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Guelaya rechaza el proyecto de naturalización del Río de Oro y duda de que el Ministerio lo apruebe

La asociación Guelaya-Ecologistas en Acción ha mostrado su rechazo al proyecto de naturalización del Río de Oro y duda de que sea aprobado por el Ministerio de Transición Ecológica, al que la Ciudad Autónoma ha pedido que subvencione la obra con entre 2 y 4 millones de euros. Su presupuesto es de 5,5 millones de euros, tal y como informó la Consejería de Medio Ambiente y Sostenibilidad en el Pleno de la Asamblea del pasado jueves, donde vio luz verde.

Un día después de la sesión plenaria, la entidad ecologista ha esgrimido varias razones para no dar su apoyo a este proyecto, una de ellas, que el proyecto “propone añadir más hormigón” en las zonas donde la losa que cubre el lecho natural del cauce está desgastada para “igualar los desniveles de la solera”.

Por ejemplo, en el Puente del Mineral y el Puente de la Avenida de la Marina Española, donde el proyecto señala que “la solera está deteriorada”. También se pretende igualar el muro del río en las zonas que presenta desniveles y hacer una rampa de acceso desde los Jardines del Agua. Los tres casos, resume Guelaya, “significa añadir más hormigón”.

En este punto, la asociación ecologista recuerda que la filosofía de los proyectos de renaturalización del Ministerio de Transición Ecológica “es solucionar los problemas derivados de los encajonamientos de hormigón que se hicieron en el pasado en los tramos urbanos de los ríos españoles”.

En cambio, el proyecto que ha impulsado la Ciudad Autónoma “se basa en añadir más hormigón al existente y disimular lo que quede mediante hoyos separados unos de otros para poner plantas”. Zonas aisladas entre sí “que no podrían servir de refugio a aves ni otra fauna”, asevera la asociación.

“Se pretende cementar las zonas del muro por las que se introduce agua en el cauce. Estos aportes de agua son los que hacen que esa zona del río sea la más húmeda, lo que permite el cobijo y nidificación de diversas aves. Cementar los muros sería atentar contra la biodiversidad existente”, advierte Guelaya.

Vegetación

Además, Guelaya critica que el proyecto de naturalización del Río de Oro “confunde carrizo con caña invasora”, por lo que “se desacredita por sí solo”.

En este punto, la entidad asegura que el proyecto considera la vegetación que aparece en el caudal de aguas mínimas como caña invasora (Arundo donax), cuando en realidad es Carrizo (Phragmites australis), “especie propia de los ríos y que se debe conservar a toda costa”.

La alcantarilla y la fuente de colores de la desembocadura del Río de Oro son otras razones por las que Guelaya ha dicho ‘no’ a este proyecto. Así, lamenta que no se contemple tapar la alcantarilla que impide que el río llegue al mar, “que es lo natural en un río”, porque por ella “se cuela el poco caudal de agua que circula”.

En cuanto a la fuente, Guelaya critica que el proyecto no contemple su retirada pese a que “es irracional mantenerla en el río y solo sirve para acumular lodos”.

Tampoco proyecta quitar el hormigón en la zona central del cauce, “lo que bastaría para el río renovase su vegetación autóctona sin tener que plantar nada y lo que daría refugio a numerosas aves, como ocurría antes de la vergonzosa cementación de la desembocadura”. Eso, además, “sería mucho más barato y natural”.

Corredor verde

Otras pegas que Guelaya pone al proyecto es que no incluye ninguna solución para evitar el continuo encharcamiento de la desembocadura y que “considera Corredor Verde a una calle con maceteros” que conectaría los parques y jardines de la ciudad con el río. Eso, ha aclarado la asociación ecologista, “es un eufemismo” y, además, duda que las plantas que se pongan sobrevivan porque su riego solo estaría garantizado por la empresa durante la fase de ejecución.

Tampoco está de acuerdo con el uso de herbicidas para la limpieza de plantas exóticas, ya que “es incompatible con un proceso de renaturalización”; ni tampoco con el ensanche del canal de aguas mínimas hasta 5,42 metros, ya que eso “supondría eliminar toda la vegetación autóctona existente y la fauna a la que sirve de refugio que lo puebla”.

 “Lo más sencillo, y barato, sería, además de tapar la alcantarilla que impide que el río llegue al mar, levantar el hormigón en la zona central del río, en torno a 10 metros como mínimo, y el tiempo se encargaría de dotar de vegetación y vida a toda la zona”, insiste Guelaya, que propone, además, instalar escaleras o una zona de acceso desde la playa como alternativa a la rampa que quiere habilitar Medio Ambiente.

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Redacción

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