Divagaban mis neuronas mientras tomaba el desayuno capitalista, con los mejores churros madrileños hechos en Melilla, por aquello de la descendencia corporativista que los peninsulares enseñaron cuan dádiva y premisa hacia los que fueron empleados, por aquello del desprendimiento encariñado sin ánimo de lucro.
Churros grandes y porras de mayor tamaño, hermosos de caoba piel como deben de ser para mejor mordida y saboreo. Y contemplando entre alegres ventanales del mirador del Nuevo California, los ires y venires de la ciudadanía, eme aquí extasiadomientras mi memoria, ésa de allende los mares sempiternos que, clavados en la mente de mi complicado cerebro, sueña con la juventud aquella de sensata y atrevida acción ante lo desconocido, la que sin trabas ni ambages exponía y hacia de su capa un sayo, sin pensar que la vida pudiera ser efímera y aleatoria en el campo de laesa misma vida que, nos mantieneentresueños de irreconocibles resultados por ajenos.
Hoy, ya pasada aquella juventud, solo queda la espera mientras ves o enteras de como otros vuelan inocentemente hacia la gloria que, por unos malditos en escondida acción urbana y la culpa amañada de terceros retorcidos fuera del campo de campaña. El honor ya no hace falta, solo vale la añagaza, la traición,la escoria mundana. Y ante tantos intereses escondidos, tiembla el alma de los impedidos, los impotentes ante tanta añagaza vinculada al humanismo, esa que germina dentro de tu hábitat y como yedra trepadora alcanzatu corazón erosionandotu cerebro, para luego sentirte engañado.Ydescreído ante tanta hipocresía ves como lastimeros se hacen con tu cocina, desde la opresión de la buena fe, por culpa de tanto engañoso liberalismo sin razón de ser, el que solo busca con el consentimiento sus beneficios económicos, culpando al dogma de intransigente, cuando es este el que te defiende de los abusos de “unos y de otros” sean ajenos o propios sin más fe que su propio peculio y abuso económico.
Pero dónde está la razón de ser, si por intereses económicos nos doblegamos a los otros, los que anteponen la internacionalidad a lo nacional entre sueños de psicópatas obsesiones de engreídos sabelotodo, cuando la realidad es que los cimientos nacionales son alimentados por nosotros mismos y si estos no existieran nos veríamos avocados al pasado aquel de tribus, al alcance de cualquier seísmo político. Claro que, desde la Constitución del 78 no figura en nuestro escudo nacional el estandarte de Asturias, que por ser la Cruz era un peso excesivo de llevar ante el hoy neo-liberalismo; osea la misma proclama que en Suiza. Simplemente que esta no fue negada por musulmanes “secesionistas”, sino por hipócritasde apócrifos tinos que del reino quisieron autonomías ¿para que? Pues, para llevarnosinconscientemente a los reinos de taifas o ha aquellos otros queanteriores eran tribus que ibéricos se decían, pero conscientes de eliminar un Estado Nacional de otras miras menos permisivas, donde todo no valía.Y no creo que haga falta que se digan de tantas anormalidades hoy presentes.
Y aquí me tienen, terminando el café con madrileño incluido, me refiero al churro; pero que le vamos a hacer “doctores tiene la iglesia” pero recordemos que el voto es nuestro y no nos debemos dejar engañar otra vez con cantos de “sirena”, quitándonos el tapaconas para poder ver mejor la pasarela y los airesde oportunas ideas.
