Entrevista a Diego Bernal, propietario de la bolera ‘Bowling Come-Cocos’
La escasa oferta de ocio es una de las principales quejas de la población joven, y no tan joven, de Melilla. Desde hace más de cinco meses, Diego Bernal ha paliado este déficit con la instalación de una bolera en una de las naves del polígono, en la calle Dalia, que ha conseguido una gran popularidad entre la ciudadanía.
– ¿Cómo surgió la idea de montar una bolera en Melilla?
– La actual bolera que tenemos en el polígono surgió hace unos dos años a través de mi yerno y de mi hija. Nosotros anteriormente ya tuvimos una bolera en la plazoleta del Tesorillo, que el local era de mi amigo Tomás García y nosotros colocamos una bolera pero era pequeña, ya que la pista era de 10-12 metros, y la que tenemos en el polígono es de 20 metros. Esta son profesionales.
Así pues, surgió hace dos años la idea de montar cosas de ocio en Melilla y yo estaba ya mentalizado con la bolera que tenía en la plazoleta del Tesorillo, pero bolera realmente fue después. Yo quería meter futbolines, billares, máquinas de tiro, de coche… ocio, en definitiva, porque en Melilla no había nada de ocio.
– De hecho, el ocio es una de las principales demandas de la ciudadanía
– Sí. Aquí entra desde el abuelo de 80 años hasta los bebés. Es para todas las edades.
Yo quería hacer algo con mi hija y con mi yerno para que la gente en Melilla la captara y que tengan algún lugar donde ir a divertirse ¿Qué ocio hay en Melilla? No hay ninguno, y aquí está la oportunidad de poner ocio. Esto es pub, es ocio… Lo tienes todo (aquí). La gente quiere distraerse, quiere ocio, quiere desconectar, y aquí tiene ocio ¿Que es arriesgado? En la vida todo es arriesgado. Si no te arriesgas, es imposible
– ¿Os resultó complicado combinar ocio para adultos y menores en un mismo espacio?
– Yo tenía muy claro lo que quería hacer, lo que pasa es que esto nos pilló en plena pandemia, con la frontera cerrada y con falta de trabajadores y material. Por suerte, tuvimos que traer personal de fuera, porque aquí en Melilla no había personal para poder hacer esto, y material tampoco.
– ¿Y os resultó muy complicado conseguir ambas cosas
– Muy complicado, muy laborioso y muchísimas horas. Hemos tenido complicaciones para montar la bolera por problemas de personal, de profesionales, no de estamentos.
– ¿Cómo fue el día de la apertura y los días previos?
– Abrimos el 1 de junio. Yo no quería abrir porque no estábamos para abrir. Realmente no estábamos preparados para abrir, porque metimos a gente joven sin mucha idea a trabajar, pero también hay que enseñar a la gente nuestra forma de trabajar. Pero mi hijo y mi hija me dijeron que había que abrir sí o sí y afrontarlo como pudiéramos.
– ¿Te esperabas el éxito que cosechó la bolera el primer día?
– No. Fue exagerado. Fue exagerado y muy mal porque la gente quería entrar sí o sí y tuvimos que cerrar y sacar a gente. Es que tuvimos que cerrar y llamar a la Policía aquel día para que pusiera orden.
La gente no es que quisiera venir a jugar, es que quería venir también a ver lo que se había montado aquí. Había desde niños, personas mayores y hasta esos niños liosos que te complican la vida muchísimo. Tuvimos que sacarlos poco a poco con la Policía y fue un desastre.
– ¿Pensaste en ese momento que la bolera podía ser un lugar puntero en Melilla?
– Sí, pero no es bueno. A mí nunca me han gustado los bullicios. No es bueno porque, como te he dicho, tuvimos que echar a la gente y después tuvimos que restringir la entrada.
Hicimos como una criba con dos porteros: si tienes dinero entras, si no, no entras. Pusimos una criba y la gente pensaba que estábamos cobrando, y no estábamos cobrando. Jamás hemos cobrado aquí. Hicimos la criba que era cambiar los 5, 10 o 20 euros que ibas a tener por fichas para jugar, pero jamás hemos cobrado la entrada. Y actualmente no tenemos que hacer ese filtro porque la gente sabe y sabemos quien puede entrar y quien no, para eso tenemos a los dos porteros. Lo bueno que tiene esto, y los padres lo dicen, es que es un sitio muy seguro para estar tranquilamente.
– ¿Qué balance haces de estos cinco meses al frente de la bolera?
– Todavía no se ha estabilizado (el negocio). Ha sido un desajuste, pero nosotros estamos contento con lo que, hasta ahora, hemos hecho y estamos haciendo y, por supuesto, potenciar bastante más.
– ¿Qué le recomendaría a alguien que quiere montar un local de ocio en Melilla?
– Hoy en día montar algo de esta envergadura es complicado. Aquí no hay turismo, la frontera está destrozando a los negocios, y más por el régimen de viajeros. Todas esas cosas te echan para atrás a la hora de montar un negocio.
El que quiera arriesgarse se tiene que mojar el culo. No me importaría darle mis ideas o ayudar a cualquiera que quiera montar un negocio de ocio, pero es complicado.
“Vamos a traer a un toro mecánico auténtico para el mes que viene si Dios quiere”
– Siempre suele aparecer ese vértigo a la hora de abrir un local por la duda de cuánto puede durar ¿Tuviste esa sensación cuando abriste la bolera?
– Me dedico al juego desde hace ya 55 años. Toda mi vida. Yo sabía lo que queríamos (hacer) aquí. Nosotros hemos viajado, hemos visto boleras en Madrid, en Granada, en Málaga, en Almería, etc. No hemos ido a ciegas. Sabíamos que esto era importante para que en Melilla haya algún lugar a donde ir
¿Que hay que renovar? Pues claro. El problema que tenemos en Melilla es que la población es la misma, poca gente viene de fuera. No tenemos turismo, por lo que tenemos que estar constantemente renovando. Por eso, el mes que viene si Dios quiere vamos a traer un toro mecánico americano auténtico fabricado en España y de los grandes. Tienes que ir (acompañado por) una persona, a la que le daremos un cursillo, para que sepa cómo se lleva un toro mecánico.
– ¿Un toro mecánico como los que hay en las ferias?
– No. Como los de las películas americanas. Ya está cerrado y fabricado y solamente vamos exclusivamente para preparar al personal y no nos quede ninguna duda.
