Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

La cultura como factor clave de transformación social

Recordando una historia importante y poco conocida: La lucha entre checos y alemanes que condujo a la conocida como la rebelión husita de 1378 y posteriormente a las guerras husitas (1419-1436). Fue un movimiento revolucionario surgido en Bohemia, en el siglo XIV. El nombre procede del teólogo bohemio Jan Hus, que tiene un monumento en Praga, con una preciosa frase suya en el pedestal: “La verdad se impondrá”. Como era de temer y de esperar, Hus terminó condenado y quemado, lo cual no evitó -si no al contrario- que su movimiento, husita, se uniera más tarde a la Reforma y que los checos, que siempre fueron vencidos por fuerzas superiores, sobrevivieran a todas las batallas.

¿Por qué me acuerdo y recuerdo ahora eso tan lejano de los husitas? Porque leo, y comparto, que “la cultura es un factor clave de transformación social”. Cuando me preguntan sobre cómo debería cambiar Melilla -porque no conozco a melillense alguno que no no esté seguro de que es absolutamente imprescindible que Melilla cambie, incluso para sobrevivir- siempre contesto que el camino es aumentar el nivel cultural melillense y que eso, el desarrollo cultural, es el factor clave de la transformación social y económica que nuestra ciudad necesita. El saber no ocupa lugar, se dice, en el sentido de que el saber no estorba. Por supuesto que no estorba, porque es el camino, el mejor camino, para mejorar todo, empezando por uno mismo.

Otra referencia histórica, algo más cercana. Leo que Stalin -tan admirado por los podemitas- sucumbió víctima del miedo reverencial que había generado (tuvo un ataque en su dormitorio, no se atrevieron sus ayudantes a abrir su puerta, temiendo su cólera al despertarle, y murió sin asistencia médica). Putin admira a Stalin y cada vez se parece más a él. Ya no le hace falta asesinar al mensajero que le trae noticias que no le gustan, basta con infundir tal terror que nadie se atreva a decirle lo que le puede no gustar, pero la consecuencia -como le ocurrió a Stalin- es que murió debido al terror, al miedo reverencial que implantó.

Además de la muerte física existe la muerte política. Más de un político español ha muerto políticamente por abusar de su poder. A más de un político melillense le ha pasado lo mismo. ¿Seguirá pasando? Esperemos que no. Que no haya abusos de poder, quiero decir. Y que desaparezca la “neoinquisición” que con intensidad creciente nos oprime.

Lo hace el poder político a través de muchos de los numerosos medios de comunicación existentes hoy y del mal uso político que de ellos se consigue hacer. ¿Un ejemplo? Leo que una gestión deficiente de la televisión pública española (RTVE), presidida por la socialista Elena Sánchez, ha destinado alrededor de 200 millones de su presupuesto de esta temporada en la compra de programas externos que han obtenido datos muy modestos -por decirlo de una manera delicada- de audiencias en relación a su coste. La cadena -concluye lo que leo en un medio de comunicación nacional- continúa perdiendo paulatinamente la confianza del espectador. Me parece innecesario explicar que lo que ocurre con la RTVE es perfectamente aplicable a lo que sucede en la televisión pública melillense.

Indignación empresarial con Promesa

El tejido empresarial melillense está en situación crítica, es una evidencia. Melilla -lo he repetido muchas veces- es una ciudad de tipo comunista, una ciudad en la que casi todo es público o depende de lo público. Por lo tanto -y eso es otra evidencia inocultable- es una ciudad atrasada, con poca vida, en retroceso, en decadencia.

¿Tiene solución tan triste situación? Por supuesto que la tiene: apoyando el crecimiento empresarial, grande, mediano, pequeño, de autónomos. Ese es el único camino de crear riqueza y recursos, en vez de crear obstáculos burocráticos infinitos y consumir/malgastar recursos que otros -los “obligados”, según la terminología fiscal- producen/producimos, a trancas y barrancas.

El paro es uno de los mayores problemas de Melilla, si no el mayor. Aumentar el empleo público no es la solución, sino lo contrario, es aumentar el problema. Una empresa pública -Promesa, por ejemplo- no existe para colocar, para emplear a mucha gente, sino para ayudar a que se cree, y se mantenga, empleo. Eso es precisamente lo que, con lo de las ayudas por lo del maldito covid, Promesa no ha hecho, con el inconcebiblemente absurdo argumento de penalizar a las empresas que han creado y mantienen más puestos de trabajo en nuestra necesitada ciudad. Esperemos que, como decíamos en nuestro periódico ayer, se encuentre y se ponga en práctica-¡con celeridad!- una solución a tamaño dislate.

Frases

No conozco a melillense alguno que no no esté seguro de que es absolutamente imprescindible que Melilla cambie, incluso para sobrevivir

Más de un político español ha muerto políticamente por abusar de su poder. A más de un político melillense le ha pasado lo mismo

Promesa y el inconcebiblemente absurdo argumento de penalizar a las empresas que han creado y mantienen más puestos de trabajo en nuestra necesitada ciudad

Loading

Enrique Bohórquez López-Dóriga

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€