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Abocados hacia el 26-J

Lo único que la clase política española está dejando meridianamente claro es su gran incapacidad para negociar y pactar, lo que nos llevará con muchas probabilidades a unas nuevas elecciones con el coste económico que conllevan los comicios Todo parece apuntar a que vamos en direcfo a la repetición de elecciones el 26-J, tras la reunión mantenida el pasado miércoles en el Congreso de los diputados entre los líderes de PSOE y Podemos, Pedro Sánchez y Pablo iglesias. El posible acuerdo para obtener la investidura con un tripartito PSOE, Podemos y C´s es un escenario, de momento inviable, dado que Rivera e Iglesias se vetan entre ellos y si a eso unimos que Sánchez rechaza cualquier acercamiento a Rajoy, la otra posibilidad sería un gobierno de izquierdas, pero la suma de socialistas y podemistas tampoco da y Ciudadanos no apoyaría con su abstención. Por su parte, los independentistas catalanes condicionan su abstención a que se acepte el referendum, una premisa que el PSOE no apoya y que Ciudadanos no consentiría.

Con estos condicionantes y líneas rojas todo apunta que vamos a nuevas elecciones aunque en un mes pueden pasar muchas cosas. Por ahora, nada suma y resulta muy, pero que muy lejana, la posibilidad de ese acuerdo a tres entre PSOE, Ciudadanos y Podemos.

Ahora, a la incierta situación política se une la circunstancia de que el panorama económico no es tan fácil ni tan halagüeño como parecía y el incremento de déficit parece preocupante, ya que la economía no está creciendo tanto como se podía pensar. La diferencia entre los gastos e ingresos del conjunto de las Administraciones Públicas ascendió el año pasado a 56.608 millones de euros, lo que equivale a un déficit público del 5,2% del PIB, según señaló ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE). La cifra implica una desviación de casi 10.000 millones sobre el objetivo pactado con Bruselas, un agujero que se corresponde con un punto del PIB. En cualquier caso, el déficit alcanzado supera todas las previsiones anticipadas por el Gobierno y la mayoría de expertos en economía y aboca a España a una seria reprimenda por parte de Bruselas
Por tanto, el panorama resulta en parte desolador, aunque tampoco hay que exagerar, porque a pesar de que en el período democrático actual no habíamos vivido una etapa similar, en la que los políticos tras más tres meses desde los comicios del 20–D no han logrado ni remotamente ponerse de acuerdo, los ciudadanos tendremos que corregirles y decirles lo que tienen que hacer. Y si a la segunda, tampoco lo consiguen, habrá que analizar la nueva situación y exigir a los representantes públicos un mayor esfuerzo para llegar a acuerdos, ya que lo único que la clase política española está dejando meridianamente claro es su gran incapacidad para negociar y pactar, lo que nos llevará con muchas probabilidades a unas nuevas elecciones con el coste económico que conllevan los comicios y el consiguiente retraso en la creación del nuevo Gobierno que coja las riendas para intentar solventar los problemas que aquejan al país, que no son pocos. Todo un reto que hay que afrontar con eficacia y urgencia

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