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Historia

En el 98 aniversario de los Combates de AMVAR In Memoriam del heroico Comandante del Tercio Carlos Rodríguez Fontanes (4)

Transporte de heridos desde la línea de fuego

En este año de 2020 se cumple el centenario de la creación del Tercio de Extranjeros motivo por el cual este y siguientes trabajos serán conmemorando a los heroicos legionarios que dieron su vida por la Patria.

Hechos de Armas que dieron prestigio y renombre al Tercio de Extranjeros, hoy denominado La Legión.
…Cuando la tierra cubrió para siempre los restos mortales de los valientes soldados, habló el Padre Estebanell, diciendo muy bellas cosas en elogio de los que sucumbieron por la Patria. En párrafos vibrantes, pintó los fines de la obras de España en Marruecos, que no son de venganza, sino de paz y progreso. de paz que anhelan los espíritus. Los hijos del comandante Fontanes, no quedarán en el desamparo y tampoco la familia del capellán.

El duelo desfiló ante la presidencia, cumplido el patriótico deber de rendir el último tributo a los que supieron morir fieles al juramento prestado en hora memorable.

Al sepelio acudiría el Comandante General de Melilla José Sanjurjo Sacanell, otros generales y jefes, quienes presidieron el duelo de unos “hombres que sucumbieron por la Patria en pos de los fines de la obra de España en su Protectorado de Marruecos, que no eran de venganza, sino de paz y progreso”, según palabras del padre Estevanell, religioso que ofició el sepelio.

Como ya hemos descrito anteriormente en homenaje póstumo al comandante Fontanes y teniente Blázquez se daría sus nombres a dos de las posiciones militares que se levantaron en la llanura de Amvar.

El diario local, El Telegrama del Rif, en los días posteriores al trágico desenlace y, como era habitual, también resaltaría las figuras de los fallecidos, haciéndose eco de una carta que el teniente coronel Jefe del Tercio de Extranjeros Millán Astray había dirigido a la anciana madre de Fontanes y en la que cabe reproducir algunos párrafos: “”Fue uno de mis principales colaboradores en la organización de La Legión….”. “Era su vida privada la de un santo, dedicando cuanto ganaba al cuidado de sus nueve hijos y pasando él personalmente privaciones que, aunque dignamente las ocultaba, no podían pasar desapercibidas….”He dispuesto que su nombre en letras de oro figure en un cuadro de honor, él sólo, que adorne el despacho del jefe de La Legión entre el retrato de SSMM y el pergamino de la ejecutoria de la Orden del Ejército en que se felicitaba a La Legión por su comportamiento en el territorio de la Circunscripción de Melilla, entre los que era figura principal su hijo, el comandante Fontanes….”. “Estoy de luto como ustedes, ordené desde el campo que La Legión entera se sintiese de luto por la pérdida de aquel bravo….””.

Ejemplares palabras del fundador de La Legión Española, en la que todos sus componentes se sienten parte de una gran familia, unida por un mismo sentimiento: Darlo todo, incluso la vida, por los demás.

