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La democracia ha muerto. La dictadura de las minorías vive

para gonzalo

Lo que es verdad para España se está convirtiendo en una verdad casi universal. La democracia, el gobierno del pueblo, el gobierno de las mayorías respetuosas de la ley y de la forma de pensar de sus conciudadanos, está muriendo. Cada vez las posturas son más extremistas, más alejadas de la búsqueda del consenso, base de las relaciones humanas y, por supuesto, de la democracia.

La política, la vida en general, ha dejado de ser con demasiada frecuencia un proyecto común, en la búsqueda de soluciones que beneficien a la mayoría. Se ha convertido en una lucha permanente en los extremos, donde muchos creen tener la razón siempre, sea cual sea el tema de que se trate, y piensan que los demás no la tienen nunca. La cerrazón mental, la negación de la evidencia, que antes se podía ver entre los muy fanáticos de un equipo de fútbol, ahora se ha trasladado a todas y cada una de nuestras actividades políticas y sociales.

Mucho se ha escrito, en las últimas fechas, afirmando que la democracia española es ahora esperpéntica. Pero un país supuestamente democrático, como es Los Estados Unidos, nos ha marcado en los últimos años el camino que no deberíamos seguir, que nunca deberíamos seguir. Es bien sabida la polarización que se ha establecido en el país entre los ‘MAGA’, seguidores fanáticos del expresidente Trump, y los que ellos llaman ‘woke’, liberales de tendencia más social, más a la izquierda si es que se puede decir que alguien está a la izquierda en Estados Unidos. Los más ‘izquierdistas’ de Estados Unidos serían de centro en muchos países europeos.

Ha sido noticia mundial, en los últimos días, la destitución del presidente del Congreso de los Estados Unidos, el republicano Kevin McCarthy. El movimiento ha sido instigado por la moción de un solo congresista, apoyada luego por todos los del partido demócrata y por ocho republicanos de extrema derecha. El hecho era la crónica de una muerte anunciada.

Para conseguir ser nombrado portavoz, hace unos meses, McCarthy realizó varias promesas al ala más dura de su partido, formada por personas que difícilmente podrías ser consideradas como sensatas y racionales. Ahora, ellos se han cobrado una de las promesas que les hicieron y han llevado al congreso, con la petición de un solo congresista, la moción de censura. McCarthy es el primer presidente en la historia de la Cámara de Representantes en ser destituido de su cargo, y lo han hecho los mismos que él alimentó.

Quizás Sánchez podría tomar nota y darse cuenta de que su posible éxito de mañana, aliándose con lo peor de la política española para conservar el poder, le puede pasar factura a corto plazo. Y si fuera solo a él, podríamos decir que sería justo castigo a su mezquindad. Pero es toda España la que lo va a pagar.

Desde fuera de los Estados Unidos se ve un sistema político estadounidense que se tambalea por el camino de la disfunción y una legislatura cada vez más dominada por políticos desinteresados en el gobierno real o la colaboración democrática.  Es una nueva generación, en el borde de la democracia, que ha encontrado el centro de atención en las redes sociales y en los medios de comunicación ultraconservadores, que no existían hace 20 años.

«No estoy muy seguro de que esas personas estén buscando ser productivas. Me preocupa como republicano ver lo que hacen. Quiero ser un republicano y un conservador que gobierne», dijo McCarthy a los periodistas en conferencia de prensa.  Dos de las ‘estrellas’ de ese movimiento extremista de derecha son Lauren Boebert y Marjorie Taylor Greene, quienes nunca ocuparon un cargo político hasta enero de 2021. Boebert había sido anteriormente propietaria de un bar y Greene era dueña de un gimnasio. Boebert tiene 2,9 millones de seguidores en X, antes Twitter, mientras que Greene tiene 2,7 millones de seguidores. El expresidente de la Cámara de Representantes logró 2,8 millones de seguidores, casi lo mismo que dos recién llegados. El extremismo vende más que la sensatez.

Un editorial en el diario francés ‘Le Monde’, decía: «Lo que está en juego es más que el destino de un hombre finalmente devorado por el tigre del que pensó que podría escapar. Se trata del funcionamiento institucional de la primera potencia mundial. … El campo de ruinas en el que se ha convertido la Cámara de Representantes sólo puede preocupar a los aliados de Estados Unidos y deleitar a sus adversarios».

El importante semanario alemán Der Spiegel, escribió que la destitución de McCarthy era la ilustración de un sistema que «se está pudriendo desde adentro» y cuestionó la viabilidad del modelo estadounidense de democracia, como inspiración para otras naciones. «¿Qué arrogancia o estupidez se esconde detrás de la suposición de que la propia opinión por sí sola puede traer la salvación?» se preguntó, señalando la grandilocuencia de los republicanos de línea dura que desencadenaron la destitución de McCarthy.

Según el diario ‘El País’, en su edición en inglés, en el centro de la crisis está la «infección trumpista», y lamentó la «rehabilitación» del expresidente tras el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, así como la preocupante implicación de decenas de legisladores republicanos, que respaldaron abierta o tácitamente los bien documentados intentos de Trump para anular los resultados de las elecciones de 2020. «La corrosión ha llegado al corazón del poder sin otro plan que el caos y la promoción personal del grupo minoritario que ha tomado como rehén a la democracia», afirmó, instando a las élites de Washington a «poner las instituciones por delante de la política».

Es cuando menos irónico, cuando no claramente desvergonzado, que un periódico que en general apoya a Sánchez en sus repugnantes propósitos de formar gobierno a cualquier coste, predique en inglés, para Estados Unidos, todo lo contrario de lo que escribe para España, en español.

La deriva hacia regímenes autoritarios, antidemocráticos, ha sido objeto del libro «Tyranny of the Minority», de los politólogos de Harvard Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. Escriben: «Las instituciones contramayoritarias de Estados Unidos pueden convertir a las minorías autoritarias en mayorías gobernantes. Lejos de frenar el poder autoritario, nuestras instituciones han comenzado a aumentarlo”.

Una encuesta realizada a 36.000 personas en 30 países de todo el mundo, por la Open Society Foundations, arrojó una estadística alarmante: solo una estrecha mayoría, entre los encuestados más jóvenes, creía que la democracia era preferible a otros sistemas de gobierno. Más de un tercio de los encuestados de entre 18 y 35 años dijeron que apoyarían a un líder caudillo que eliminara las elecciones y las asambleas.

La fe en la democracia se está agotando; muchos políticos, en todo el mundo, la están matando.

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Gonzalo Fernández

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