Después de dos años de penas, tristezas y hambre, y cuando todo parecía que lo teníamos perdido, el día 21 de julio, ¡qué día Dios mío, no se lo deseo a ninguna persona!, a las 10’30 h. de la mañana, mi mujer y yo teníamos que dejar la vivienda, por lo cual estábamos en la calle. A las 4’30 h. de la tarde, me suena el teléfono.
La llamada era de uno de los tantos ángeles que tenemos (Héctor). Con aquella llamada me diste la vida y digo esto porque nadie, sólo mi mujer y yo, sabíamos los pensamientos tan malos que estaban rondando nuestras cabezas.
A partir de ese momento todo ha sido bueno (gracias Héctor). ¿Qué puedo decir de ti (Antonio)? La bondad hecha persona. Nunca sabrás el bien que me has hecho a mí y a mi mujer al conocerte. No solo tu ayuda sino tus consejos. El poco tiempo que nos conocemos, nos hemos dado cuenta que tendremos un amigo para toda la vida (Antonio, gracias).
¿Qué decir de ti, Bibi, como te llamamos mi mujer y yo? Eres el ángel de Barranquilla. Nosotros hemos encontrado en ti a nuestra niña y tú lo sabes que siempre nos tendrás a tu lado (Bibi, gracias). Cristóbal, gracias por la confianza, tanto en lo personal como en lo profesional que has depositado en nosotros. Gracias por darnos la ilusión de vivir y de ser personas una vez más. (Gracias, Cristóbal).
Y gracias a todas las personas que sin conocernos de nada siempre han tenido una palabra de aliento para mi mujer y para mí. Gracias.
