El director de cine melillense se ve obligado a su pesar a cancelar el curso para directores de cortometraje que con tanta ilusión abordó, y en el que dieciocho alumnos seleccionados, se inscribieron con sobrado entusiasmo. Pero debido a la incoherencia de Promesa y cierta arrogancia en querer aplicar draconianas cláusulas que no figuran en el contrato …
…-como la decisión de decir quién puede o no puede hacer el curso según ellos, o que los dos días de clase impartidos ya, no se consideran horas lectivas- es por lo que el cineasta considera que rota la confianza que debe prevalecer entre las dos partes, se ha cruzado una línea roja. Además, se le exige a Deiback que abone el alquiler del aula, adquiera con sus propios medios todo el material necesario para el rodaje, (equipo de cámara, sonido, etcétera) y por si fuera poco también se le niega el derecho a cobrar mensualmente sus honorarios como profesor. Y para mayor escarnio, Promesa rechaza abonar incluso cerca de doscientos Euros necesarios para costear el seguro de accidente de los alumnos. Por lo tanto Deiback se niega a invertir sus conocimientos, tiempo y dinero en un proyecto en el que según alega esta sociedad pública, tal vez cobre allá por el mes de noviembre, si se ajusta al corsé impuesto unilateralmente por una parte.
Entre la mala fe de esta empresa pública, figura que al principio le dijeron al cineasta que tendría que ser una productora la que ha de presentar el proyecto, cosa que Deiback hizo con su empresa Ezran Films S.L. Y una vez pasado por comisión y siendo votado favorablemente por la casi totalidad de todos los partidos, se le notifica al interesado la aprobación favorable, como figura en los documentos que obran en su poder, por lo que existe ya una adjudicación, para días más tarde cancelarlo Promesa y reconocer que se han equivocado. De nuevo otra travesía del desierto del cineasta en compañía de estos burócratas y empezar de nuevo, preparar otro contrato, presentar innumerables documentos, etcétera. Así que tras una pérdida de tiempo de cerca de un mes (¿cómo se cuantifica ese daño?) y el engorro de preparar todo el papeleo para ser llevado de nuevo a comisión, donde se aprueba por segunda vez, se llega a este punto muerto.
Promesa carece de la visión necesaria para entender que los dieciocho alumnos seleccionado no están becados como suele ser a veces la norma en esa casa, ni los han sacado del INEM para hacer un curso de cómo preparar una página página web, so pena de perder su subsidio de desempleo si se niegan. Los melillenses que Deiback ha seleccionado –representantes de las tres culturas- se subieron a este carro cinematográfico por propia voluntad y deseo. Es por lo que tristemente y desolado por estos alumnos, y después de haber malgastado más de cinco meses lidiando con Promesa, Deiback renuncia seguir asociado con una empresa, de cuyo nombre prefiere no acordarse más.
