Esta noche el Cristo del Humillado, titular de la Cofradía de la Castrense, la más jovencita de la Semana de Pasión melillense, saldrá también a las 20,30 horas, para intentar que el público que se aglutine en la puerta del céntrico templo religioso sea incluso mayor que el reunido el pasado año
Nos encontramos inmersos en la Semana Santa, un período que al margen del paréntesis temporal de los problemas que aporta la época vacacional, conlleva otras connotaciones de naturaleza religiosa, porque para numerosos ciudadanos durante la semana de pasión, también se afianza la fe católica en torno al comienzo del cristianismo y los hechos que culminaron con la vida terrenal de Jesús y que sentaron las bases de esta religión.
Pero como a todas las situaciones, se le puede buscar las dos caras. El hecho de que en estos últimos tiempos haya disminuido, aunque en este año no tanto, el número de melillenses que viajan en este período vacacional que siempre se ha caracterizado en Melilla como un absoluto éxodo ciudadano, beneficia a la Semana Santa melillense, necesitada de apoyo por parte de los cristianos para sustentar una tradición que se remonta en el caso de la Cofradía del Nazareno, con sede en Melilla la Vieja, a la friolera de tres siglos y medio atrás, hasta llegar a la del Humillado que bendijo a sus imágenes y realizó su primera salida procesional desde la Iglesia Castrense en 1990.
La festividad cristiana comenzó su caminar el Domingo de Ramos, uno de los más importantes debido a que este día representa la llegada de Jesús a Jerusalem. Los escritos establecen que Jesús llegó montado sobre un borrico, preludio de su Pasión. Al llegar a la Tierra Santa, sus fieles lo recibieron con fervor y gran entusiasmo, por eso este día, tanto en las procesiones como en las iglesias, los creyentes llevan ramas de olivo o de palma, como un símbolo de la fe renovada. Estas palmas se juntan en muchas iglesias para luego ser quemadas más adelante como la fuente de las cenizas usadas en los servicios del Miércoles de Ceniza.
En la jornada semanosantera de ayer lunes, el tradicional paso de “La sentencia” por el centro urbano melillense, concitó de nuevo un público más numeroso que en ediciones anteriores Una circunstancia que posiblemente tuvo su razón de ser en el acierto en 2013 de adelantar la salida procesional una hora para de esta forma hacerla casi coincidente con el cierre de los establecimientos comerciales.
Esta noche el Cristo del Humillado, titular de la Cofradía de la Castrense, la más jovencita de la Semana de Pasión melillense, saldrá también a las 20,30 horas, para intentar que el público que se aglutine en la puerta del céntrico templo religioso sea incluso mayor que el reunido el pasado año.
Si la ausencia de lluvia continua hoy, permitirá la realización del acto de desagravio, en esta ocasión, a cargo de José María Rivera, coronel jefe del Regimiento de Artillería. Un acto en el que se pide perdón a Jesucristo por los pecados cometidos y se ruega por todas las personas que lo están pasando mal.
Además, si la previsión meteorológica se cumple la Cofradía podrá realizar el próximo viernes su recorrido la imagen de María Santísima de la Piedad, obra de Diego Fernández Rodríguez. Una cofradía, la del Humillado que ha sido la última en incorporarse a la Semana Santa melillense cuando un grupo de militares pertenecientes al Acuartelamiento de Artillería Teniente Flomesta decidiera ponerla en marcha en 1989, por lo que ha cumplido su aniversario de plata en esta anualidad 2014.
Son en la actualidad cinco, las cofradías que integran una Semana Santa, la melillense, que podrá padecer, como viene siendo ya habitual en esta última etapa, ciertas dificultades para trasladar a hombros sus imágenes, pero que sin embargo cuenta con el esfuerzo y el empuje de todo un pueblo que la siente como una de sus mas importantes tradiciones y que imprime un sentimiento de unión y solidaridad de los ciudadanos, que se extrapola de la misma forma a las celebraciones del resto de colectivos religiosos. Una Semana Santa, que además de ofrecer el merecido asueto compartido con familiares y amigos, proporciona un reencuentro con la fe y la espiritualidad.
