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El Torreón del Vigía

Son de las cadenas

Arrancaba en Cuba y hacía eco desde el escaño de Gabriel Rufián, con levantada incluida y hasta saliva de despegue inmediato. Es lo mismo, miedo allá y matones también acá. ¡Mojito!.Y es que para sujetarse en un sillón y seguir durmiendo en la Moncloa vale todo hasta llenar España de estiércol y serrín. Pedro Sánchez ha perdido el tiempo en la isla al incumplir lo prometido desde la tribuna del Congreso de los Diputados a preguntas de Alberto Rivera, que en Cuba defendería los derechos humanos. ¡Silencio! y la disidencia a la espera y de tanto ya se cansaron. La democracia duerme el sueño en el Malecón. Aun resuena treinta y tres años después aquella frase de libertad pronunciada por Juan Pablo II, “que Cuba se abra al mundo y el mundo a Cuba”. Mientras a quien tiene instalado un gulag con presos políticos en aquella nación se le llama presidente. Por eso el titular de “ABC” acertó de nuevo, “Sánchez blanquea el castrismo”. Todo en Cuba tan de vergüenza para la comunidad internacional y de sufrimiento para sus habitantes como los shows de Gabriel en el Congreso, faltando al respeto que la soberanía nacional nos obliga a todos. Asistimos a un desmembramiento de lo construido donde se falsea por una parte o se incumple sin advertir que los que lo hacen se niegan asimismo. Luego que nadie se llame a engaño cuando el resultado de las elecciones nos sitúe en un nuevo marco ante el hartazgo de los ciudadanos. Una nación tan antigua como la nuestra y con una aportación a la historia de la humanidad tan importante no puede permitirse el golpismo de unos o la falta de cumplimiento de la legalidad como si nada ocurriese. Política de Estado se requiere en nuestras relaciones con Cuba, o en el acuerdo con Londres sobre Gibraltar para que esta con los mecanismos legales que nos avalan se reintegre en España, en la necesaria reforma de la Ley de violencia de género para que también se contemple la que sufren los hombres, o en un solo modelo educativo en nuestra nación y en la defensa de la Constitución, hoy más que nunca cuando se cumplirán en pocos días cuarenta años de la Ley de leyes. Hacer turismo con normalidad en una dictadura que prohíbe la salida del país a quienes no aflojen sus críticas al régimen castrista pone a quien lo hace y representa en una situación poco ética. Sinceramente no es nada fácil gobernar pero por otra parte no se debe contentar a todos, con cesiones que ponen en grave riesgo la convivencia. La firmeza en la adopción de medidas es un valor que nos hace respetables ante otros, tanto aquí como fuera de nuestras fronteras. Se hace imprescindible una convocatoria electoral para que seamos los ciudadanos los que decidamos el futuro, cuando asistimos a una legislatura ya agotada y que no puede estar en manos de ese populismo totalitario que provoca enfrentamiento y crispación. Así no podemos levantar ese gran proyecto que se llama España cada mañana. Mientras, la democracia duerme el sueño en el Malecón.

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