Carta íntegra que el Jefe del Tercio Teniente Coronel Millán-Astray envió a la madre del Comandante Fontanes. LEGION EXTRAJERA. TNTE. C0RONEL JEFE MILLAN-ASTRAY. Ceuta 6 de Abril de 1922:
Doña Carolina Fontanes, viuda de Rodríguez. Muy respetable Sra. mía y amiga:
En Ceuta, hoy, recibo su carta y, antes de continuar, he de decirla que desde el día 18 del pasado mes estoy pensando en escribir a Vd. esta carta, pero es tanto mi dolor, tanto el sentimiento y la pena que me embarga, que no he podido encontrar el momento de reposo espiritual suficiente para dedicarla a Vd. el homenaje merecido a su glorioso hijo el Comandante de la Legión Don Carlos Rodríguez Fontanes, mi entrañable amigo, mi mas buen compañero y uno de los mejores Jefes de este Cuerpo. Recordaré toda mi vida como ocurrió el hecho: Fue el día 18 de Marzo de 1922 en que salimos los legionarios, mandados por mí y formando parte de la vanguardia de la Columna del General Berenguer, para operar contra los cabileños de Beni-Said, dormimos la noche anterior en Ichtiuen y a las seis y media de la mañana emprendimos la marcha; por cierto que un operador do la Casa Pathé sacó una fotografía cinematográfica del pobre Carlos marchando a caballo al frente de su Bandera, he de procurar por todos los medios el recabar una copia y procuraré enviarla a Vd. para que la sirva de recuerdo por ser hecha el día de su muerte. El tiroteo con el enemigo empezó a las siete y media de la mañana. Carlos iba con su Bandera a mi izquierda, ocupamos una posición, nos detuvimos en ella y después partimos al asalto de las casas de Anvar y en la de la derecha me volví a reunir con él dándole instrucciones para el segundo asalto de la loma del Collado, se efectuó este y una vez en él avanzó Carlos con dos Compañías de fusileros y una de ametralladoras a otra posición mas avanzada en donde se mantuvo todo el día en combate con el enemigo hasta las cuatro y media de la tarde que recibimos la orden del repliegue, esperé a Carlos en el Collado, se incorporó a mi, bajarnos juntas los dos, él a pié y yo a caballo, hasta la media ladera de la altura de la casas de Anvar en donde habíamos estado por la mañana y en donde Carlos había de quedarse de guarnición así como yo en la de la izquierda; serian próximamente las cinco o cinco y media de la tarde, y como él tenía que quedarse allí y yo ir bastante lejos, me despedí de él, como siempre muy cariñosamente; el enemigo empezaba a atacarnos de cerca y duramente, pero en aquel momento todavía nosotros en esta última fase del combate no teníamos bajas (naturalmente, durante el día habíamos tenido bastantes). Yo marché a mi Posición y desde el momento en que me separé de él se desarrolló por todas partes, lo mismo en donde él se quedó que en donde yo iba, un fuerte y duro combate muy cercano entre los moros y los legionarios que terminó con la victoria completa de estos sobre los moros a los que hicieron huir en franca derrota dejándose muchos muertos, pero no sin habernos causado bastantes pérdidas y dolorísimas entre ellas la de mi pobre Carlos Fontanes que nunca olvidaré. Según supe después, a los pocos momentos de separarse de mi y al arreciar el fuego, un legionario cayó herido cerca de Carlos y éste, con el espíritu admirable que siempre le adornaba en todos las actos de su vida, como padre, como caballero, como cristiano y como militar, se dirigió al herido, despreciando el peligro suyo personal, para animarle diciéndole que no tenía nada y que marchase y en aquel momento recibió una cruel herida que le atravesó el vientre; su Ayudante el Teniente Lizcano de la Rosa lo ayudó a subir a la posición, a pesar de estar él también herido de un balazo en el talón del pié izquierdo; aquella noche no pude ver a Carlos por estar al frente de mi Posición y ser un puesto que no podía dejarse ni un momento solo, pero en la mañana del día 19, en cuanto se hizo de día, era tal mi angustia e interés, unido al cariño fraternal que le profesaba, que monté a caballo y marché inmediatamente a verle, encontr6ndolo en estado, dentro de su gravedad, satisfactorio; porque había sido suministrado de inyecciones que le habían reanimado mucho; ya comprenderá Vd. Sra. mía, que tuve que dominar todos mis sentimientos naturales en aquel momento haciendo un supremo es fuerzo de voluntad me manifesté ante él alegre y optimista infundiéndole alientos y esperanzas, convenciéndole de que no tenía mucha gravedad y quedó tranquilo y se durmió pronto; cuando volví, para despedirme de él estaba dormido, me quedé un largo rato a su lado velando su sueño y después hube de marchar por ser necesaria mi presencia en mi puesto; estuve todo el día preguntando por é1 cada cuarto de hora por el teléfono y me daban noticias tranquilizadoras, llegó la noche y de madrugada, según supe a la mañana del día siguiente, entregó su alma a Dios cristianamente, serenamente y sin sufrir. Así murió por la Patria su glorioso hijo el Comandante Rodríguez Fontanes.

