Está claro que hay que opinar y escribir de todo, y si es de temas actuales más aún, aunque ya sea cansino darle tantas vueltas a Cataluña, desde Les Cases D’Alcanar (primer pueblo después de Castellón de triste recuerdo) hasta el Cabo de Creus o desde El Delta del Ebro a la Seu D’Urgel colindando con Andorra y donde grandes sumas de calés, pelas, de guita o parné sabe y mucho Pujol y familia y puede que presuntamente sepa mucho también otros que han mandado antes en el Govern o mandan ahora.
Esto es lo que hay. Como cuando pasados algunos años te sale un hijo contestón, puedes hacer oídos sordos un tiempo, pero en algún momento tendrás que gestionar sus quejas. Si se te ha puesto desafiante, mucha parte de culpa es tuya. Te ha faltado inteligencia en la gestión de esa autoridad, no has cortado a tiempo según qué impertinencias y no has sabido reconocer algunos de sus progresos. Pero una cosa es que se te suba a las barbas y otra, que cuestione las normas elementales de convivencia. Además de crear precedente y contagiar la actitud de permanente desobediencia entre los tuyos, que son los suyos también, tu casa corre el peligro de convertirse en un reino de Taifas. Lo peor es cuando el insurrecto te viene con argumentos del tipo: <