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Carta del Editor

Adiós al refugio del Monte Gurugú

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“Creo que Crescencio encaja en esa categoría del mundo de los que casi nunca constan en ninguna parte pública, pero que hacen una inmensa y callada labor social y gratuita en favor de personas que necesitan ayuda y que, además, la merecen” Una frase de Theodore Zeldin que encabeza la penúltima novela del ítalo-norteamenricano Gay Telese, "Los hijos", me recordó al célebre, para los alumnos del Colegio La Salle melillense, hermano Crescencio. La frase: "Resulta difícil escribir acerca de las ambiciones de la gente que nunca se hizo rica, que no fundó ninguna dinastía ni ninguna empresa duradera, y que vivió en las categorías media e inferiores del mundo de los negocios, pues casi nunca constan en ninguna parte. Pero el carácter de una sociedad se ve enormemente influenciado por la forma que tomaron esas ambiciones, y por hasta qué punto quedaron colmadas o frustradas". La ocasión de recordar al hermano Crescencio: una de esas faenas a las que, con más frecuencia de la debida, nos someten Iberia y su operadora aérea local Air Nostrum (esta vez fue una "avería técnica" del último vuelo Madrid-Melilla y la pérdida de todo un día para los pasajeros menos afortunados, entre los que me encontré, con la habitual falta de información y desprecio funcionarial en el trato a los pasajeros que, por desgracia, sigue siendo costumbre habitual en la todavía conceptualmente monopolística Iberia) lo que me brindó la ocasión de charlar con el citado hermano de La Salle.

Con todos los respetos, creo que Crescencio encaja en esa categoría del mundo de los que casi nunca constan en ninguna parte pública, pero que hacen una inmensa y callada labor social y gratuita en favor de personas que necesitan ayuda y que, además, la merecen, en este caso mujeres a las que, con esfuerzo y constancia mutuos -de los formadores y de los formados- se les empezó alfabetizando en español y se les está introduciendo en la cultura, las instituciones, la historia de nuestro país. Una labor, ya de años, que, de tan callada, pocos conocen, incluyéndome a mí hasta que tuve ocasión de hablar con una persona tan entregada a su labor docente durante tantos años como el hermano Crescencio, al que prometí una visita al Colegio de La Salle -del que fui alumno sólo un par de años de mi más tierna infancia- promesa que, por supuesto, cumpliré.

Sí, el carácter de una sociedad se ve muy influenciado por la formas que tomaron esas ambiciones de personas que, voluntaria o involuntariamente, no llegan a ser muy conocidos, como Crescencio, pero también, y en este caso por desgracia, por las ambiciones de los que, como Jordi Pujol, por ejemplo, sí son muy conocidos. Una persona muy querida me envía un extracto de un libro del expresidente de la Comunidad catalana ("La inmigración, problema i esperança de Catalunya", editorial Nova Terra, Barcelona, 1976, páginas 65, 67 y 68): "El hombre andaluz no es un hombre coherente, es una hombre anárquico, es un hombre destruido… es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España… Si, por la fuerza del número, llegase a dominar, sin haber dominado su propia perplejidad, destruiría Cataluña, e introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad".

Desde luego Jordi Pujol ha dado sobradas muestras de que no tiene mentalidad de pobre, tantas como de que tampoco tiene mentalidad de persona que consigue la riqueza a base de trabajo honrado, esfuerzo propio y riesgos personales asumidos. Se cubre, con esa mentalidad miserable de la que hace gala en el extracto de su libro que antes citaba, con la bandera de Cataluña y esa repugnante teoría de la superioridad natural de una raza, una etnia, un pueblo, sobre otro, para llegar a ser (Pujol) lo que fue y amasar la inmensa fortuna que tiene y que todavía -me temo que para siempre- no llegamos/llegaremos a conocer, gracias a sus intentos de ocultar y embrollar judicialmente la trama y también, y no menos importante, a la presumible ayuda que va a seguir teniendo de las cúspides de diferentes partidos políticos españoles que pactaron con él para poder gobernar y de partidos políticos catalanes, con Convergencia y Artur Mas a la cabeza, que, inevitablemente salpicados por el monumental fraude de la familia Pujol, van a intentar que todo pase, como un mal sueño y aunque sea a base de renunciar o dilatar la pretendida consulta independentista de una comunidad como la catalana, sumida en la corrupción por unos dirigentes que políticamente actúan como neo nazis hambrientos de dinero. Me da una terrible pena lo que está pasando en el País Vasco y en Cataluña, tierra esta en la que estudié la mayor parte de mi carrera y en la que hice el IESE, de cuya promoción fui elegido presidente con el voto mayoritario de los alumnos, la mayoría catalanes y buenos amigos.

Lo que también sigue estando en candelero es el tema de nuestras fronteras y la inmigración. Una última noticia importante, que seguro que no le va a gustar nada a personas tan desafortunadas en sus comentarios y que dan tan mala espina como José Palazón, el presidente de Prodein (una de las miles de ONG´S que pueblan nuestro país) es que, como recogíamos en nuestro periódico del viernes, la policía marroquí ha decidido terminar con los campamentos de los inmigrantes subsaharianos en el Monte Gurugú y, con sus habituales métodos expeditivos, ha prendido fuego a las pertenencias de los campamentos que tenían montados en tal Monte, que era el refugio preferido, quizás el único refugio posible cercano a Melilla, con el que los subsaharianos habían contado hasta ahora. Según el diario El Mundo, el número de los que esperan su oportunidad para pasar clandestinamente a Melilla ha bajado ya de 1.000 a menos de 300 y los policías marroquíes les dicen que el Monte Gurugú se ha terminado y que está previsto que se convierta en un acuartelamiento. Es una mala noticia para los que, quizás banalmente, esperan salir de la miseria, pero sobre todo lo es para las mafias que tienen organizados sus circuitos y que explotan, como una moderna y despreciable forma de esclavitud, a los pobres necesitados. Estas mafias se merecen, sin duda alguna, lo peor, y la colaboración, cada día más estrecha aunque con problemas, entre España y Marruecos (España es el único amigo que le queda a Marruecos en el mundo, como recoge a menudo la prensa nacional e internacional) no augura nada bueno para esos mafiosos (entre los que es más que probable que haya marroquíes, algunos de peso).

Posdata. Julio Liarte, que además de un político fatuo es gafe, se merece la denuncia que la Ciudad Autónoma presentará contra él por presunta violación del secreto de sumario. Es importante que todas estas violaciones de documentos públicos que cada vez son más frecuentes en nuestra ciudad sean judicialmente castigadas, con presteza.

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