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Carta del editor

La eterna batalla entre la libertad y la servidumbre, o el futuro del PP (y de España)

melillahoy.cibeles.net fotos 1569 pagina 3

Un diagnóstico y una conclusión que son también plenamente aplicables a Melilla, donde la invasión de lo público y su exceso de intervencionismo es tan inoperantemente enorme que cualquier atisbo de acabar con el paro así, o de intentar ilusionar con un relato positivo del futuro, es una pura entelequia, algo que se imagina pero que no puede existir en la realidad.
Me encuentro con la ocasión de pasear un rato por la tarde, la del pasado martes, por el centro de nuestra ciudad, con un tiempo y un sol esplendidos, sin ese viento que tantas veces estropea parcialmente el magnífico clima de Melilla. Le hago una breve visita a mi amigo Manuel Hernando en su librería Elisia. Hablamos del mal futuro del papel en general y de los libros impresos en particular, como también de las tiendas pequeñas y de proximidad (en Melilla el crecimiento de las franquicias y la desaparición de muchas tiendas "de siempre", especialmente en el centro de la ciudad, son un hecho notoriamente visible y profundamente triste). Como en mí es habitual, le compro a Manolo unos libros, a pesar de los millares que tengo sin leer, especialmente en dispositivos electrónicos. Entre ellos compro el reciente libro de Esperanza Aguirre, de título "Yo no me callo", un título que no se le ocurrió a ella sino a sus editores, pero que, como ella misma dice, le va muy bien, aunque no responda del todo a su realidad porque, a lo largo de su larga vida política y también en su libro, Esperanza ha callado bastante más de lo que parece y de lo que sabemos los que, como yo, tuvimos la ocasión de conocerla y hablar con cierta frecuencia con ella.

El confesado objetivo prioritario de su libro es intentar explicar el porqué a lo largo de todas las Elecciones celebradas a lo largo de 2015, de todas y en todos los ámbitos, su partido, el PP, ha sufrido una "muy considerable pérdida de confianza de los españoles con respecto a los extraordinarios resultados obtenidos en esas mismas Elecciones celebradas en 2011". Su respuesta es que en 2011 su partido obtuvo "demasiados votos prestados", derivados de "los garrafales errores de Zapatero y el buen recuerdo de la gestión económica de los Gobiernos de Aznar, que hicieron que nos votara mucha más gente de la que nos quería y a la que le caíamos simpáticos" y el remedio que propone Esperanza Aguirre es el de usar "con esos votantes accidentales un plus de cortesía", un plus que, por cierto, le falló a ella tantas veces cuando estaba en la cúspide de su carrera política, como tuve ocasión de comprobar personalmente -no en el trato conmigo- durante su etapa de esplendorosa lideresa indiscutida y temida de la Comunidad de Madrid. Y la propuesta que Esperanza da en su libro es que habría que "poner más en valor" (no me gusta nada esa frase, pero bueno) "nuestro compromiso ineludible con la libertad, porque ahí está la clave de la recuperación económica: en confiar en los ciudadanos y en crear las condiciones para que sean ellos los que puedan poner en marcha todas las iniciativas que quieran impulsar, porque sólo transmitiendo con convicción nuestra fe en la libertad podríamos haber seducido a los millones de españoles que en 2011 nos votaron".

El libro va de menos a más y termina siendo enormemente interesante para todo aquél que sienta interés por el futuro de nuestro país, de España. A Mariano Rajoy, en contra de lo que muchos esperaban, no le critica abiertamente, pero cita Esperanza en varias ocasiones la frase que el actual presidente pronunció en Elche en 2008, con ocasión del Congreso del PP en Valencia: "Si alguien se quiere ir al partido liberal o al partido conservador, que se vaya". "Desde aquel discurso de Elche, no sé bien a qué ideología responde el PP", añade Aguirre, que recuerda que desde la refundación del PP, alrededor de José María Aznar y en el Congreso de Sevilla de 1990, el partido se había convertido "en el más liberal de España, así era reconocido, y esa faceta liberal, ese reivindicar a los ciudadanos frente al intervencionismo invasor del Estado fue, sin duda, una de las claves de la victoria electoral de 2011… pero el PP lleva muchos años sin poner al día sus ejes ideológicos y sus propuestas programáticas…sin renovar sus programas, sus ideas, sus propuestas y sus estructuras internas…y hemos aceptado el paradigma socialista, que es la ideología dominante, una ideología para la que aumentar el gasto (público) es mejorar el servicio", una falacia archidemostrada, un mantra que ha hecho un enorme daño a muchos países del mundo, España incluida.

Coincido totalmente con Esperanza cundo dice que un Gobierno, cualquier Gobierno de cualquier sitio, sea de España o de Melilla, aún en la peores circunstancias, y las de ahora no son nada fáciles, "tiene que generar, no sólo confianza y certidumbre, sino, sobre todo, respeto e ilusión", como supieron hacerlo Winston Churchill o Franklin Delano Roosevelt, "en la eterna batalla entre la libertad y la servidumbre".

Lo que ahora vemos en el PP, cuyo buen funcionamiento como gran partido liberal-conservador sería indispensable para España, es "un centrismo acomplejado que intenta competir con los populistas… en populismo", que no ha sabido, y sigue sin saber, "contrarrestar la demagogia y el oportunismo de los falsos defensores de lo público, que dicen defender el interés general cuando se oponen a las externalizaciones de servicios públicos, cuando en general el único interés que defienden suele ser el de sus privilegios laborales, a costa del contribuyente, por supuesto". Y la receta que propone Aguirre, como la propongo yo y como lo hacen millones de españoles, es reafirmarse en aquello que siempre ha dado buenos resultados al PP y a España -y que daría buenos resultados también a Melilla, si se aplicara- "más libertad individual, más España, menos burocracia y menos impuestos".

Por supuesto que la política de comunicación del PP ha sido "absolutamente desastrosa", que se ha llegado a "una nefasta influencia de los políticos en los medios de comunicación", que no deberían existir medios de comunicación públicos, "que no son, en absoluto, necesarios", que el PP siempre ha tratado a los medios de una manera harto paradójica y suicida ("ha sido condescendiente con los adversos e inmisericorde con los más afines") y que el resultado es que "la imagen dominante del PP que se ha instalado en la opinión pública española es la de un partido antipático (nasty party, en inglés) y corrupto", aunque eso sea "radicalmente injusto, porque no se corresponde con la verdad".

Es muy interesante el análisis que hace Esperanza de la irrupción de Ciudadanos y Podemos, partido este que es "una clara amenaza para el sistema democrático español". También es interesante el capítulo del libro bajo el título ¿Qué hacer?, básicamente, en el Partido Popular: refundarse, volver al "pensamiento liberal-conservador, basado en la libertad, la propiedad, la familia, el imperio de la Ley y el orgullo de pertenecer a una gran Nación", que "nos dio casi once millones de votos en 2011". Certeros son su diagnóstico de que "no podemos pagar simultáneamente un Estado con diecisiete Comunidades Autónomas, tres millones de empleados públicos y 8,5 millones de pensionistas" y su conclusión de que "el Estado gasta demasiado y ese gasto no es eficaz", porque "el dinero siempre está mejor en el bolsillo de los contribuyentes que en las dilapidadoras manos de la burocracia". Un diagnóstico y una conclusión que son también plenamente aplicables a Melilla, donde la invasión de lo público y su exceso de intervencionismo es tan inoperantemente enorme que cualquier atisbo de acabar con el paro así, o de intentar ilusionar con un relato positivo del futuro, es una pura entelequia, algo que se imagina pero que no puede existir en la realidad.

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