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Viento, agua, fuego y pirotecnia visten de fiesta la Noche de San Juan

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Un año más tradición y fiesta se dieron la mano. Una marea humana conformada por más de veinte mil personas copó ayer el paseo marítimo Mir Berlanga desde la zona de la Hípica hasta San Lorenzo, para presenciar la quema de la hoguera oficial, el tronar del castillo de fuegos artificiales y para cumplir, a pesar de que el tiempo no acompañó lo suficiente por un ligero descenso de las temperaturas provocada por el fuerte viento de poniente, con la tradición de mojarse los pies y manos con las oscuras y saladas aguas del milenario Mare Nostrum. La velada se desarrolló, al parecer, sin incidentes de consideración.

Desde la caída del sol un sinfín de melillenses, de todas las edades, comenzó a ocupar espacios en el paseo marítimo y alrededores para disfrutar de la mejor visión de la hoguera oficial y los fuegos artificiales dispuestos con grandes medidas de seguridad en la playa de San Lorenzo y los Cárabos, para festejar así la emblemática noche de San Juan, una tradición que se remonta en los albores del tiempo y a contenidos más paganos.

Mientras llegaba la hora mágica, las doce de la noche, la chiquillería presente, a voz en grito, jugaba distraída a imposibles 'pilla-pillas' entre la marabunta de transeúntes y la permanente guardia de los padres. Los adolescentes también se lanzaron a la calle para cumplir, por primera vez en solitario, con la tradición de San Juan, luciendo ellas los modelos más modernos y ellos, no todos, los músculos labrados a fuerza de pesas en el largo invierno. También se encendieron en plena arena algunos anafres y barbacoas particulares en los que asar o carbonizar, en función del gusto de los comensales, los chorizos y pinchitos de rigor. El viento, no ayudó en demasía.

Candelaria
A las doce de la noche el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, dio la orden para que se iniciaran los festejos, esta vez y atendiendo a razones de seguridad, lo primero en arder fue el castillo de fuegos artificiales. Palmeras iridiscentes, figuras geométricas, estrellas efímeras de todos los colores, constelaciones enteras confeccionadas con pólvora embrujaron el firmamento melillense a lo largo de los casi veinte minutos que conformaron el espectáculo pirotécnico.

Acto seguido, se realizó el encendido de la mecha de petardos con la que conducir el fuego que consumió en minutos las bellas figuras de la hoguera oficial, que este año homenajeaba al Modernismo melillense. En concreto, la hoguera incluía el edificio de la Reconquista, la Casa Tortosa, el edificio Melul y el del Metropol. Todos ellos coronados por figuras alegóricas femeninas de las cuatro estaciones.

Minutos después de que las llamas carbonizaran las maderas y el poliespán de la candelaria municipal, y alejado ya el riesgo de que alguna varilla o petardo perdido pudiera poner en peligro a los miles de melillenses congregados en la playa, muchos, como en una peregrinación ruidosa, se acercaron hasta la orilla para cumplir con la tradición. Unos mojaron sus pies, otros incluso las manos y la cara y los más osados, como siempre los más jóvenes, se atrevieron a darse el primer baño nocturno de la temporada envueltos en gritos, risas y ganas de fiesta.

En el negro mar, cerca de la orilla de la playa, unos pocos privilegiados melillenses también disfrutaron de la mágica noche de San Juan, de los fuegos y la pirotecnia, desde sus embarcaciones de recreo. Poco a poco los congregados en la playa, medio sordos por el estruendo de los fuegos, cubiertos los pies de la impertinente y adherida arena, iniciaron el regreso a casa con la esperanza depositada en que el Santo, "a ver si este año sí", atiende los deseos formulados en la intimidad de la noche.

La fiesta, a la que se calcula que acudieron más de veinte mil personas, se desarrolló sin incidentes, gracias sobre todo al dispositivo de seguridad establecido para la noche, conformado por agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Policía Local, Bomberos, Protección Civil y Cruz Roja.

Pero por razones de seguridad, según desveló el viceconsejero de Festejos, Francisco Díaz, varias hogueras de barrio, como la del Hipódromo y la del Barrio de la Victoria, no ardieron. También la de la casa de Ceuta tuvo que casi desmontarse por completo por problemas con el viento.

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Jesús Andújar

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