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El cuadro de la llegada de Pedro de Estopiñán a Melilla ya está completamente restaurado

La restauradora Vanessa Martínez Claro, junto con el cuadro ‘la llegada de Pedro de Estopiñán a Melilla’, pintado por Vicente Maeso en 1950

El trabajo, realizado por la restauradora Vanessa Martínez Calvo, comenzó a mitad de 2019 y ha tardado seis meses en restaurarlo por completo. -Treviño destaca la labor “muy minuciosa” que se ha desarrollado

La armadura del conquistador Pedro de Estopiñán y de las del resto de las huestes del duque de Media Sidonia ya vuelven a lucir inmaculadas en el Palacio de la Asamblea. Y es que la restauración del cuadro de Vicente Maeso en el que se representa la llegada del militar español a Melilla ha finalizado. El trabajo, que comenzó a mitad de 2019, ha sido realizado por la restauradora Vanessa Martínez Calvo, la cual ha tardado seis meses en restaurarlo por completo, consiguiendo que cada tramo de la obra recuperase su aspecto original, tanto en el blanco de las velas de los barcos en los que arribaron como en la intensa luz del sol que baña con un brillo especial la figura de Estopiñán.

«Cuando se decide restaurar aquí en el ayuntamiento se restaura la parte del reverso de la obra, y en ella nos encontramos una gran cantidad de polvo acumulado y se había rajado la tela de la parte superior por el peso de la obra», relata Martínez Calvo, que afirma que la «gran problemática de este es que estaba descolgado. «Tenía un bastidor muy fino y el peso de las dos telas había hecho que rajara la parte de arriba», explica, añadiendo que a razón de este inconveniente deciden cambiar el bastidor, se limpia, colocan parches en las zonas que se habían agujereado por las tachuelas, y se le pone una tela nueva en los bordes para que se pudiera tensar en el nuevo bastidor.

Una vez que concluyó la restauración de la parte de atrás, subieron el cuadro a su lugar original y comenzaron con «la pintura al reverso». «Antes de este proceso, a la pintura se le pone un papel y se protege para toda la intervención de la parte de atrás para que esa pintura, una vez que se utilizan herramientas como el bisturí o el escalpelo, no sale la pintura y se nos caiga a la hora de trabajarla», explica, afirmando que el principal problema que tuvo este proceso fue que el cuadro empapelado tomó «mucho tiempo», lo que provocó que la protección que llevaba se «cuarteó y estaba muy dura». «La eliminación de ese papel fue un problema a la hora de quitarlo, pero con mucha paciencia y con mucha dedicación se ha retirado el exceso de cola que tenía la obra», cuenta.

El otro problema al que tuvieron que enfrentarse fue que el cuadro, entre las dos telas, había perdido «toda la capa pictórica porque había saltado», por lo que tuvo que estucar, enrasar y volver a reintegrar. «Los restauradores siempre restauramos o bien con raya, o bien con punto, nunca intentamos imitar la pincelada del autor. Se tiene que ver muy bien, o por lo menos a ojos del restaurador, de que eso lo ha hecho el restaurador y no es original», señala. En cuanto al marco, Calvo asegura que este tenía una “corladura” que había tapado una zona plateada, por lo que se procedió a eliminar “toda la corla” y se volvió a integrar la parte donde se había perdido el oro y la plata y se protegió.

El mantenimiento del cuadro consistirá en comprobar de vez en cuando que la tela está bien tensada y que no haya problemas de descolgamiento. “Si se ve que está muy destensada, como el bastidor tiene unos encajes por detrás, solamente es meter una llave y apretarlo. Entonces se aprieta, el bastidor abre y tensa la tela”, explica al final.

La consejera de Cultura, Elena Fernández Treviño, por su parte, ha destacado la labor “muy minuciosa” que se ha llevado a cabo para la restauración del cuadro.

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Redacción

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