La estación de bombeo de aguas residuales y la acumulación de basuras en los diques costeros son los principales focos de denuncia en este 2025 para la asociación ecologista melillense
La asociación ecologista Guelaya-Ecologistas en Acción ha concedido este año dos de sus simbólicas “banderas negras” a la ciudad de Melilla, destacando problemas medioambientales que, según denuncian, requieren soluciones urgentes por parte de las administraciones competentes.
Una de estas banderas negras se ha otorgado a la Estación de Bombeo de Aguas Residuales (EBAR) por los vertidos fecales que se vienen produciendo de forma reiterada en la desembocadura del río de Oro, junto a las playas de San Lorenzo y Los Cárabos. Se trata, según la asociación, de la primera vez que la ciudad recibe este reconocimiento negativo por este motivo, a pesar de que los episodios contaminantes llevan repitiéndose desde hace años.
Guelaya denuncia que lo que debería ser un aliviadero de uso excepcional ante lluvias torrenciales ha pasado a ser un foco de vertidos frecuentes, incluso cuando las precipitaciones no son intensas. El pasado mes de enero se produjo un vertido importante tras una lluvia de apenas 18 litros por metro cuadrado, y en febrero las aguas contaminadas cambiaron de color gris a rosa, evidenciando —según la organización— una alta concentración de bacterias.
El colectivo ecologista sostiene que la causa de estos fallos continuos podría estar en la falta de mantenimiento de las bombas de la EBAR. “Parece que el bombeo hasta la depuradora no funciona correctamente”, advierten, señalando que la falta de información oficial incrementa la incertidumbre. “Hemos preguntado por el estado de las bombas a través del portal de transparencia, pero no hemos recibido respuesta”, lamentan.
Como solución a corto plazo, proponen la retirada inmediata de las aguas contaminadas tras cada vertido para evitar su degradación y su llegada a las zonas de baño. A medio plazo, exigen una revisión exhaustiva de la infraestructura y su correcto mantenimiento, recordando que la responsabilidad directa recae en la Ciudad Autónoma.
Diques costeros
La segunda bandera negra ha sido otorgada por la acumulación de basuras en los diques de la costa melillense, un problema que, según Guelaya, se arrastra desde hace al menos una década sin que las autoridades hayan adoptado medidas efectivas.
Desde 2015, la asociación ha realizado varias limpiezas voluntarias en estos diques, con resultados que califican de “desalentadores”. Durante la última campaña “Limpiemos el Mar 2024”, Melilla concentró cifras alarmantes: 1.170 de las 1.300 latas recogidas a nivel nacional procedían de los diques de la ciudad, y casi el 60% de los residuos extraídos (280 de 500 kg) correspondían también a la costa melillense.
Los voluntarios hallaron botellas de plástico, latas, restos de ropa, hilos de pescar, cajas de carnada y envases de comida rápida, entre otros desechos, muchos de ellos arrojados por usuarios habituales de estas zonas como pescadores o paseantes.
Guelaya recuerda que el problema de las basuras no se limita a la costa, sino que afecta a toda la periferia urbana, convertida —según denuncian— en un “basurero incontrolado” por la falta de vigilancia y sanciones. La organización insiste en que la educación ambiental es fundamental, pero insuficiente a corto plazo, por lo que reclama un plan riguroso de limpieza, vigilancia y penalización de conductas incívicas, así como la implicación real de la Ciudad Autónoma y de Puertos del Estado.
Guelaya lamenta que sus reiterados llamamientos a las autoridades no hayan recibido respuesta efectiva. “Es imprescindible que la Ciudad Autónoma asuma su responsabilidad y adopte medidas reales”, subrayan, recordando que la salud ambiental de Melilla afecta tanto a la calidad de vida de sus habitantes como a la imagen turística de la ciudad.