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El ‘milagro’ de las placas solares: Facturas de la luz por menos de lo que cuesta un café

En Melilla, la 'revolución de los tejados' aún está lejos de alcanzarse. La energía fotovoltaica es clave para el ahorro en la factura de la luz y la disminución de la contaminación. Se necesitan bonificaciones fiscales y más información del gobierno para fomentar su adopción.
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En Melilla, la denominada ‘revolución de los tejados’ está aún lejos de alcanzarse.- Esta energía verde es clave no solo para el ahorro en la factura de la luz, sino también en la disminución de la contaminación

 

¿Una factura de la luz por poco más de lo que cuesta tomarse un café? Sí, es posible. Que se lo digan a los melillenses han apostado ya por la energía fotovoltaica, que convierte los rayos de sol en electricidad a través de placas solares. En Melilla, la denominada ‘revolución de los tejados’ está aún lejos de alcanzarse, tal y como cuentan a MELILLA HOY algunos de los que se han sumado a esta energía verde, clave no solo para el ahorro en la factura de la luz, sino también en la disminución de la contaminación atmosférica y de la huella de carbono que debemos conseguir, como imperativo, dentro de apenas seis años, según los compromisos firmados en la Agenda 2030.

Javier Bocanegra es uno de esos melillenses que ya han convertido su casa en una vivienda autosuficiente desde el punto de vista energético. Es de las pocas viviendas donde sigue habiendo luz cuando en la ciudad hay un apagón, como sucede en instalaciones críticas como el hospital, por ejemplo. Esto se debe a que en su día hizo una instalación muy completa, equipada no solo por paneles y batería, sino también con un backup. Este aparato funciona de manera similar a esas pequeñas baterías, cada vez más frecuentes en casas y oficinas, a las que se conectan los ordenadores y otros electrodomésticos delicados para evitar que se averíen por una interrupción abrupta de la alimentación en caso de apagón.

Bocanegra se reconoce entusiasmado con la energía fotovoltaica. “Un friki de este tema”, admite entre risas mientras muestra con cierto orgullo la instalación que ha hecho en su casa. Solo ve ventajas a este sistema y no comprende cómo en Melilla aún no se ha apostado por ella “como si no hubiera un mañana”, no solo los ciudadanos, sino también las administraciones públicas encargadas de las ayudas, bonificaciones y desgravaciones que conllevan esta apuesta por la energía renovable más popular en nuestro país.

 

Ayudas

Sobre todo cuando, según explica este melillense, las ayudas, que llegan la mayoría de fondos europeos Next Generation, podrían tener una próxima fecha de caducidad con una posible desaparición dentro de un par de años. Tiene claro que cuando eso ocurra, “ya nadie invertirá en instalaciones de plantas fotovoltaicas”, y prevé que entonces llegarán los lamentos “por haber perdido este tren” que ahora permite, entre ayudas y desgravaciones, cubrir una gran parte de la inversión que requiere.

Para muestra, el botón de un caso real en Melilla, donde alguien que se gastó alrededor de 20.000 euros en una potente instalación fotovoltaica en su casa terminó pagando apenas 3.000 euros entre las ayudas del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) que recibió y las desgravaciones del IRPF a las que tuvo derecho una vez dado este primer paso.

 

Bonificaciones fiscales

Pero, como apunta Javier Bocanegra, el ahorro puede ser mayor, pues una vez terminada la instalación, llega el momento dulce de decir adiós al miedo a final de mes, cuando llega la factura de la luz a casa, especialmente en los últimos tiempos, en los que la guerra de Ucrania ha disparado los precios de todo, especialmente de la energía. Hasta tal punto, que ya provocó una migración de europeos hacia España en el invierno pasado, al calor de la excepción ibérica, para no arruinarse a la hora de pagar la factura eléctrica.

“Se podría ir más allá en ese ahorro si en Melilla se consiguiera lo que estamos pidiendo muchos de los usuarios de energía fotovoltaica, y es que haya bonificaciones fiscales por la compra de los equipos necesarios en la instalación, como los paneles y las baterías”, apunta Bocanegra.

Él defiende, en concreto, dos medidas al respecto: la bajada del IPSI en la compra y del IBI en los inmuebles que demuestren esa mayor eficiencia energética, de la misma manera que ya han hecho en otros lugares de España. “Igual que el coche y las bicis eléctricos tienen un IPSI del 0,5 % frente al 10 % del resto de vehículos, en esto también debería ocurrir lo mismo porque el fin es el mismo: menos contaminación, en este caso con las renovables”, ha señalado este melillense, que ha ido personalmente a plantearlo a la Ciudad Autónoma. Según dice, allí han visto con buenos ojos la propuesta, aunque aún está pendiente de que se materialice.