Fue conducido a Melilla y el día 21 por la mañana fué enterrado al mismo tiempo que otros oficiales de otros cuerpos que hablan tenido igual glorioso fin, asistió el General y todas las representaciones militares para rendir homenaje debido a las infinitas simpatías y admiración personal que por él todos sentían; reposa allí rodeado de sus oficiales legionarios; mi hermana, la Sra. de Guedea, mantiene flores frescas en su tumba, pues lo conocía y apreciaba mucho, yo no pude asistir al entierro por tener que continuar en mi puesto al frente del enemigo, pero en cuando llagué a Melilla fue mi primera visita para él, a donde fui a visitarlo, a rezar y a cubrir su tumba de flores con mis propias manos. Los legionarios cuidaremos de su tumba, cono las de todos nuestros compañeros, y pondremos una lápida que señale el lugar en donde reposa.

Su vida en la Legión fu8 el mas alto ejemplo de espíritu militar, de entusiasmo militar, de abnegación y sacrificio, dedicó todo el cuidado a sus oficiales y a sus soldados, era modelo de orden y disciplina, fue uno de mis principales colaboradores en la organización de La Legión Extranjera, me ayudó con lealtad acrisolada y tengo la seguridad de que sentía por mi tan profundo cariño cono yo siempre tuve para él; era su vida privada la de un santo dedicando todo cuanto ganaba al cuidado de sus hijos y pasando él personalmente privaciones que, aunque dignamente las ocultaba, a los ojos de los compañeros en vida tan íntima no podían pasar desapercibidas, tan ejemplar conducta da la seguridad absoluta, respetable amiga mía, que su hijo está en el Cielo y su conducta ha dejado aquí en la tierra un recuerda imperecedero e imborrable en el Arma de Infantería, en el Ejército y en la Legión, que nos servirá de norma para la conducta de todos. He dispuesto que su nombre, en letras de oro, figure en un cuadro de honor, él solo, que adorne el despacho del Jefe de la Legión entre el Retrato de SM. y el pergamino de la ejecutoria de la órden del ejército que se felicitaba a la Legión por su comportamiento en Melilla, entre los que era figura principal su hijo el Comandante Fontanes
En carta aparte de ésta le doy cuenta de otros detalles y datos que V, me pide, pues es mi deseo que esta carta sirva a V. y a los pobres huerfanitos como recuerdo y ejecutoria que les legó su glorioso padre, que dió la vida por España.

Estoy tan de luto corno Vds. ordené desde el campo que la Legión entera se sintiese de luto por la pérdida de aquel bravo, y no me quedan en este momento conceptos para expresar a V. con que demuestre mi admiración a aquel héroe, ni tampoco puedo enviarla otros consuelos que el relato de lo ya dicho, pues, solamente Vs. y sus hijos son los que me pueden igualar a sentir el dolor de haberlo perdido para siempre
Reciba de toda la Oficialidad y legionarios el mas respetuoso saludo, el ofrecimiento mas incondicional de todos, que estamos unidos por el que era de Vds. y era nuestro y hoy es de Dios y de la Patria, el glorioso Comandante D. Carlos Rodríguez Fontanes.

Con el mayor respeto beso a V. la mano Señora,
(Fdo.) José Millán Astray.

LA SONRISA DE FONTANES
Enrique Meneses en su libro titulado “La Cruz de Monte Arruit” narra lo siguiente:
“” ¡Pobre comandante Fontanes!; lo conocí aquellos días últimos de Dar Drius; me pareció un hombre extraordinariamente simpático. Su mirada revelaba una gran bondad, dulzura, un gran espíritu recto, leal, capaz del sacrificio por el amigo, por el ser querido, y, como más tarde lo demostró, capaz de morir como un héroe, como Cirano de Bergerac, restañando sus propias heridas, sintiéndose morir por momentos, contando los minutos que faltaban, preguntando con voz tranquila y resignada:

  • -Pero ¿no pueden curarme como es debido?…. ¿No llega Pagés….?

Gloria a ti, comandante Fontanes; tu nombre nunca fue tan conocido como el de los demás jefes de la Legión; muchos te apellidaban el comandante desconocido; pocas veces hablaba la prensa de ti; pero no te importe, quizás fuese tu galardón más preciado; tú, mientras, laborabas en el sublime silencio de los seres abnegados; tú no naciste para triunfar en la vida, tú naciste para vencer en la muerte””… (Continuará)

Bibliografía consultada al final del último capítulo

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