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El repuesto del diputado número 13

Jesús Delgado Aboy

Melilla is different, solemos decir. Efectivamente, porque cuesta creer que en otros lugares ocurra lo que aquí, y es que premiamos el transfuguismo con cargos públicos. Hemos convertido en presidente de la sociedad pública Promesa al tránsfuga Jesús Delgado Aboy, que lo es porque fue expulsado de su partido y se negó a entregar el acta de diputado, como si todo el mérito de haberla conseguido fuera suyo y no de las siglas por las que se presentó como candidato a las elecciones municipales de 2019.
Este nuevo capítulo del Juego de Tronos melillita tiene un trasfondo, y es encontrar un repuesto del diputado número 13 que es el presidente de la Ciudad Autónoma, Eduardo de Castro. En realidad, Jesús Delgado lleva siendo ese repuesto de manera extraoficial desde que se convirtió en un tránsfuga, en enero del año pasado. Todos lo hemos visto, votando en la misma línea del Gobierno aunque eso conllevara una contradicción con sus actos anteriores a su situación política actual. Dos claros ejemplos de ello son la retirada de la estatua de Franco, y ahora la retirada y demolición del monumento a los Héroes de España.
Pero claro, ese apoyo del tránsfuga no podía ser gratuito, y así es como intentaron convertirlo en presidente de la Comisión Especial COVID, de manera infructuosa. El siguiente intento ha sido nombrarlo en presidente de Promesa, para lo que primero Coalición por Melilla lo designó consejero suyo en el Consejo de Administración de la sociedad pública en diciembre de 2020. Han pasado ocho meses desde entonces y ahora, cuando media ciudad está de vacaciones, y menos polvareda puede levantar el asunto, lo proponen para que presida la entidad. Justo ahora, solo tres semanas después de que Eduardo de Castro se haya visto entre las cuerdas con la comunicación oficial de la expulsión de su partido.
Era urgente buscar rápido una alternativa para conservar esa mayoría en la Asamblea, aunque tanto De Castro como el Gobierno están intentando dilatar esa expulsión por la vía judicial -paradójicamente, los que más se quejan de judicializar la vida política son los que recurren a esa vía para salvar sus sillones-. Esa es la razón por la que ahora, en agosto, cuando Promesa acumulaba 17 meses sin presidente tras la dimisión de Julio Liarte, había prisa por contentar al repuesto del diputado número 13 y asegurar su apoyo. Sin escrúpulos y sin tener en cuenta que el transfuguismo es un cáncer del sistema político que ningún partido debería admitir ni, por supuesto, alimentar. Quienes lo normalizan y premian, como hace Coalición por Melilla con argumentos que no se cree nadie, deberían verse alguna vez perjudicados por esa lacra para comprobar que no todo vale en política y que el transfuguismo es una línea roja que no se debe cruzar nunca, ni siquiera cuando te podría beneficiar.
Por eso tampoco se entiende la abstención del PP, que se escuda en que siempre ha votado de esa manera en los nombramientos que corresponden al Gobierno. Cuando el candidato a situarse al frente de una entidad pública tan importante como Promesa es un pirata político que solo se representa a sí mismo, no hay abstención que valga. Nuestros políticos tienen el deber de salvaguardar nuestras instituciones y en este caso no lo han hecho los dos principales partidos de nuestra Asamblea: ni Coalición por Melilla, por presentarlo y sacar tajada del transfuguismo, ni el PP, por ponerse de perfil ante esta lacra. Vox tampoco sale bien parado por traer a la política local a personajes como Jesús Delgado. Ni el PSOE, que votó a favor de dar más protagonismo al tránsfuga en las comisiones en vez de arrinconarlo, como deberían haber hecho todos. Los melillenses no merecemos tanto infortunio con nuestros políticos.

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Redacción

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