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El Torreón del Vigía

JFK cumple cien años

Larios, terraza malagueña de “La Cosmopolita”. Noviembre de 1.963. Se desayunaba con el diario “ABC” que en su portada traía la jura de Lyndon B. Jhonson como presidente de los EE.UU. tras el asesinato de John Fitzgerald Kennedy. Este hecho histórico, junto a la llegada del hombre a la Luna siempre se comentaba en casa como dos momentos claves para la humanidad. Nunca un presidente norteamericano ha fascinado tanto como aquel descendiente de irlandeses que llegó a ser el más joven que accedió a la Casa Blanca y de momento el único católico. Ahora que se cumplen cien años y cuando el concepto de líderes pasa por su ocaso, volver a analizar la novedad que aportó desde la estética, con sus formas y lenguaje diferente nos acerca aún más a alguien que sabía que decir y como decirlo en cada momento y que podría ser la solución ante los retos de este mundo convulso. Tanto que necesitamos un espíritu grande donde se luche por la dignidad de hombres y mujeres desde los valores que nunca pasan porque son el legado más importante para cualquier ser humano. En esta hora donde cualquiera puede ocupar un cargo político asistimos a los más ruines instintos para engordar la bolsa mientras el interés general no cuenta. La autoridad moral que tuvo el presidente Kennedy y de la que hoy se carece nos hace que en la actualidad nadie nos pregunte que podemos y debemos hacer por nuestro país. En pleno siglo XXI se sigue diciendo que la envidia hizo caer a quien defendió no solo los derechos civiles sino fundamentalmente los de los consumidores con aquel discurso ante los congresistas norteamericanos… “somos el grupo económico más grande en el mercado, que afecta y es afectado por casi todas las decisiones económicas públicas y privadas, pero también el único grupo importante cuyos puntos de vista a menudo no son escuchados”. Los valores y virtudes de JFK se resumen en el coraje, libertad, justicia, servicio y agradecimiento, esto debemos recordar de él y no tanto ese cumpleaños feliz que le cantase una Marilyn. En un editorial a los pocos días de su asesinato se decía que era un hombre de razón abatido por las fuerzas incontrolables del caos. Con las palabras de Kennedy, en su discurso de investidura, nos quedamos: “Pagaremos cualquier precio, asumiremos cualquier carga, nos enfrentaremos a cualquier contingencia por dura que sea, apoyaremos a cualquier amigo, nos opondremos a cualquier adversario para que prevalezca la libertad”.

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