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El rincón de Aranda

Un diálogo en la ínsula barataria

melillahoy.cibeles.net fotos 802 Juan Aranda web

En la segunda parte de “El Quijote” hay un pequeño diálogo: “¿Quién es aquí, mi secretario?. -Yo, señor, que sé leer y escribir, y además soy vizcaíno. -Pues con esas partes, podéis ser secretario del mesmo emperador”. Y yo, como soy un poco mangangá, mi deseo es aplicar esta frase a algunos columnistas que solo escriben contra la izquierda, y si es sobre los políticos de su región, aún con más insidia. Muchos de ellos, tertulianos y columnistas, suelen disparar desde las cabezas de la derecha contra la democracia, defendiendo lo indefendible con la demagogia rampante, que siempre les ha caracterizado. Lo de la “Ínsula Barataria”, se lo aplico, muy particularmente, al enseñante, hombre curtido en desasnar chaveíllas, sin haber practicado la línea de la Institución Libre de Enseñanza, de Giner de los Ríos, sino el de las escuelas franquistas, de las llamadas de “balde”, que eso lo pudieron hacer muchos, como el famoso vizcaíno de Cervantes: “… Porque sé leer y escribir, y además soy (en este caso) andaluz”. Son también los que escriben como si disparasen con un galimatias celtibérico, con vulgaridades de manual de filosofía, para despistar a quienes ellos creen ignorantes. Yo siempre he tenido la convicción de que un político “ad sum”, en plena efervescencia de su carrera, debe ser un hombre que diga las cosas oportunas que puedan serle útiles, pero sobre todo a los que le escuchan; y un escritor, en este caso un columnista, en la alta acepción de la palabra, debe escribir sobre las cosas necesarias, aunque éstas puedan perjudicarle. Pero como en la actualidad existe “San Google”, ¡qué maravilla!, todo el que se le consulta puede enterarse de cualquier cosa, incluso de los que se cambiaron de jubón, que se precian de haber explorado lo más recóndito del corazón del hombre, sin haber sentido palpitar el suyo propio. Y sobre Google, si teclean la lista de políticos implicados por corrupción que se presentan en las listas del 22M, este emérito enseñante, si es que no lo sabe ya, se llevará la sorpresa, porque los de derecha suman casi setenta implicados, y los de la izquierda cuarenta; y eso es solo contando los de los dos grandes partidos. Un buen amigo me dice, no muy sutil, que a los que solo “rajan” del contrario, demagogos y pancistas, a veces había que ponerles en la boca un zoquete de pan duro para que lo roa despacio, y así deje de decir gilipolleces. Por otra parte yo invito a este enseñante “jubilata”, de ojana, que tenga los suficientes cojones de cuando se dirija a los supuestos políticos que aún no han sido condenados, también lo haga sobre los de la derecha, que creo que la balanza anda algo desparejadita, para que así los ponga a todos coloraditos, se avergüencen, si es que aún la conservan; que confiesen y pidan perdón públicamente por lo que han sido condenados, o sea, por ladrones y corruptos. No sé ustedes, queridos lectores, si piensan como yo, que creo que en España habemos pobres y ricos; vivimos siempre de castas: unas odian y otras temen; unas devoran su furia y otras explotan a los furiosos, y así nos va, siempre en espera de la hora para destrozarnos a dentelladas. Yo tuve la suerte de conocer a un anciano viudo, de palabras floridas, con intenciones de largo alcance, que jamás alcanzaba. Decía que residía en una casa de huéspedes, como “caballero estable”, porque para eso era funcionario jubilado de manguitos y visera. Un verdadero cachondo, eso es lo que era mi buen amigo Manuel, porque donde vivía era en su propia casa, al cuidado de su única hija. Este noble anciano, el que en mis años de Cartero Urbano, cada vez que le abonaba su pensión, remitida por su habilitado, por giro postal, siempre me decía, lo que en la actualidad se puede leer en algunos foros: “Mira Juanito: cuando la mierda valga algo, los pobres nacerán sin culo”. Y a renglón seguido me recitaba a Machado, con lo de: “Españolito que vienes al mundo / te guarde Dios/ una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”. Dice Iñaki Gabilondo que, “la justicia española no es ciega. Es tuerta, y ve muy bien con un ojo: el derecho”. Que sean felices.

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