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Eduación sexual sí, pero bien, por favor

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En el cole, desde muy pequeñitos, nos enseñan mates, lengua, ciencias, idiomas reiteradamente… Sin embargo, es poco más que curiosa la forma de enfocar las clases de educación sexual, si es que tuvimos la suerte de recibir alguna. Éstas están, en su mayoría, enfocadas a dos aspectos: Enseñar la anatomía reproductora y aterrorizar, más que informar de todas las infecciones de transmisión sexual y los peligros que conlleva practicar sexo. Estamos enfocando la educación sexual únicamente hacia el aspecto negativo. Enfatizamos peligros en vez de educar para que los jóvenes tengan una educación sexual saludable.
La sexualidad está en muchísimas partes: al vestirnos, al conocer a una persona que nos gusta, cuando tomamos la decisión de elegir un método anticonceptivo, en la forma en la que nos mostramos ante los demás, en nuestros sueños…Además la sexualidad está presente toda nuestra vida; desde que nacemos hasta que nos morimos estamos decidiendo sobre nuestra identidad. Por lo tanto, no entiendo por qué no está más presente en nuestros planes educativos.

Puede que exista más desinformación que información. Estamos en una época social en la que creemos saberlo todo o sabemos que podemos encontrar aquello que nos genera curiosidad en la red… Sin embargo, esto puede generar confusión y distorsión de la realidad.

La sexualidad es un concepto más complejo de lo que nos han hecho creer. Desde que llegamos al mundo vamos construyendo nuestra identidad de género y eso nos hace vivir la sexualidad dependiendo de ella. La sexualidad también abarca nuestra orientación sexual, la intimidad, el placer, la capacidad reproductiva, los vínculos afectivos con los demás…Y todo ello se refleja en aspectos intrínsecos como los deseos, nuestras actitudes, valores, fantasías, comportamientos….

Pero la cosa no es tan sencilla… Además, la sexualidad y todo lo que conlleva está enormemente influenciado por aspectos de todo tipo: biológicos, culturales, sociales, económicos, históricos, religiosos, políticos, legales,…
La mayoría de las veces nos negamos a hablar en serio del tema. Creemos que para los niños y niñas es un tema tabú, nos negamos a hablar abiertamente de nuestras inquietudes o historia sexual, También nos oponemos a cuestionar muchos de los estereotipos de género que existen y cuestionar también qué dicta la ley sobre nuestro propio cuerpo.

La educación sexual debe incluir competencias para cuestionar la información que nos llega sobre sexualidad. La sociedad y sus correspondientes estereotipos de género nos dicen constantemente cómo debemos actuar, sentir… y cuando nos salimos de los patrones establecidos creemos que hay algo mal dentro de nosotros. Nos achacamos la culpa a nuestro propio ser y ni si quiera nos planteamos que puede ser algo muy normal que también le puede estar pasando a otras personas.

Esta problemática se acentúa en la edad infantil. Un niño o una niña no entiende qué pasa si empieza a sentir atracción por su mejor amigo o amiga del mismo sexo. Van a crecer sintiendo culpa porque el patrón social les está indicando que no es lo normal… La línea que existe entre el género masculino y femenino no está del todo clara… Esto conlleva que en muchas ocasiones, debido a las convenciones sociales, juzguemos qué está bien o qué está mal… Hablar de género implicaría educar a los niños y a las niñas en la idea de que ser mujer significa ser fuerte e independiente y que su valor no se mide por la belleza; o inculcarles a los niños que los hombres pueden y deben ser sensibles, llorar, mostrar sentimientos. Educar a las niñas y niños en la diversidad de género conllevará menos violencia machista y posiciones sumisas. Pero sobre todo, hay que educar para la felicidad, para que niña o niño independientemente del sexo que tenga haga lo que desee con su vida y su cuerpo.

Por lo tanto, en educación, hablar de sexualidad no debe limitarse a hablar de genitales y métodos de prevención del embarazo y enfermedades de transmisión sexual; sino que el concepto debe abrir muchos más horizontes y plantear que existe la diversidad en nuestro entorno sexual. Cada persona tiene diversidad de prácticas, de opiniones, de necesidades, de gustos,… ¿Hay alguna mejor que otra? ¿Debemos sentir culpa por salir de patrones socialmente establecidos como normales? Es necesario que desde edades tempranas, los peques y adolescentes estén familiarizados con esto. Así encontrarán mucha más diversidad de formas de vivir su género y su sexualidad. La educación sexual integral e integrada en el currículum educativo formará personas más incluyentes, respetuosas, felices y libres.

Rocío Felices Cañabate

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