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El Candil

Curiosidades

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Hace ya unos días que, habiendo tenido que hacerme un análisis en el Centro, me encuentro con algo que me dejó perplejo. Y eso que ese cierto sexto sentido que tenemos me hizo sentir algo raro, pero como quiera que empiezo a sentir la ancianidad pues como que no hice caso a tal sentido.

El resultado es que a pesar de llevar en mi cartera un apósito tiritas, por eso de algún rasguño o pinchazo que haga salir la sangre a “borbotones” debido a los medicamentos que tomo y para evitar mancharme la ropa; pues resulta que después de hacerme la extracción me dan un pedazo de algodón encharcado de alcohol para que lo sujete al mero estilo de ¡un corte de manga! No me dieron el trozo de esparadrapo que antes te ponían, y con un “cinco minutos”, hala, a la calle. Al salir a la sala, intento sacar mi billetera y mira por donde se desplaza el amasijo de algodón prensado y ¡zas!, un arroyo de sangre corre por mi antebrazo, intento sujetar el algodón, mancho la camisa con mi sangre derramada, coloco el amasijo de algodón como puedo; retorciéndome entre quejos de mis articulaciones, consigo desempaquetar la tirita, la pongo y con el brazo en signo de poder blanco, llego a casa, para evitar que mi camisa se fuera a hacer puñetas si se llegase a secar la sangre. En el trayecto pienso que me llamó la atención que saliesen más “extraídos” con tal corte de manga. Pensé que era efecto de ¡los recortes!… Cuando llegué a casa quíteme la camisa, eché agua oxigenada y sacando mis experiencias domésticas, restregué y aclaré la mancha. Me quedó maravillosa (la camisa) y me libré de una buena reprimenda.

Pero cuando me presento en la consulta de la doctora para ver qué resultados tenía el análisis, en casa leo que la hematología no se ha hecho por la falta del tubo tapón morado. Recuerdo que cuando la “vampira” sacó la sangre, observé que fueron dos tubos y lo normal en mí es que sean tres, me extraño, pero como soy obediente, callé. A mí, cuando voy a la extracción, me gusta la haga una mujer, pero otra cosa es que me la haga una diva ahorradora de esparadrapo o de tubo, sea este de Podemos, del PC o de C’s, aunque me gustaría más fuese azul Cielo. Pero a lo que íbamos, que es curioso los detalles que nos pasan con la administración del Estado (y eso que remarco el Sintrón) aunque como me decía Abdeselam ¡ojo!, que puede ser una negligencia… Pues tienes razón, le dije.

Normalmente las tres que suelen extraer, lo hacen mejor; cuando hay alguien nuevo o nueva ¡ojo!, no sé si es que sustituyen cabreados o que han perdido práctica, la realidad es que el pinchazo y el tacto no es el mismo. Si encima las manazas son de varón y los dedos le sirven para empujar la vena al lugar donde han clavado la aguja, entonces ¡sólo entonces! Te haces pipí, miras al techo, disimulas tu valentía ante tal ataque a bayoneta calada y esperas que pase la batalla lo antes posible. Por supuesto que de ante mano tienes la batalla perdida y por eso, sólo por eso, debieras ser declarado a tu “muerte” ¡Héroe de España! Por la gracia de Dios en la Purísima, y con placa, mejor; la hornacina no hace falta.

Me recuerdan estas actitudes, aquel mí tiempo en el glorioso Servicio Militar en la heroica Armada, que me tuvo el brigada enfermero con un flemón por culpa de la muela del juicio a base de ¡aspirina!… mes y pico, cuando se lo dije al oficial odontólogo a su pregunta, puso cara de circunstancias; fue para verle. Me operó con la quita de un molar que obstaculizaba a la del juicio, que tan tarde me salió (22 años). El molar, tenían tales raíces que “partió a la altura de la base de la corona”, luego para sacar las raíces ¡Con sacacorchos! Después de hora y cuarenta minutos, sacó la del juicio en un ¡Pis Pas!, tal era mi inconsciencia.

Igualito que ahora, que para sanearte la boca, solo sabe la seguridad social el extraerla aunque estén limpias de polvo y paja, que tal fueron los dolores que tenía yo que dije ¡quítela! al quitarlas, se fueron los dolores. Y exclamó la odontóloga aquello de ¡qué lástima! ¡Está limpia! La siguiente, después de haber hecho una limpieza de boca (200 €) me mandan hacer un curetaje dental, y en vista de la clavada anterior hícemelo en Beni Enzar ¡fantástica! Y encima 40 euros las dos atenciones. Otra vez, la última y ya en la ancianidad, recomiendan que me haga una limpieza por ultrasonidos, dada mi condición de sintronista y como consecuencia de que al tomar el antibiótico con ácido clavulico o algo así por el estilo, me pegó un ataque que, hasta los huesos me dolían. Y fue tal mi extrañeza de tal dolor bestial que, me leí el prospecto y he aquí que este también daba como rareza posible el tal “dolor de huesos”, el que hizo romper mi cierta calma de intensidad fibromiálgica. O sea que, todo tiene una correlación y hay que andar con pies de plomo. Y si esto no es curioso ¡venga Dios y lo vea! Espero le sirva a usted lector de algo.

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