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Atril ciudadano

Imágenes, claridad y otras difusas

Seguro a muchos sesentones y de más nos llegará por coetáneos temporales, vivencias compartidas, correrías de aquellos inolvidables años. Con qué sencillez y escasez de medios muchas veces nos dábamos por satisfechos. Como construíamos nuestros juegos y divertimentos, felices, solidarios, auténticos. Con qué poco nos conformábamos…. Ese cortadillo de Bravo, esa suela, bollo de aceite, luna, chocolate la Negrita o simple pan con aceite.
Esos días que tus padres se podían permitir llevarte de bares y el preceptivo recorrido: el bocadillo de atún con tomate de Solís, el de embutido de La Flor de Melilla, el tabernero del Imperial, el pincho de Sadia, los caracoles del Caracol, el casabubu de Gabriel (Bar Antequera), la papa Ricardito, los calamares (que eran chopo) de La Cave y mil más.

Esos matinales en el Nacional o Monumental y el salir acabada la sesión, practicando kunfú, jolgorio de indios apaches o sheriff de los “por siempre buenos de la película”. De las mismas en el cine Goya y Alhambra, mejor no desarrollar con una sola palabra: APOTEOSIS. Otras veces pasarse por la puerta de La Onubense, La Vinícola, Casa Márquez, la Bodega Madrid con sus sardinas y choricicos , La Montillana y tantos era disfrutar de un mar de variopintos olores que preparaban nuestra a llegar cena.

La mayoría de los chicos y chicas, con escasos recursos, estirábamos bien bien la pela, disfrutando de esos altramuces, chufas, garrapiñadas, pipas, habas secas, fresones, polos de hielo, chicles Bazooka y polvillos efervescentes de naranja o limón.

Cuando no el tiro piedra a las Palmeras en busca del dátil perdido, las canicas, las chapas y huesos secos de albaricoques, el chichimonete, policías y ladrones donde la imaginación nos hacía tan real lo interpretado. Años, años de infancia y adolescencia donde en numerosas ocasiones de referencia, coincidimos en que fueron “felices, inolvidables, a enmarcar”. Capuchinos de Semana Santa, cabezudos y enanitos, ferias de barrio con norias, tren de la muerte, balancé, tómbolas de la chochona, té con churros del Rubio, repetir en Las Barcas… recuerdos con claridad, otros vitales difusos.

Y esos retos cuando te los prohibían y aceleraban el morbo: tirarse desde la Boca del León, Aguadú, La Plancha, irse de pesca al faro con tu chambel-potera. Todo era compatible con los estudios, con el esfuerzo, siendo cuestión de organizarse y establecer prioridades. Higos chumbos, gusanos de seda y morera, capullos en su tiempo, una gozada casi de obligado cumplimiento. Visitas a la Biblioteca Municipal para consultas, ligas de deporte infantil, clases de repaso y academia y alguna que otra “rabona” ineludible, mejor a olvidar.
¿Melilla, hacia dónde te encaminas? Nos preguntamos a menudo los amigos contertulios de la Universidad de la calle y, aparecen incertidumbres, tristeza, dudas, incógnitas en éstos que por ley de vida y transito no podremos visualizar. Infancia, adolescencia, juventud … y el privilegio de poder contarlo. Retazos, fotografías vitales muy sentidas.

PD: un recuerdo especial, mi afecto a un auténtico Maestro de este tipo de textos, mi amigo D. Antonio Salido, melillense de pro.

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