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Sopa de ganso

En 1979, después de dos derrotas electorales a manos de la Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez, el Partido Socialista que dirigía Felipe González renunció al marxismo como fundamento de su ideología. Cuarenta años después, el PSOE de Pedro Sánchez ha recuperado su condición marxista, aunque esta vez en una versión más entretenida, la de Groucho Marx.

La definición política más precisa de este nuevo marxismo se produce en “Sopa de ganso”, cuando Groucho, en el personaje de Rufus T. Firefly, es nombrado por su protectora -Margaret Dumont- primer ministro de Libertonia. Presenta su programa al parlamento y termina así: “Estos son mis principios; si no les gustan, tengo otros”. Resulta evidente la inspiración marxista de Firefly en algunas actitudes y decisiones de nuestros políticos. En noviembre de 2019 el candidato Pedro Sánchez negó en los debates electorales cualquier posible alianza con el Podemos de Pablo Iglesias, debido a que tanto él como muchos españoles padecerían insomnio, por no poder dormir ante semejante panorama. Sólo unos días más tarde se abrazaba con Iglesias, a quien terminó haciendo vicepresidente del Gobierno que formó en enero de 2020.

El actual candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid, el filósofo Gabilondo, ha seguido los mismos pasos. Tras prometer que con “este Iglesias” no iba a coaligarse, le reclamó unirse para formar mayoría,
El propio Iglesias es otro destacado seguidor del marxismo de Groucho-Firefly. No hace tanto tiempo presumía de su barrio modesto de Vallecas, para después mudarse a un confortable chalet, con piscina, en una elegante urbanización del norte de la capital. También aseguraba que nunca cobraría más de tres veces el salario mínimo, pero la indemnización mensual que reclama tras dejar la vicepresidencia multiplica casi por seis el citado salario.

Son únicamente dos ejemplos entre docenas. Sánchez-Firefly calificó de rebelión la actuación de la Generalidad catalana en octubre de 2017, para luego tender la mano a los golpistas. También anunció reincorporar al Código Penal como delito la convocatoria ilegal de un referéndum, para luego aceptar una comisión mixta con los independentistas catalanes, no se sabe bien para qué.

Es el nuevo marxismo. Para culminar la reconversión sólo falta que Sánchez toque el piano y que Iglesias lo haga con el arpa, previo aviso con bocina.

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