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De inmigración y del ‘melting pot’. Y de OTAN y Ucrania

La inmigración masiva es un fenómeno acelerado por el fácil acceso a los medios de transporte y la información global. Sin embargo, la falta de integración y las tensiones sociales están comenzando a desestructurar las sociedades occidentales. También ha provocado reacciones negativas en la población y ha creado un impulso hacia políticas más restrictivas.
PARA GONZALO

La inmigración masiva es un fenómeno social de reciente aparición, en términos históricos. Si bien siempre han existido las migraciones, la facilidad que los actuales medios de transporte proporcionan a los que desean emigrar, es un factor acelerador importante. Pero también lo es, quizás aún más importante, el conocimiento de lo que hay más allá del horizonte. Los medios de comunicación social han permitido ver a la mayor parte de la población mundial que, en otras partes del mundo, se vive mejor o incluso mucho mejor que en donde ellos habitan.

En los Estados Unidos, que cito por ser el país en que se acuñó el término ‘melting pot´ que a continuación describiré, tras una masiva ola de inmigrantes a finales del siglo XIX, el fenómeno migratorio se contuvo hasta que, en los últimos 50 años, de nuevo se incrementó en lo que en física llamaríamos un movimiento uniformemente acelerado. El término ‘melting pot’ se refiere a una situación migratoria ideal, en la que al recibir un proporcionalmente reducido número de inmigrantes de similares características culturales y étnicas, se facilita el que los nuevos llegados se ‘disuelvan’ en la sociedad que los recibe, del mismo modo que, si al hacer un guiso de garbanzos, le añadimos una pequeña cantidad de carne. Seguirán siendo garbanzos, pero le habremos añadido algo que complementa el guiso, sin cambiarlo.

Las inmigraciones masivas globales del siglo XXI tienen pocos precedentes. En gran parte de Europa, América del Norte y Oceanía, la proporción de la población residente nacida en el extranjero está ya, o se acerca mucho, al nivel más alto registrado históricamente. Además, una de las características fundamentales del concepto migratorio antes descrito, no se cumple o lo hace mínimamente. La mayor parte de la inmigración no comparte características culturales y étnicas con la población que los recibe, dificultando en gran medida la deseada integración.

Pero la integración no es solo deseada, es necesaria, ya que de lo contrario se llega con gran frecuencia a la existencia de amplias zonas desintegradas, marginales, como las que vemos en las grandes ciudades de Europa y de todo el mundo, que tan solo comparten el acceso con frecuencia restringido a la economía local. Ya escribí anteriormente sobre los ‘shaterbelts’, los cinturones de quiebra, que ahora se encuentran en el interior de los países, de las ciudades, y son origen de conflictos con demasiada frecuencia violentos y generalmente iniciados por los inmigrantes, como los que recientemente se han producido en París. Al escribir esto no estoy haciendo un juicio de valor, sino reflejando una triste realidad: las sociedades occidentales están empezando a desestructurarse.

Además, esta escala de inmigración masiva tiende a ser impopular entre los residentes de los países de llegada. La inmigración ilegal es especialmente impopular porque alimenta la sensación de que las leyes de un país no importan. Pero grandes cantidades de inmigración legal también molestan a muchos votantes. La inmigración récord a los países ricos con su efecto reductor sobre los salarios más bajos y, en Europa en particular, con el alto coste económico que suponen las políticas sociales integracionistas, está provocando reacciones significativas en todo el mundo, impulsando a los siempre indeseables partidos populistas de cualquier signo y presionando a los gobiernos para que endurezcan las políticas encaminadas a detener la ola migratoria.

Las reacciones de la sociedad repiten un largo ciclo en la política de inmigración. Las empresas constantemente presionan por leyes de inmigración más liberales, porque eso reduce sus costos laborales y aumenta las ganancias. Obtienen el apoyo de políticos pro-empresariales de la derecha y líderes pro-integración de la izquierda, lo que lleva a políticas de inmigración que son más liberales de lo que quiere el votante promedio. Muchos de los autodenominados partidos ‘progresistas’ han descartado las fundadas preocupaciones que genera la inmigración masiva, como un mero reflejo de la intolerancia que necesita ser derrotada.

Pero favorecer niveles más bajos de inmigración no es inherentemente intolerante o solo defendido por partidos ‘de la derecha’ europea. Los países grandes más prósperos de África, Asia y América del Sur tienden a tener porcentajes mucho más pequeños de su población nacida en el extranjero. Japón y Corea del Sur hacen que sea particularmente difícil para los extranjeros entrar.

Las relaciones forman los bloques de construcción fundamentales de las interacciones humanas, ya sea dentro de las familias o de las comunidades interétnicas. Ambos tipos de relaciones debieran compartir elementos comunes, como el afecto o el amor, la confianza y la comunicación, al tiempo que presentan dinámicas únicas influenciadas por factores culturales, históricos y sociales.

Para tener éxito, las comunidades o personas que se relacionan deben compartir vínculos emocionales, valores y capacidad y voluntad para la resolución de conflictos. Si bien en algunos casos de ‘ciudad laboratorio’, generalmente con una población muy pequeña, es posible acercarse a ese ideal, con frecuencia no es ese el caso. Por ejemplo, la existencia cada vez más frecuente de partidos políticos que buscan la confrontación como herramienta de captación de votos. O los partidos de militancia ampliamente desintegrada culturalmente -siendo la religión con frecuencia un factor desintegrador de primer orden.

Por el contrario, los factores que dificultan la convivencia son la diversidad cultural, las dinámicas de poder que requieren de la creación de consenso entre individuos con diversos antecedentes y perspectivas y la dificultad de obtener satisfactorias relaciones interétnicas entre grupos que no siempre tienen intereses compartidos.

De OTAN y Ucrania.

Tan solo una nota para reflejar el consenso obtenido en Vilna, dentro del ámbito de la OTAN, para seguir apoyando a Ucrania y para garantizar su futuro militar y económico. Como siempre, los países del antiguo Pacto de Varsovia fueron mucho más vehementes en el apoyo y las viejas democracias occidentales, no tanto. Una reclamación del presidente de Ucrania, la presentación de un calendario de adhesión de su país a la OTAN no ha sido atendida.

Escribiré sobre ello más adelante, cuando sea posible observar cómo se materializan los apoyos.

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Gonzalo Fernández

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