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El rincón de Aranda

Cartas desde La Purísima nº 76

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Mucha gente que tiene el alma pequeña, intenta siempre empequeñecer a los demás, para ridiculizarlo. Digo esto porque hace unos días alguien me dijo que ya bastaba de escribir sobre los Héroes: “No te parece, que ya es suficiente”, me dijo. Este es músico, pero de los malos, y tan ignorante, y tan imbécil,…

… que no entiende que la música, como la poesía, son las suavizadoras de costumbres, las que endulzan los ánimos mas agrios, y predisponen siempre a la benevolencia a los que lo manejan bien, cosa que él en vez de ejecutar, musicalmente hablando, al leer una partitura en el pentagrama, la “ejecuta”, la mata, de verdad, eliminando su dulzura.

La “Carta” de hoy la escriben un Sargento y un Soldado. El Sargento se llama: Cecilio Ojeda Cerrillo, pertenece al Bon. Cazadores de Barbastro nº 4; fallecido por “heridas de arma de fuego”, en el Barranco del Lobo, el 19.10.1909. Es soltero, estudiante, y tiene 28 años. Nació en Iniesta, provincia de Cuenca. En 1896, con 16 años, ingresó como educando-músico, en el Rgto. Infantería África nº 4; más tarde pasó al Albuera nº 26, y finalmente al Bon. de Barbastro. Como en su ficha se lee que es estudiante, pudiera ser que sus estudios fueran de música. Está enterrado en el Panteón de Margallo. Junto a él siempre camina, con un violín, con su maletín, terciado a la espalda, Juan Padilla Suárez, Soldado de Infantería, de la 1ª Compañía del Bon. Cazadores de Talavera nº 18. Este Soldado nació en Almogía, un pueblecito cercano a Antequera, en la provincia de Málaga. A las 2´30 de la madrugada del 20.11.1909, falleció de fiebre tifoidea en el Hospital Militar, y fue enterrado en el Osario General. Como los dos son músicos, el sargento con su negro clarinete, y el soldado con un viejo violín, heredado de su padre; éste le indica que en su pueblo existen los Verdiales, una música muy pegadiza, que se toca a primeros de mayo, en toda la comarca de los Montes de Málaga, y él es el que en su panda toca ese instrumento de sonido tan bonito. El caso es que el Sargento siempre le está regañando a Juan, porque éste no aprende solfeo, y solo toca de oídas; y eso no puede ser: “Hay que hacerlo leyendo las notas en un pentagrama”, le dice. Y a continuación le planta un método de solfeo, diciéndole: “Ahí tienes a D. Hilarión, que también era violinista como tú, a ver si llegamos entre los dos a que sepas, al menos las notas y sus valores.” El Sargento se refería al célebre “Método de Solfeo”, de D. Hilarión Eslava, del que durante más de un siglo, mucha gente ha aprendido a solfear, incluido este que les escribe, junto con el “Progreso Musical”. Estas lecciones suelen ser en las escaleras del Panteón, o arriba, junto al Ángel, cerca de la tumba de la Cantinera de Batel, doña Juana Martínez López, que risueña los observa desde que en octubre de 1929, la enterraron tras su muerte en Melilla. La señora Juana le dice al de Almogía, que haga caso al Sargento, porque es el que sabe, y además tiene los galones. Cuando terminan las interminables clases de solfeo, le piden a ésta señora que relate lo que vivió en Monte Arruit, cuando cuidó al Tte. Coronel D. Fernando Primo de Rivera, después de que el médico, Capitán Peña, le amputase el brazo izquierdo, operándole con colonia, por carecer de alcohol, y cloroformo. Asomándole una lágrima, sentados los tres en su tumba contó, que este Tte. Coronel murió en sus brazos, el 23.07.1921, después de una cruel, y dolorosa agonía; y un poco animosa recordaba que cuando, el 9.08.1921, salían las tropas formadas y sin armas, los heridos en sillas, ayudados por compañeros, en tableros, confiados en el pacto hecho; sobre ellos cayó la jauría de tigres, que asesinó sin piedad, traidora y cobardemente, cazando a los pobrecillos que huían. A todos los que le preguntan les dice que mejor es guardar el dolor en el alma, pero jamás olvidar. Estas palabras ateridas por la pena, dichas en el Camposanto, que nadie escucha, solo las oyen nuestros Héroes desde sus tumbas silenciosas. Como aclaración, diré que la Cantinera Juana Martínez López, no fue la Cantinera de Monte Arruit, sino de Batel; y en algunos momentos fue ayudada por Carmen Rueda, hija del Cantinero de Dar Drius; la de Monte Arruit se llamaba, María Gómez Gil.

Para terminar, recuerdo a las autoridades competentes, que la Purísima sea denominado: “Cementerio Nacional de Héroes de España”.

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