En esta serie de recuerdos de mi infancia y juventud, no podía faltar hacer mención al bar El Caracol.
Este establecimiento, tiene por derecho propio, un lugar en la memoria de los melillenses que tenemos cierta edad. Cuando yo comencé a frecuentarlo con mis amigos, ya estaba considerado como uno de los bares más antiguos de Melilla, famoso por sus tapas, la estrella de estos aperitivos, era sin lugar a dudas el referente de su nombre.
Los caracoles picantillos, que tanto éxito llegaron a tener, pues todas las tardes, laborables o festivas este establecimiento estaba lleno de parroquianos y nunca cuando bajábamos al centro, dejábamos de hacerle una visita.
Recuerdo perfectamente la gran cantidad de caparazones de caracoles que cubrían el suelo de la barra y el sonido que producían al pisarlo, semejante al que se hace cuando se pisa pan tostado, a pesar de que muy continuamente uno de los camareros se dedicaba a recogerlos.
En definitiva, El Caracol era un local con solera tan conocidos por los melillenses como El Pueblo o el Ayuntamiento.
Esperando que os guste esta ilustración, aprovecho para desearos un feliz fin de semana.