Ana Castaño Vilas (Sevilla, 1990) estudió en la universidad pública Pablo de Olavide de la capital andaluza Derecho y Administración y Dirección de Empresas y ha ejercido como abogada en diferentes ONG como Sevilla Acoge, Asociación Pro Derechos Humanos (APDH) y también en el Espacio de Atención de Inmigrantes del sindicato USO. Una experiencia Erasmus en Francia, donde compartió vivencias con numerosas personas de los diferentes continentes, le hizo reflexionar al respecto de la inmigración y la extranjería, motivo por el que optó por el máster de Extranjería en la Universidad de Granada (UGR). Ha sido gracias a este máster, a través del cual ha decidido hacer las prácticas en un bufete de ciudad. Castaño cuenta a MELILLA HOY su experiencia en la frontera, con la abogacía de la ciudad y las diversas instituciones y lo que ha aprendido en estos meses.
- ¿Qué fue lo que más le impresionó de la ciudad al respecto del área de la extranjería?
Tras mi militancia en el área de los derechos humanos en diferentes ONG, yo ya sabía lo que eran las particularidades de Melilla como ciudad fronteriza: la valla, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), etc.
Pero para mí la sorpresa ha sido comprobar la falta de empatía y de sensibilidad que tienen las instituciones públicas: tanto la Consejería de Bienestar Social, la Oficina de Extranjería o la Jefatura Superior de la Policía Nacional.
Lo que yo he vivido en estos meses es que había más obstáculos a las gestiones que facilidades. Un caso que me ocurrió fue el de la madre argelina a la que separaron de su hijo durante 24 días. Yo quería entrar para asesorarla como letrada y acompañarla, dado que había entrado con tres hombres, pensaba que se iba a sentir más segura si iba con ella, y sobre todo porque desconoce que derechos tiene o no.
Sin embargo, a la hora de entrar me pidieron un documento que fui a buscar, y ni si quiera en la Jefatura me podían decir si ese papel valía, a pesar de que habían sido ellos quienes me lo habían pedido y me habían dicho cual era.
Esto es un ejemplo solo, pero lo que me pasaba una y otra vez es que para cualquier gestión, nunca te van a facilitar la vida, cuando lo que hay en juego no es un mero trámite. En este caso, hablamos de una madre asustada porque le han retirado a su hijo.
- ¿Cree que esa "desidia" de la abogacía pueda venir por los "obstáculos” que ha vivido usted con algunas instituciones?
Es posible. Puede ser que al principio estos compañeros pelearan y ahora no lo hagan porque hayan sufrido un continuo hartazgo de luchar a contra corriente. Pero también es cierto que a parte de desidia, falta implicación. Son muy buenos profesionales y si tuvieran más implicación, creo que la situación de derechos humanos cambiaría radicalmente. La abogacía es una de las herramientas más importantes para garantizar la protección de los derechos humanos.
- ¿Es una cuestión generalizada?
No son todos y hay un sector que está más implicado, pero la tónica general es el no implicarse. También puede ser, que se hayan acostumbrado a un nivel tan impactante de violencia institucional. Yo solo llevaba aquí un mes y me ha sorprendido, pero igual si llevo diez años ya lo doy por hecho. El primer día ves mucha violencia, pero luego no te sorprende tanto.
- ¿Qué ha sido lo que más le ha enriquecido?
En lo que más he trabajado ha sido en las peticiones de asilo en frontera, que hasta ahora era un área que no había podido tocar porque solo he trabajado en Sevilla y en Granada y en ambos sitios solo he hecho asilos en terreno. Además, en este aspecto mi tutora ha puesto mucho hincapié y me decía que me fuera con cada abogado de guardia para ver como lo hacían y como era. Ha estado muy bien la experiencia.
- ¿Existen diferencias en el perfil del solicitante de asilo en frontera y en terreno?
Yo en Melilla solo en frontera he visto personas sirias y tengo entendido de que no dejan pasar a dicho vulgarmente a personas negras por el control que hace Marruecos al otro lado de la frontera. Eso en terreno no pasa, las personas subsaharianas por ejemplo si pueden solicitar asilo en terreno. No sé si se debe al hecho de que Marruecos controle la frontera o que es igual en todas, pero se supone que con la ley de en la mano deberían ser iguales en territorio o en frontera.
- ¿Qué tal la experiencia con el Colegio de Abogados y que se espera de este?
Las pocas veces que he ido a hacer una consulta al Colegio de Abogados de Melilla y eso que estoy colegiada en el de Sevilla, la atención ha sido muy buena y es lo que espero que siga siendo cuando vuelva en unos meses de nuevo.
- ¿Por qué cree que existe esta "falta de empatía?
Yo creo que hay una xenofobia instalada en cierta parte del funcionarizado de las instituciones, no toda y desconozco si es por falta de empatía o cual es la causa. Por otro lado, en el caso de la abogacía es diferente, no es tanto xenofobia, porque los abogados están concienciados, pero sí veo desidia, solo pensando en lo que van a ganar en cada turno de oficio o en cada guardia.
No he encontrado abogados implicados, que es lo que realmente necesita esa ciudad, ya que no es una ciudad cualquiera en esta materia. Es una ciudad que por metro cuadrado debería tener mucha más implicación en los derechos humanos que el resto de ciudades, porque están mucho más en peligro.
Es significativo además, porque las ONG que se han instalado recientemente vienen de fuera: Médicos del Mundo, Save The Children, ACNUR, los Jesuitas. No hay un tejido asociativo de la sociedad civil melillense que se mueva por estas cosas.
La sociedad civil no ha sabido resolver el problema de la vulneración de derechos humanos que tiene lugar en Melilla y han tenido que venir personas de fuera. Debería haber calado por empatía básica mucho más la necesidad de hacerte militante por los derechos humanos.
