La primavera que vivimos ha renacido mientras la humanidad se ha parado. Hoy la vemos desde las ventanas o a través de la televisión o internet. También lo hacemos con los niños o con todas aquellas personas que salen de los hospitales tras superar a este virus invisible que mata.
Es la esperanza verde de fuera y de dentro, es el esfuerzo de hombres y mujeres de agarrarse a la vida o de cumplir con una vocación hecha profesión. Deseamos reencuentros donde las palabras guardadas muestren sentimientos que hoy llegan a esa cama de hospital. Y Celia te contará este tiempo entre paréntesis, pero seguro después del silencio que envuelve un abrazo. Sobran palabras y luego llegarán, como las de Andrés, que ha ocupado tu sitio al lado de Mariví, eterna compañera por los caminos de la vida y que añora horas de lectura a dos. Carlos le debes una comida a Eugenio, que también ha echado en falta tu llave abriendo la puerta y la mirada de cariño más allá de la sangre. Se han vaciado los espacios públicos, la silla o el vaso para llenarlos muy pronto y saborear lo que creíamos pequeño pero que nunca deja de merecer la pena. Es el reto que nos hemos propuesto. Y Juana sigue pendiente de un móvil, pero sabe que el regreso se mide por días pasados. No estáis solos, El nunca deja, aunque pueda parecer que anda un poco sordo. Por eso amiga te vuelvo a decir que funciona como el pensamiento a cientos de kilómetros, da igual, la mano es la llamada y el abrazo es la escucha. Carlos, tu clase puede esperar, estuviste hasta el último segundo en aquel jueves en primera línea y pese al riesgo. El curso que viene llegará, por él no se nos va la vida. Pero ésta te espera, porque has demostrado que lo merece con tu entrega y lucha, con el ejemplo que has sembrado en los tuyos. Carmen y Mari Carmen cada día siguen por ti, con su silencio o llenando las horas entre cocina y cuartos. Las dejaste en el Valle en tu penúltimo acto de amor por ellas. Ahora volverás donde un día corriste en sus calles para respirar el aire con el que hoy sueñas. Pese a ser profesor tienes demasiadas asignaturas pendientes. Piensa Carlos en todo lo que aún te queda cuando vuelvas al Jerte.
