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La Agencia Española de Salud Pública ¿Otra colonia sanchista?

Por Francisco Robles

La pandemia de la covid-19 supuso una llamada urgente de atención a la comunidad internacional, sobre la organización existente–y sus recursos- para afrontar en materia de salud pública, retos de la magnitud que tuvo dicha crisis sanitaria mundial, y ello obligó a un análisis crítico generalizado; del mismo ni se salvó la propia Organización Mundial de la Salud, cuyo papel y no sin motivos, se ha puesto en entredicho, siendo causa de una revisión de su rol, naturaleza, organización y recursos.

De ello España –y con ello su gestión- no se ha visto exenta, y su gobierno ha sido señalado, están ahí la hemeroteca y los informes de agencias especializadas independientes, por una de las peores gestiones de los países europeos al afrontar la pandemia; dicho veredicto no deriva de decisiones o hechos puntuales, como la celebración de la manifestación del Día de la Mujer (8 de marzo de 2020) –a pesar de los informes que la desaconsejaban-, o la tardía y descoordinada implantación de las medidas de aislamiento, sino que dichas conclusiones tan negativas para nuestro país y su gobierno, derivan de las decisiones contradictorias que se adoptaron para su control por el gobierno de España, como ocurrió con el uso de las mascarillas, que fueron tardías y mal diseñadas estratégicamente -o sea, erróneas-. Y aquí se han citar a los principales actores para ello, como fueron el dr. Fernando Simón, el ministro Salvador Illa y el presidente Pedro Sánchez, unánimemente considerados las caras de la crisis sanitaria en España. 

Señalados como denominador común de tan nefasta gestión, fueron la falta de recursos –de trágicas consecuencias en España-, la relativa desconexión de las funciones esenciales de salud pública en el ámbito estatal-a pesar de las alegales leyes decretadas por el gobierno para el confinamiento- y la desigualdad en la implantación territorial de las medidas –recuerden el tránsito ocurrido en España del baile de la yenka al baile de la escoba-; de los numerosos análisis, uno de las conclusiones más coincidentes y perentorias, fue la imprescindible creación de la Agencia Española de Salud Pública (AESAP) como elemento de control de calidad independiente de las medidas, expresando el necesario desarrollo del proyecto de la Agencia como una red de redes, ya que en España la salud pública es una materia transferida incluso a Ceuta y Melilla.

La creación de dicha agencia tiene su germen en el Dictamen para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados de 29 de julio de 2020, que resaltó la necesidad de creación del Centro Estatal de Salud Pública previsto en la Ley 33/2011, de 4 de octubre; incluso la Comisión Europea, en su Comunicación de junio de 2021, abogó por contar con un nuevo sistema sólido de vigilancia europeo basado en datos comparables, surgido del refuerzo de la coordinación y colaboración de las instituciones para llegar a crear una Autoridad Europea de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HERA).

Pasados de dos años ya desde el citado Dictamen, el gobierno ha puesto en marcha el procedimiento legislativo para su creación tras aprobarlo en Consejo de Gobierno; y rápidamente hay que citar los principios básicos que deberían de presidir su constitución y funcionamiento, como son la autonomía funcional, capacidad ejecutiva, coordinación entre todos los sectores, enfoque One Health y profesionales cualificados justamente remunerados, y seleccionados exclusivamente por su cualificación profesional.

Que Fernando Simón esté entre los “adelantados” defensores de la AESAP no es un problema, sí lo sería que estuviera entre los consultores para definir las líneas maestras para su conformación y puesta en marcha, ya que los “antecedentes” del dr. Simón no son los más idóneos para generar confianza, ni entre los ciudadanos y mucho menos entre los profesionales. Recuerden su frase al principio de la devastadora epidemia que sufrió España: “España tendrá a lo sumo varios casos y no serán peligrosos…” o “yo dejaría ir a mi hijo a la manifestación del 8M..”, con este currículum, sinceramente, no es serio poner a una criatura como es la aún la AESAP, en estas manos y cabeza, a quién ya carece de credibilidad y la confianza descansa en ella.

Pero no lo desechen, porque ante los intentos de colonizar organismos e instituciones del estado, por parte del gobierno -sirvan de ejemplo el C.I.S. o la Fiscalía General del Estado-, y con una última semana perlada de propuestas trufadas de autoritarismo y/o sectarismo, útiles sólo para mantener el gobierno como sea y a costa de lo que sea, lo de Fernando Simón –incluso su colocación al frente de la AESAP-, sería una falta o un pecado venial.

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