Sin embargo, lamenta que las administraciones públicas aún están lejos de esa concienciación que deberían tener y promover entre la población en este campo, pues “ni siquiera reman juntas en la misma dirección con las desgravaciones” o bonificaciones. Tampoco a la hora de facilitar información a la ciudadanía, que es otra de las razones que más desaniman a apostar por las renovables a quienes quieren hacerlo o, al menos, empiezan a tener interés en esa vía.

De ahí la importancia, subraya Bocanegra, de elegir empresas que no solo se limitan a realizar la instalación, sino que amplían su campo de acción al asesoramiento y la tramitación de las ayudas, que es otro de los momentos en los que la ciudadanía se siente más perdida por la falta de información, la cantidad de documentos que hay que tramitar y la tardanza en la llegada del dinero.

Pero, pese a esas dificultades, cuando alguien le pregunta por este tema, Bocanegra no duda en intentar hacer ver el lado positivo de dar este paso, “una inversión” en la que hay que tener en cuenta el plan de amortización, a cuánto se eleva el ahorro en luz, la forma sostenible de hacerlo y el respaldo de las administraciones que se consigue en forma de ayudas, desgravaciones y bonificaciones, además del valor añadido que se aporta a una casa que se puede recuperar y trasladar en caso de venderla.

“No es un problema de espacio, porque un panel solar ocupa dos metros cuadrados; tampoco de dinero, porque se recupera gran parte con las ayudas y desgravaciones y hay financieras cuyo ‘producto estrella’ actualmente es un préstamo para hacer estas instalaciones. Tampoco es un problema de tiempo, porque una instalación se tarda unos cuatro días en montar; ni de mantenimiento, pues las placas se limpian con un manguerazo y tienen una vida útil de entre 25 y 30 años, además de una garantía de diez años. Pero, en caso de rotura, una placa suelta cuesta unos 200 euros”, calcula.

Unos ocho paneles solares, instalación media en Melilla

Cada kilovatio pico instalado, que son unas dos placas, producen en Melilla alrededor de 1.600 kilovatios por hora al año, según apuntan a este Diario desde Audemel, una de las empresas que trabajan en este sector. Una vivienda puede consumir en 12 meses unos 5.000, de ahí que la instalación media en una vivienda sea de ocho panele, que requieren 16 metros cuadrados y alrededor de 7.000 euros de inversión, sin batería para almacenar, pero sí con batería virtual, que permite verter el excedente de energía y seguir ahorrando en la factura.

Eso es, de hecho, lo que más se suele demandar en viviendas de nuestra ciudad, aunque también hay ya un par de centros educativos que se han pasado a la energía fotovoltaica e incluso comunidades de vecinos, atraídas por las mayores ayudas y desgravaciones que ofrecen las administraciones para las instalaciones de uso compartido con las que los vecinos quieren aprovechar cubiertas “abandonadas” en su bloque o incluso “alquilar” energía a otras personas que viven fuera de él, hasta un máximo de 2 kilómetros de distancia.

El Medio Ambiente, otro de los grandes beneficiados

Pero el beneficio económico no es la única ventaja de apostar por la energía fotovoltaica. También el medioambiental, subraya Bocanegra al recordar que actualmente, en nuestra ciudad, para producir un kilovatio de electricidad se necesitan 200 gramos de fuel oil. Una tonelada al año para una vivienda media que consuma 5.000 kilovatios al cabo de los 12 meses, 40 millones de kilos en el conjunto de la ciudad, con el impacto que eso supone para el Medio Ambiente.

Por eso este melillense es un gran defensor de este tipo de energía y de producirla “como si no hubiera un mañana” aprovechando que en nuestra ciudad se dan las condiciones idóneas para sacar partido a los paneles solares. Porque, además, la digitalización e información en tiempo real de producción y consumo que permiten este tipo de instalaciones también fomentan una educación y concienciación medioambiental que podría ayudar a ahorrar. “Melilla tiene que sumarse a esa revolución de los tejados, aunque hoy por hoy ni siquiera se conozca aquí esa expresión. Tenemos que conseguirlo porque somos unos claros demandantes”, anima Bocanegra.

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Redacción

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