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El rincón de Aranda

Carta desde la Purísima LXXIV

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El adjetivo integérrimo, como todos saben quiere decir, sin aristas, sin bordes y con una fuerte convicción en lo que se hace. Eso es lo que un buen amigo, cree que soy yo cuando lee estas epístolas, que escribo en honor a nuestros Héroes, cosa que mucho le agradezco; pero debe saber que aparte de esa férrea convicción, lo hago tan a gusto,…

… que al terminar cada una de ellas, me siento muy feliz, porque sé que algunos lectores se alegran de ello. Cerca de la Capilla del Cementerio, se encuentran tres soldados, que se encaminan hacia la tumba de la niña sonriente, esculpida en mármol, arrodillada en un cojín. Ellos van charlando muy tranquilos. Uno se llama Victoriano Martín Toledano, Soldado de Infantería del Bon. Cazadores Talavera nº 18. Es soltero y tiene 22 años. Nació en un pueblecito, “colgado” en una ladera de las montañas de la Axarquía de Málaga, llamado: Alcaucín. A las 5 de la tarde del 31.12.1909, ¡qué fecha más señalada, pobrecito!, falleció de fiebre tifoidea, en el Hospital Militar; y sus restos se encuentran en la Fosa Común, junto a cientos de sus compañeros. Va acompañado de Juan Navarro Muñoz, Soldado del Escuadrón de Caballería Alfonso XII nº 21. Este también es soltero, nacido en Málaga capital, y tiene 25 años. El 20.09.1909, en Taxdir, recibió varios disparos en el pecho, falleciendo a lomos de su caballo. Está enterrado en el Panteón de Margallo. A dos pasos de éste y colgado de su brazo, va Pedro Navarro Serrano, Soldado de la 3ª Batería del 1º Rgto. Artillería de Montaña; soltero y con 24 años. A las 5,30 de la tarde del 4.12.1909, también falleció de fiebre tifoidea en el Hospital Militar. Dice que debido a la fiebre tan alta que tenía, con el delirio, no recuerda donde nació, pero Victoriano que lo conoce de cuando estuvieron heridos, y juntos, en el hospital, le refresca la memoria, y le dice que los movilizaron a los dos, y que nació en el barrio de la Trinidad, en Málaga. Juan, que solo ha visto caballos cuando los carruajes, y tartanas circulaban, dando barquinazos, por su calle, dice que no entiende nada de esos animales, pero Victoriano, “El Cateto”, como lo llama Pedro, criado entre burros, mulos, y caballos, lo mandaron a Artillería, con lo a gusto que se hubiese encontrado él entre esos animales, y no entre cañones. Los tres andan siempre discutiendo de bestias, del terruño, de pasas, y de los vinos moscateles; pero sobre todo, Victoriano, cuya familia son paseros profesionales, es el que defiende las uvas de su pueblo, y su comarca. También comentan sobre la gente que cada día los visitan, en el Cementerio; a los que les rezan y a los que, en silencio, permanecen durante unos minutos cerca de sus tumbas. A Juan, el pobrecillo, le parece ver a su madre cada vez que observa a una señora, toda vestida de negro. Dice que como, para venir a Melilla, solo hay que cruzar el “charco”, puede que alguna vez se llegue al Cementerio a visitarle. Hay días que se acercan a los panteones, para saludar a paisanos, y compañeros, que también cayeron en otras guerras, como las de 1912, 1913, 1914 y 1921, con los que mantienen más trato, y también se compenetran. A veces les agrada observar, desde lejos, al General Pintos, General que cayó muerto de un disparo traicionero, al día siguiente de su llegada, en la falda del Gurugú; cuyos restos están en la fila 3 nº5, en el mismo Panteón de Margallo. Verlo pasear con sus ayudantes, y otros generales que lo visitan, entre ellos el que en su nombre denominaron ese Glorioso Panteón: D. Juan García y Margallo. Los tres suelen quedarse absortos al ver la cantidad de Cruces y Medallas que éstos Generales llevan colgadas en sus pechos. Por eso creo yo, que el cielo en La Purísima, siempre se recorta entre las altaneras copas de sus cipreses, mientras el aire remueve el sagrado silencio de estos moradores. Pero de ese silencio, siempre florece, sonando muy piano, como si el “Ángel” de bronce lo interpretara, las notas de un violín, como una queja sin lágrimas, que nos hace a todos los que visitamos ese camposanto. Es como un ruego a muchas conciencias, llenas de desidia y desamor.

Para terminar, recuerdo a las autoridades competentes, que la Purísima sea denominado: “Cementerio Nacional de Héroes de España”.

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