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El rincón de Aranda

Carta desde la Purísima XLVIII

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La “Carta” de hoy la escribe un Cabo de Infantería, del Bon. de Llerena, nº 11. Pero tengo que decir, que a este Batallón le tengo un especial aprecio, por haber escuchado su himno, gracias al que fuera Comandante General, D, César Muro, que fue el que ordenó la búsqueda de esa partitura, y mis amigos José Luís Blasco, y Eduardo Sar, …

…cosa que aquél me puso en directo, por medio del móvil, y éste con el envío del CD con el concierto completo que interpretó la Banda de la Comandancia General, en el Casino Militar, uno de los jueves culturales. Y todo porque en una de mis “Cartas” imaginaba yo que a los soldados de este Batallón les pudiese agradar que lo interpretasen el 2 de noviembre, delante de su Panteón, y del Osario, como así fue igualmente interpretado. Bueno, pues éste Cabo dice así:
“Queridos melillenses: Me llamo Ricardo López Carrasco, y soy Cabo del Bon. de Llerena nº 11. Les estoy escribiendo desde el Osario del Panteón de Margallo Nací en Toledo, hace 24 años. Yo deseaba casarme antes de incorporarme a filas, pero mi novia no quiso, así que aún permanezco soltero. El día 27.07.1909, caí malherido en el Barranco del Lobo, muriendo en los brazos de mi amigo, y compañero de Batallón, el Soldado, Adolfo López Calvo, nacido en Burgohondo, un pueblo de la provincia de Ávila, que también cayó muerto, nueve días después, el día 5 de agosto. Adolfo tenía 26 años, y estaba casado. Él siempre me decía que se sentía muy enamorado de su mujer, Juana López Estévez, y que si lo mataban los moros en el campo de batalla, alguna pensión le quedaría a su viuda, como así fue, al igual que a sus padres, que fueron 182´50 pesetas al año, para ellos, e igual cantidad para su joven viuda. Tengo que decirles, que cuando paseamos por este jardín, a veces observamos a unas monjas, vestidas de calle, que visitan a sus compañeras fallecidas, rezando, sentadas en la lápida, donde están enterrados, la viuda, la hija, y el yerno, del que fuera el gran Héroe de Igueriben, Comandante, D. Julio Benítez Benítez. Junto a esa tumba está el panteón de “Las Hijas de la Caridad”; y dos de las monjas, que descansan en él: Sor Celsa, y Sor Florencia Casanova, son las que siempre saludan, a todo el mundo, con una gran sonrisa benefactora; y aún más a los soldados rasos, que los tratan como si fuesen los hijos que ellas, por su celibato, no tuvieron. También hemos observado, el hecho, de que todo militar que pasea junto a ellas, se cuadra saludándola, con el respeto, como si lo hiciesen con un grado superior. Por muchos compañeros que cayeron cuando la Guerra del 1921, la que llamaron: “El Desastre de Annual”, sabemos que estas dos mujeres, vestidas con sus hábitos, el 8.12.1925, junto a nuestras tropas, participaron en el famoso “Desembarco de Alhucemas”, y creemos que ambas, por su abnegada ayuda prestada a nuestros soldados, están condecoradas por nuestro Ejército. Desde estas humildes líneas, saludamos a todas las personas de buena voluntad, por acordarse de nosotros, en sus oraciones, cuando visitan a sus deudos. En estos momentos, Sor Florencia, ha llegado junto a mí, para decirme que les envíe un fuerte abrazo, y que lo extienda a sus compañeras de “La Gota de Leche”, y a todos los que alli residen. Recíbanlo con todo nuestro cariño”.

Como habrán observado, estas monjas, también fueron Héroes durante los años en que prestaron sus servicios a la comunidad, y en particular a nuestro Ejército. Por ello, por sus méritos, y porque me sale de mi alma, hoy las he traído en esta “Carta”, de “Visita”, para que ustedes las conozcan, y sepan quienes fueron estas nobles, y heróicas, señoras.

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