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Carta del Editor

Abusos en las redes sociales, insultadores cobardes

melillahoy.cibeles.net fotos 889 ilustracion eb 29 de junio14

“Mis dos últimas experiencias con la Justicia han sido dos querellas contra María Nieves Vida y Aurora Díaz Otero. […] Lo que me parece más destacable y socialmente interesante es su actitud: Ambas, insultadoras pertinaces, más chulas que un ocho (que diría un castizo) en las redes, sin embargo en el Juzgado o no se acordaban de nada, o no habían sido ellas las que escribían los insultos (con sus nombres) o me admiraban profundamente. O sea, bravuconas antes, cobardes y mentirosas después” Esperanza Aguirre, autodeclarada inconformista, anima al PP a abandonar "su zona de confort" (El Mundo, martes, 24/6/2014), apoya el liberalismo como filosofía política, critica a Podemos y lo califica como una desviación del comunismo que los hechos han demostrado fallido y, finalmente (entrando en la zona de confort que anima a abandonar) hace un elogio de presente y futuro sobre Felipe VI ("cumplirá admirablemente las funciones que tiene establecidas", vaticina/adivina un futuro siempre incierto por naturaleza, y se convierte así en lo mismo que, con razón, critica, en "confortable" futuróloga).

Pero no deja de ser cierto que el PP, instalado primero en la oposición y más tarde (ahora) en el poder, da evidentes muestras de hallarse en una, para ellos, cómoda zona de confort, que resulta incómoda para la mayoría de los ciudadanos españoles, instalados, y no por voluntad propia, en una incómoda y forzada zona de precariedades varias. En España, por ejemplo, ya hay 2,3 millones de niños pobres cuyos padres "no ven trabajo, no ven futuro, no ven comida", dicho sea a modo de elocuente ejemplo de "incomodidad" mucha incomodidad forzada.

También la birriosa reforma fiscal anunciada por el Gobierno es una muestra, otra más, de ese extendido mal de la resistencia al cambio, del inmovilismo que produce la instalación gubernamental del PP en la zona de confort. Jamás será posible dejar de atormentar a los españoles con los actuales impuestos, que superan a los que el partido comunista proponía en su programa electoral, si no se acomete el cambio estructural que es imprescindible, el del adelgazamiento severo de las administraciones públicas y su consiguiente e insoportable coste. Pero esa reforma, ese cambio profundo, es muy incómoda para el poder, porque les afecta a ellos mismos y a sus cortoplacistas fines electorales. Así que el anterior Gobierno, el de Zapatero, no la acometió, por incompetencia absoluta, entre otras razones, y el actual, el de Rajoy, porque, como dice Esperanza Aguirre y con la mayoría absoluta de la que el Gobierno goza, está cómodamente instalado en su zona de confort, actuando a menudo como el que no mira para no ver, porque lo que se ve no es muy ilusionante, por cierto.

Me permito insistir en que hacen falta en España muchos "héroes discretos", como el que describía Mario Vargas Llosa en la novela de mismo nombre (El héroe discreto), una de las mejores, si no la mejor, de entre las novelas del escritor peruano, que se desarrolla paralelamente en dos ambientes, el pequeño pueblo de Piura y la capital peruana, Lima. Allí, un pequeño empresario, Felicito Yanaqué, le da vueltas y revueltas al legado paterno."Nunca te dejes pisotear por nadie, hijo. Este consejo es la única herencia que vas a tener". Y Yanaqué, el héroe discreto que cree en los frutos de su esfuerzo y disciplina, aplica el legado paterno y lucha contra la extorsión y la injusticia, no se deja vencer.

A veces, para no dejarte vencer por la injusticia y la miseria moral, tienes que acudir a la Justicia española para intentar que te defienda. Es algo que la práctica te demuestra que es poco recomendable, pero que la razón te indica que es el camino adecuado para solucionar los pleitos de una manera civilizada. Mis dos últimas experiencias con la Justicia han sido dos querellas contra dos personas que se han hartado de insultarme, difamarme y mentir, María Nieves Vida y Aurora Díaz Otero. Más de tres años después de presentar las querellas se han celebrado los juicios. Sí, ya sé, ya lo sabemos todos que una Justicia lenta no es justicia, sino injusticia, pero esto es lo que hay. En el primero de los juicios la jueza adujo que no se qué procedimiento había prescrito (¿quizás por la lentitud de la propia Justicia?) y hemos presentado recurso. En el segundo estamos pendientes de sentencia. Pero lo que me parece más destacable y socialmente interesante es la actitud de las dos denunciadas durante el juicio. Ambas, insultadoras pertinaces, más chulas que un ocho (que diría un castizo) en las redes, sin embargo en el Juzgado o no se acordaban de nada, o no habían sido ellas las que escribían los insultos (con sus nombres) o me admiraban profundamente. O sea, bravuconas antes, cobardes y mentirosas después.

Es evidente que Internet es una fuente potencial de progreso, pero me parece no menos evidente que es necesario que en las redes sociales, como ocurre con los periódicos, por ejemplo, el medio sea el responsable jurídico de lo que se publica, si no está suficientemente acreditada la autoría de la persona o grupo autor de lo publicado. Así se terminaría con la indefensión que los ciudadanos hoy padecen ante los ataques o las calumnias que aparecen en las redes sociales, con las trampas de hacer desaparecer o aparecer lo publicado cuando se ve la inminencia del juicio o incluso con la posibilidad de que se aduzca judicialmente que lo que se ha escrito, con nombre, apellidos, foto y comentarios colaterales sobre tales escritos, no son de uno (o una) sino de alguien que te suplanta desde hace años sin que el suplantado haya hecho nada por aclararlo o evitarlo durante tan largo periodo de tiempo.

En cualquier caso, y para que quede bien claro que no me doy, ni me voy a dar por vencido, que poseo una herencia paterna similar a la del Yanaqué de Vargas Llosa ("Nunca te dejes pisotear por nadie, hijo") y que, en la medida de mis fuerzas no voy a permitir injusticias ni daños provenientes de personas de la Administración que temen los insultos y las calumnias de los miserables y no tienen la valentía de actuar con justicia, me despido con una frase dedicada a un repugnante calumniador: Cree el caracol repugnante, como el ladrón, que todos somos de su misma repugnante condición.

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