol callejero de los años 40 y 50

melillahoy.cibeles.net fotos 1645 Juan Aranda web

Ayer un buen amigo de Barcelona me pidió, por favor, que si le podía enviar un artículo que este periódico, ya me publicó el 6.07.2014. Yo no tuve inconveniente en enviárselo, pero creí más acertado que también fuera publicado nuevamente, para que algunos recordaran esas vivencias de nuestra niñez. Así que a continuación lo tienen, corregido y un pelín aumentado.

Entonces decía que algunos vecinos de Ataque Seco, si habían cumplido más de medio siglo, o quizás los sesenta, recordarían los memorables partidos de fútbol que se jugaban en el Frontón del Parque Lobera, o cerca de los eucaliptos del Cementerio. Mi primo Juan, el de mi tía Virginia, acababa de enviarme un correo conteniendo: “Las 20 Reglas del fútbol callejero de los años 40 y 50 del siglo pasado”; y a continuación me decía si aquéllo me recordaba algo. Pues ya ves si me acuerdo, le decía, que lo voy a enviar al periódico, por si algunos amigos y coetáneos de nuestro barrio también lo recuerdan, e igualmente se identifican, como espero que lo haga Antonio Salido, colega de la Posta, colaborador-juntaletras de éste diario, y gran “futbolero” del Monte María Cristina. Las reglas eran: 1º El gordo, o el tontorrón, siempre debe ser el portero. 2º El partido acaba cuando todos están cansados, y sudorosos. 3º Aunque el partido vaya 10-0, al final se decide por “el que meta, gana”. 4º No hay árbitro…., ¿para qué?, si no hace falta. 5º Sólo se pita falta si es muy clara, o alguien sale llorando con las rodillas “solladas”, y llenas de “matauras”. 6º No existe el fuera de juego. 7º Si el dueño del balón se cabrea, porque no pilla, ni recibe pases, el tío mierda trinca su pelota, y se acabó el partido. 8º Los dos mejores no pueden estar en el mismo equipo y son los que eligen quién juega en el suyo. 9º Si eres el último en ser elegido, es una gran humillación, porque te creen un torpón. 10º En las faltas directas la barrera siempre estará bastante cerca del balón, y cuidando de que no te peguen en la zona de la bragueta, o en la cara, ya que algunos les importaba una mierda chutar a boleo. 11º Se detiene el partido cuando pasa una persona mayor, abuelita, abuelito o una madre con carrito de niño chico. 12º Son enemigos para siempre los jugadores del barrio más cercano. Los nuestros eran los del Monte María Cristina y Horcas Coloradas. 13º Los chiquitillos o los que no tienen ni idea de jugar se quedan de suplentes, o como mucho, de defensas. Aunque algunos apenas recibían un empujoón se largaban protestando, o llorando. 14º Si llegan los mayores para jugar hay que abandonar el campo, no sin antes protestar, y de recibir algún que otro empujón, por parte de ellos, -la verdad es que eran unos cabrones egoístas-. 15 Siempre hay un vecino, con muy mala leche, que no te deja jugar, y además te amenaza con quitarte la pelota: “Como coja la pelota, ¡la rajo!”, decía. 16º Si se apuesta algo, hay que ponerse muy serio… es como jugar una final. 17º Las porterías son dos piedras muy grandes, y encima de ellas dos prendas de vestir, pero siempre habrá un equipo que tenga la portería mas pequeña, porque el portero, el muy guarro, disimuladamente arrima las dos piedras que hacen de postes. 18º Cuando un equipo mete gol pasando el balón por encima del portero, todos los del equipo contrario gritan: “¡Alta, alta!”, porque a veces solía dar resultado para que el gol no valiera. 19º La “ley de la botella, el que la tira va a por ella”. O sea si uno de los jugadores chutaba y “embarcaba” la pelota en una azotea, o la lanzaba lejos del campo, tenía que ir a por ella, y si no lo hacía, ya no jugaba. 20º Si hay penalti, después de gritos y empellones, quitan al gordo torpón y ponen al más bueno; que muy bien podía ser un delantero, un defensa, o cualquier compañero que no estaba alineado, por haber llegado tarde. A veces, si jugábamos en el Frontón, y la pelota era lanzada por el lado del antiguo Cuartel de la Disciplinaria, ya podíamos despedirnos, porque el drama causado al dueño del balón, al escuchar a Juaneles, autor del disparo: “Yo no he sido, ¡eh!, ha sido el gilipollas de Manolito”; cuando el pobre Manolito, no había tocado la pelota en toda la tarde. El caso era que el dueño, con el corazón en un puño, perdía su pelota y más solo que la una se iba llorando, acompañado de sus correspondientes hipos, a su casa. Los demás, si era jueves, a “vacilar” en la plazoleta, o en el templete, a escondidas de las monjas, con las niñas de la Divina Infantita. A veces el bueno de Garrido, el guardaparque, con su sempiterno picadura en la boca, era el que reclamaba la pelota a los soldados de la Disciplinaria, y aquí paz y allí gloria; pero con el aviso de que no volviera a ocurrir, cosa que pasaba al día siguiente.

Querido amigo: espero que tu niñez haya aflorado con la lectura de estos recuerdos.

Un fuerte abrazo.

Loading

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€