En pocos años, la Junta de Andalucía ha conseguido crear un estado de ansiedad en pacientes, médicos y farmacéuticos para la prescripción, dispensación y consumo de medicamentos. Los médicos están obligados a prescribir los medicamentos genéricos y de subastas. Los farmacéuticos están obligados a dispensarlos, porque si no es así, los inspectores que vigilan las prescripciones médicas, …
…informan a Sevilla y puede que los médicos no cobren el complemento de productividad, es decir que están coaccionados y amenazados y así no se puede ejercer la medicina y el paciente obligado a consumirlos y los tres bajo la incertidumbre de lo que prescriben, de lo que dispensan y de lo que consumen.
Desde pequeño me inculcaron que el estado debe velar por la salud de los ciudadanos y realmente si no cuida la calidad de los medicamentos, difícil lo tiene el médico para conseguir el éxito terapéutico. Siempre ha existido la libertad de prescripción. El médico recibe la información de los pacientes y acumula su experiencia para valorar la eficacia de los medicamentos que es lo que le avala para continuar prescribiendo los de probada eficacia.
Los medicamentos genéricos y de subasta han demostrado que no son de confianza para los profesionales que lo manejan y muchos los ejemplos de ellos que se saben que no tienen el resultado esperado. Las condiciones para que un medicamento tenga calidad y sea eficaz, va a depender de la tecnología empleada en su fabricación, de los excipientes y de su farmacocinética o movimiento en el organismo y que va a depender en mucho, de los dos factores anteriores.
Cuando se modifica la tecnología de fabricación de una forma farmacéutica y se modifican sus excipientes, cambia la farmacocinética del medicamento, variando los niveles en sangre, su tiempo de acción y sus parámetros farmacocinéticos como la vida media en sangre , sus constantes de absorción y eliminación, etc. Por lo tanto siempre hay que realizar pruebas in vitro e in vivo, ante estos cambios para comprobar la adecuada disponibilidad. Pruebas que llevan tiempo e inversión. Si a estas circunstancias le añadimos que a estos medicamentos, la Dirección General de Farmacia y medicamentos les permite una riqueza de un 80% y no del 100% como exige la farmacopea española, el resultado es un producto de calidad poco fiable para los profesionales., los cuales y no sé porqué no son informados con bibliografía seria y referenciada de estos aspectos farmacológicos. Y es que un laboratorio de medios escasos no se puede permitir estos gastos y es posible que ni disponga de farmacéuticos preparados para estos estudios, por lo que me imagino que tiran por la calle de en medio, utilizando una fácil tecnología y excipientes básicos de bajo coste, para poder vender a bajos precios.
Los andaluces no nos merecemos esta situación. ¿Por qué el resto de las autonomías de nuestra España no siguen las mismas normas? El gasto en sanidad siempre recae sobre el gasto farmacéutico según el político de turno. Esto no es verdad, el gasto sanitario lo produce el mantenimiento de tantos centros sanitarios, hospitales sueldos de personal, pruebas diagnosticas, encames etc.
Los políticos saben de sobra los euros mal gastados e innecesarios que cada año se gastan sin necesidad, como por ejemplo en tantos cargos políticos, senadores, dietas, sueldos post jubilación, subvenciones absurdas etc. Ha sido un error descentralizar la sanidad. Las medidas acordadas deben ser las mismas para todos los españoles.
Otra cuestión que hace al andaluz diferente es la tarjeta electrónica donde consta el tratamiento de los pacientes y que es el medio para sacar los medicamentos de las Oficinas de Farmacia, pero que no es válida para el resto de España, con lo cual cuando un andaluz sale e Andalucía a otra autonomía, es como si fuera al extranjero. Si necesita uno de sus medicamentos, tiene que ir a un centro de salud, para que se lo receten. ESPERPÉNTICO, aunque acabo de leer en una revista profesional que son varias las autonomías que se han incorporado a la operatividad de la tarjeta electrónica, objetivo que debe alcanzar a toda España para que los españoles podamos viajar con tranquilidad por nuestras tierras.
LOS ADALUCES ESTAMOS HARTOS DE SER EL VAGON DE COLA Y DE SUS POLITICOS.
