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La perspectiva de Nezar

Empezando a caminar

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Hace poco leí, precisamente en este medio de comunicación, que la Ciudad Autónoma celebró junto a la Federación de Asociaciones de Vecinos de Melilla la conmemoración de su veinticinco aniversario, y no solamente eso. En el artículo decía que el Gobierno de la Ciudad potenciará en lo posible a las asociaciones vecinales de nuestra ciudad y las hará el vínculo natural que enlace el status político del Gobierno con la ciudadanía.

Creo sinceramente que este es el principio, no solo de la democracia, sino de una democracia justa y elemental, de un sistema político que sirve para que los ciudadanos participen constantemente del organigrama gubernamental que votan en las urnas.

Si es cierto que el gobierno del Partido Popular intenta realizar con esmero y eficacia este sistema; el suyo, el de siempre, el "popular", entonces le será muy difícil a otras agrupaciones políticas coger su relevo. Porque si algo hay que decirle a nuestra clase política es que las ideologías pasan evolucionan y se desvanecen para que nazcan otras nuevas, sin embargo, los pueblos prevalecen. Por eso creo que en democracia la política más que ideológica ha de ser flexible a las necesidades e inquietudes populares y para ello el asociacionismo vecinal y ciudadano es imprescindible, y el estar ligado al mismo también lo es para el natural ejercicio de la política democrática.

Lo contrario de lo citado anteriormente sería la libertad popular de elegir a su déspota, y esa es la actual indignación que sufre la ciudadanía, cuyas consecuencias son impredecibles, tanto en lo bueno como en lo malo. Sin embargo, el hecho de tomarse en serio este tipo de funcionamiento social, poniendo a disposición de las juntas de portavoces vecinales un consejero de Asuntos Sociales o un vicepresidente donde la clase ciudadana y la política comulguen periódicamente para ver la dinámica social que debe tomarse en la ciudad, sería el principio real de un camino democrático. Da igual quien gane en las urnas, se lleve a cabo en el municipio que sea; no solo en Melilla, porque entonces, aunque las voces políticas pasen, se cambien y se renueven, las voces vecinales seguirán ahí, y la ciudadanía entonces no solo se convertirá en la servidora y la servida del Gobierno que ella misma ha votado, sino en el juez de dicho Gobierno, para volver a renovarlo o no. Entonces y solo entonces será cuando el pueblo tendrá el poder que no es otra cosa que el propio significado de la palabra "DEMOCRACIA".

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