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Horrorizados, nosotros

Si Kristalina Georgieva se siente horrorizada, los melillenses mucho más por la nefasta gestión que la UE está haciendo de este problema común en el que los responsables europeos, como las comisarias de Interior y Cooperación, están haciendo en este tema Melilla vive uno de sus peores momentos como ciudad fronteriza debido a la presión que ejercen miles de personas que desean entrar a la ciudad a cualquier precio, hasta el extremo de poner en riesgo sus vidas o llegar a perderlas incluso como todos hemos visto por desgracia algunas veces aquí y en otros sitios. Aún tenemos ejemplos muy recientes, como el de Ceuta hace apenas dos meses, donde perecieron 15 inmigrantes, o el de Lampedusa, cuando murieron cerca de 400 personas en octubre del año pasado.

Teníamos la esperanza de que todas esas muertes injustas despertaran conciencias en Europa porque este problema es compartido, pero lamentablemente no ha sido así a juzgar por las perlas que nos llegan de las comisarias del Parlamento Europeo que más concienciadas deberían estar al ser éste un asunto de su competencia.

La comisaria de Interior, Cecilia Malmström, tuvo una lamentable reacción hace algunos meses que no hizo sino avivar la llama de la polémica por las medidas de refuerzo que el Gobierno español se había visto obligado a tomar en Melilla. A golpe de tweet, con sus 140 caracteres, Malmström dejó claro que no le gustaban las concertinas instaladas en la valla de Melilla. Más tarde cuestionó su efectividad. Y aunque no es desorbitado que pueda tener una postura diferente a la del Gobierno, lo que no es lógico ni sensato es que la comisaria sueca todavía no se haya puesto manos a la obra para buscar soluciones u ofrecer alternativas mientras Melilla sigue sufriendo prácticamente a diario intentos de entrada masiva. Es más, Malmström aún se está pensando la petición que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, le planteó hace más de un mes para adelantar a España 45 millones de euros que permitan potenciar los sistemas y recursos destinados a garantizar la seguridad de la frontera entre Melilla y Marruecos.

Cecilia Malmström no es la única que se está luciendo. Ayer, la comisaria europea de Cooperación Internacional, Kristalina Georgieva, aprovechando una visita a Madrid, dijo que se siente "horrorizada" por el hecho de que los inmigrantes que llegan hasta Melilla y Ceuta se encuentren "con un muro" cuando huyen de sus países. Las declaraciones de Georgieva flaco favor hacen a un país como España, que sufre de manera muy directa el drama de la inmigración. Las palabras de la comisaria ofenden a una ciudad como Melilla, que se muestra solidaria con los inmigrantes, dada su desesperación y situación. Manifestaciones como las de la búlgara lanzan un mensaje de aliento a las mafias que trafican con los inmigrantes y suponen un tirón de orejas a un país, España, que solo pretende cumplir con su obligación legal de hacer que sus fronteras se respeten. Para colmo, la comisaria de Cooperación Internacional peca de hipocresía y demagogia porque tal y como ya empezaban a recordar ayer algunos medios nacionales, se permite el lujo de criticar la valla de Melilla cuando su país, Bulgaria, quiere construir una valla de 30 kilómetros y tres metros de altura para evitar que los refugiados sirios entren a través de la frontera búlgara con Turquía.

Si Georgieva se siente horrorizada, los melillenses mucho más por la nefasta gestión que la UE está haciendo de este problema común en el que los responsables europeos, como las comisarias de Interior y Cooperación, están haciendo en este tema.

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