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La mascarada de las mascarillas

Por Francisco Robles

El liderazgo social tiene entre sus principales determinantes –amén del rigor, profesionalidad y trasparencia-, la confianza que genera el aspirante al mismo en la sociedad, y lamentablemente el tema del uso de la mascarilla –al igual que otros durante la pandemia-, debido a la desconfianza que generó este gobierno con sus decisiones titubeantes o francamente contradictorias, cuestiona seriamente el liderazgo del gobierno de Pedro Sánchez, y con ello el seguimiento social de las medidas propuestas.

Si los anuncios hechos desde diversas y diferentes fuentes se cumplen, mañana será efectiva la retirada del uso obligatorio de las mascarillas en los medios de transporte públicos, no así en los centros sanitarios, farmacias y residencias; el afamado Fernando Simón –que continúa siendo Director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad-, dio la primicia el pasado día 25, ante lo que Moncloa –incluso adelantándose al preceptivo acuerdo del Consejo de Ministros-, al día siguiente tuvo que emitir una nota de prensa confirmándola.

Lo cierto es que llueve sobre mojado en este tema, porque algo así ya ocurrió en julio de 2021, entonces la “caída de la mascarilla” fue anunciada por Pedro Sánchez .. ¡diez días antes de que fuera oficial!; ello supuso que la población adelantara la medida, con una clara diferencia respecto a la situación actual: los datos de la epidemia entonces eran más graves que los actuales, y por ello los efectos sobre la trasmisión también lo fueron.

Queda en evidencia pues, que los responsables gubernamentales –¿o irresponsables?-, ven más en este tema una forma de ganar popularidad que una medida seria y coherente en la prevención de la trasmisión de del Covil-19.
La letra pequeña de este tema, es que la Ponencia de Alertas recomendaba hasta hace poco su uso hasta que finalizara la estación de las infecciones respiratorias –finales de marzo-, aunque la realidad es que el mismo está ya muy lejos de ser generalizado; confiemos que al menos el expediente vaya al Consejo de Ministros con los informe previos y favorables, tanto de la Ponencia como del Consejo Interterritorial de Salud.

De esta controversia no se salva tampoco la O.M.S., que en abril de 2020, sólo recomendaba el uso de las mascarillas para los sanitarios, alegando la posible escasez ante su uso masivo y que “no existía evidencia científica para ese uso”; o sea, que se desconocía el beneficio masivo de su uso en la comunidad. No tardaron serios y solventes estudios en demostrarle a la O.M.S. el efecto protector de las mascarillas, y lo que es peor, ¡el tiempo y las vidas perdidas! Lo que deja en evidencia o cuestiona, el nivel científico de las comisiones técnicas de la O.M.S., porque ya estaba identificada la trasmisión por la vía respiratoria, y entre las medias preventivas para esta vía, la mascarilla está incluida en todos los protocolos. Salvo que su director, el ínclito dr. Tedros A., y por motivos logísticos-entre otros- decidiera no darle eco al hecho.

Para terminar con el tema, conviene no olvidar hitos en el mismo a nivel nacional, en los que el dr. F. Simón tiene el dudoso “hit parade” –con las mascarillas y otros temas-; así el 15 de marzo de 2020 dijo “La mascarilla no es la clave para detener la trasmisión”, y un año después lo mantenía. En abril de 2020 dijo “No es necesario que la población use la mascarilla”, y se apoyó en la O.M.S. Pero ya el 20 de mayo de 2020, un día antes de ser obligatorio el uso de las mascarillas, argumentaba que por la escasez de mascarillas no se había producido antes esta indicación… al no poderse aplicar en la realidad o sea, debido a su carencia en España.

Lo ocurrido con las mascarillas, incluso estuvo en el inicio de procesos judiciales, uno de ellos –y no es el único- fue la demanda de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (C.E.S.M.) interpuesta en 2020 contra el entonces ministro de sanidad Salvador Illa; el caso –tras su propuesta de archivo- ha sido recientemente reabierto por la Audiencia Provincial de Madrid, a instancias de un recurso de la C.E.S.M..

Desde esta columna ya se anunció que el tiempo jugaría a favor del olvido, de la cuando menos ineficaz sino nefasta, actuación de los responsables en la gestión de la pandemia a nivel nacional; pero se hacían dos salvedades en ello: los sindicatos profesionales sanitarios y las familias de los fallecidos, y el tiempo nos dirá qué recorrido tienen sus actuaciones.
La conclusión es gravísima, en el fondo la falta de previsión del gobierno en el suficiente acopio y suministro de mascarillas adecuadas–que incuso ocasionó el uso de material defectuoso o no homologado-, condicionó las recomendaciones técnicas oficiales dirigidas a la población.

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