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La rebelión de las masas en los países totalitarios

Voy leyendo y voy tomando notas. Esto que expongo a continuación son algunas de esas notas tomadas estos días, por orden de antigüedad.

Disertando sobre el cambio, me recuerdan que el 27 de diciembre de 1831 Charles Darwin inició un viaje exploratorio a través del mundo, financiado por la Corona británica, que duró 5 años, en un pequeño bergantín llamado Beagle. Al regreso escribió “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”. Después, con su famosísimo “El origen de las especies”, en 1859, nacieron las teorías evolucionistas, que cambiaron el mundo. Todo cambió… y todo sigue cambiando, nos guste (como es mi caso) o no.

“Alancear muertos ha sido siempre el deporte favorito de ignorantes y pusilánimes”, escribió José María Carrascal el domingo en ABC, refiriéndose especialmente a Pedro Sánchez y su repugnante aseveración de que va a pasar a la historia por haber desenterrado a Franco, que llevaba más de cuarentena años muerto y al que Sánchez ha revivido.

Para que las pésimas cifras del paro en España no sigan aumentando, el Gobierno sanchista, cada vez más sanchista y menos socialista, aumenta el número de empleados públicos. Más empleados públicos hoy es igual a más parados mañana. Más burocracia es más papeleo y menor eficacia en la gestión pública. Aunque pueda parecer imposible hacerlo peor, sí es posible hacerlo. Para muestra: Melilla.

“Los últimos Gobiernos españoles, a menudo faltos de mínimos conocimientos técnicos en áreas primordiales, ya tenían enormes problemas para desarrollar planes y explicar sus acciones, por una pura cuestión de capacidad y liderazgo. Pero el problema de credibilidad se agrava cuando muchos españoles dudan también de la buena voluntad de su Gobierno”, es un pasaje del libro “El dilema de España”, de Luis Garicano. Para conseguir una gestión pública eficaz es necesario querer y saber. Saber, saben poco los miembros del Gobierno, pero que tampoco tengan la voluntad de hacerlo bien, algo cada vez más evidente, es todavía más inadmisible.

“La posesión en el fútbol es el equivalente al socialismo en política: suena muy bien, pero luego es un fraude que no sirve para nada” (Jano García, el miércoles, en Twitter). Para ejemplo reciente: el fútbol de Luis Enrique, que es casi tan chulo y tan fraudulento como Pedro Sánchez. Afortunadamente, ese catastrófico seleccionador ya es historia, mala historia del deporte rey.

Día de la Constitución. “Sin consenso de lo que es el consenso. En el 78 fue posible la Constitución por ese famoso consenso que lo que debía significar es que todo el mundo estaba de acuerdo en que ni creían en él” (Emilia Landaluce, El Mundo, 7/12). La celebración del Día de la Constitución en nuestra ciudad fue una muestra más de la certeza de lo que Landaluce escribe: solo hay consenso en que no hay consenso. Lo único original: la idea de Eduardo de Castro de erigir una gran bandera española en el Dique Sur de la Hípica, a la puerta de entrada del Puerto marroquí.

Sn embargo, sí hay consenso en que la celebración, en el cuartel de La Legión, del Día de la Patrona de España y de nuestra Infantería, la Inmaculada, fue un completo éxito. Es un orgullo, como español, comprobar cómo está entrenado nuestro Ejército. En el Tercio, como siempre, la organización fue espectacular y para mí llena de recuerdos familiares. Los militares que desfilaron, muy bien, también como siempre. Y, desde mi particular punto de vista, un agradecido aplauso a Karim, al “Lagarto”, a todo el entrañable equipo de personas que prepararon el multitudinario ágape final del gran acto. Con todos ellos, grandes trabajadores, tengo una comunicación muy especial, tan grande como el cariño que les profeso.

Leo sobre una novedad muy importante: la rebelión de las masas en los países totalitarios, como dice, otra vez JM Carrascal, en esta ocasión en el ABC del viernes. “El hecho más importante en la vida pública europea actual (1927-1937) es el advenimiento de las masas al pleno poderío social, o la rebelión de las masas”, según escribió entonces Ortega y Gasset. Lo que hace Carrascal -el de la múltiples y atrevidas corbatas en televisión, años ha- es actualizar, casi cien años después lo que Ortega escribió y ampliar esa rebelión de las masas a “los países totalitarios”. La gran novedad, quizá preludio de una nueva era, es que las masas se manifiestan, se rebelan, contra el poder, sin ser masacradas, en capitales como Pekín, Moscú, Teherán o Damasco.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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