Incidir en la concienciación es fundamental para conseguir entre todos una buena convivencia, pero también va siendo hora de que se aplique con más rigor el reglamento aprobado en la Asamblea, que establece multas severas para las conductas incívicas. Esta vía, la punitiva, es realmente necesaria si de verdad queremos avanzar en un campo donde aún estamos a años luz de donde deberíamos Aún queda mucho para que Melilla pueda presumir de civismo. Es una de las conclusiones, dura pero real, a la que se llega después de una noche como la de San Juan. A esta cita festiva y probablemente la más multitudinaria del año le sucede al día siguiente la estampa lamentable de unas playas desoladas por la poca conciencia cívica de quienes no llegarán a comprender nunca que entre todos debemos construir y no destruir lo que es de todos. Las playas volvieron a amanecer ayer muy sucias y con parte del mobiliario urbano afectado. Afortunadamente, esta noche de San Juan no fue como la del año pasado, en la que nuestras playas tardaron días en recuperarse del destrozo y el vandalismo provocado por aquellos que se dedicaron a desmantelar pasarelas y sombrillas. Pero sí hubo quienes nuevamente mostraron su lado más salvaje moviendo de lugar sombrillas que están ancladas al suelo, presumiblemente para protegerse del viento en las moragas que se extienden por todo nuestro litoral.
El dispositivo de seguridad habilitado este año ya iba con la consigna de evitar que se repitiera lo del año pasado, que causó estupor entre los melillenses con vídeos e imágenes que se convirtieron en virales, en los que se mostraba a jóvenes destrozando las sombrillas a su antojo para hacerse casetas y moragas. La Policía Local no ha podido impedirlo del todo, pero sí ha actuado identificando a quienes no dudaron en utilizar a su antojo el equipamiento de nuestras playas, que cuesta mucho dinero público instalar y mantener como para permitir que alguien con poca cabeza, educación y civismo venga a destrozarlo porque sí.
Cierto es que en San Juan son miles las personas que se echan a la calle para disfrutar de la fiesta y la tradición. Es tal la aglomeración de personas, que es muy difícil el control absoluto. Pero sí es tarea de todos intentar proteger los bienes comunes de todos los melillenses, educando sobre todo en los hogares sobre el comportamiento cívico y ejemplar que deberíamos seguir todos en la vía pública, para frenar estas conductas egoístas en las nuevas y futuras generaciones. Incidir en la concienciación es fundamental para conseguir entre todos una buena convivencia, pero también va siendo hora de que se aplique con más rigor el reglamento aprobado en la Asamblea, que establece multas severas para las conductas incívicas. Esta vía, la punitiva, es realmente necesaria si de verdad queremos avanzar en un campo donde aún estamos a años luz de donde deberíamos para sonrojo de una ciudad como la nuestra, tan ejemplar como es en otros aspectos.
