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La columna de Salido

Soy melillense y por consiguiente español

Y cada día más orgulloso de serlo. Por circunstancias laborales/funcionariales tuve que abandonar mi querida Melilla, creo, que un 19 de noviembre de 1970, contaba solo con 19 años. En nuestra tierra, quedaron familia, novia, muy buenos vecinos, muchos amigos y mi barrio, mi Monte María Cristina del alma, de aventuras y desventuras de “mocoso, chinorri, adolescencia y juventud”.

Supongo que será más que cierto y puedo asegurar que en mi caso, por descontado que sí, eso que se dice de que los que estamos fuera puede que la sintamos y queramos mucho más, además de añorarla mogollón.

Vivo actualmente y desde hace unos 39 años en Castellón, habiendo vivido en mi primer destino manresano unos 7 años muy a gusto también, y como los españoles antes teníamos hijos (ahora hijo/a), dos nativas catalanas y los dos chicos castellonenses (no escribo valencianos por si el mayor de ellos se me enfada). Toda la familia muy orgullosa de ser además españoles, aunque hayamos nacido en diferentes lugares de nuestra España común (Euskadi, Galicia, Cataluña, Andalucía, Asturias, Baleares, Canarias, Ceuta, Melilla, etc.).

Hace muy poco he estado en Dos Hermanas (Sevilla) y doce días en Tenerife, en casa de mis sobrino Sergio y Lucía (melillenses ambos dos). Gloría de clima, allí una rebequita a primera hora de la mañana y luego en manga corta tanto en el sur como en el norte de la Isla con orografía jamonera, en el resto de España la gente “tiritando”. Nada más llegar a su casa de mi sobrino, me veo en una mesita de centro en el comedor una revista o ejemplar informativo del mes de diciembre de la CASA DE MELILLA en SEVILLA, es decir, la más reciente, cosa que me extraño. Pregunto a mi sobrino por ello y me dice que es socio fundador de dicha Casa desde 1997, él es militar y estuvo destinado en Sevilla desde 1995 al 1999 y recibe dicho boletín en su domicilio en Tenerife.

Es lo que tiene ser de Melilla, que por la carencia de fábricas e industrias, la mayoría, en nuestra juventud hemos tenido que ir buscando “las habichuelas” fuera de ella, siendo muchos los que optamos en su día por hacer oposiciones para funcionarios civiles o militares. En mi caso, de cuatro hermanos, dos fueron Policías Nacionales (Paco y Rafa), yo Cartero Urbano (nomenclatura desaparecida, aunque nos gusta que nos sigan llamando Carteros), y el más joven de nosotros, Manolo, que no es funcionario vive y trabaja en Melilla, siendo el único que aún no está jubilado.

Ya había oído hablar y mucho de esa Casa de Melilla sevillana por medio de mi hermano Paco que vive en Gines, antes en la capital, según me decía él, su vicepresidente Juan Ruiz fue también Policía Nacional en Melilla y Sevilla, yo lo conocía de Melilla y tuve ocasión de saludarlo en Sevilla también.

Esa es la anécdota y lo es también, la coincidencia que en ese tren del mineral de la portada, tan recordado por los melillenses más mayores (yo era niño cuando lo conocí) trabajara de fogonero Juan Cabrera (d.e.p.) padre de Lucía, esposa de mi sobrino, el cuál tenían además el Bar La Poma en la calle Carlos V del Industrial.

Me leído sus 31 páginas disfrutando de su lectura y contenido, desde el editorial o saluda de su presidente Antonio Doménech, hasta la contraportada con el magnífico escudo de nuestra Ciudad. En su interior, muchas fotos de socios, excursiones, feria de Sevilla, jugando al dominó o a las cartas, pasando el rato todos en buena compañía. También un recuerdo para aquellos socios que por desgracia y el destino han ido dejando este mundo (descansen en paz, todos). Al final, una bonita poesía titulada “En esta Orilla” de Antonio García Castillo.

Prometo una visita a dicha Casa de Melilla sevillana en otro viaje a Dos Hermanas, residencia de mi hija mayor. Para ello, lo comentaré con mi hermano mayor, Paco, que vive en Gines y gustosamente seguro me acompañará.

Termino deseando un saludable, exitoso y feliz 2.017 a esa y a todas las Casas de Melilla embajadoras ellas de la cultura y costumbres de nuestra Ciudad, así como a todos sus componentes, juntas directivas y socios en general por esa gran labor que desarrollan. También, ya de paso, a todos los melillenses fuera de sus fronteras y a todo el pueblo y ciudadanía melillense.

Repito, soy melillense y por dicho motivo español. Serlo, es un sentimiento sin que sea “coto” de determinadas ideas políticas nostálgicas del pasado más negro de nuestra Ciudad y de toda España, la dictadura franquista. Que quede claro. Salud paisanos, paz, libertad, derechos y trabajo bien retribuido.

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