Yo creo que en la próxima legislatura, las diputadas finas de “Chanel”, y los engominados diputados de “Armani Code” de las “castas derechona e izquierdista”, van a tener que ponerse guantes para saludar a la fauna del rojerío y morado contubernio, de coletas, melenas y rastas, porque va a traer, aparte de cola, según la culta, ínclita e ilustre malagueña, doña Celia …
…Villalobos, cuando dijo: “A mí me da igual que lleven rastas, pero que las lleven limpias para no pegarme piojos”. Sobre esto ya le ha replicado el joven Miguel Ardanuy, diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid, que luce esa estética en el pelo, que “ojalá su partido (PP), estuviera la mitad de limpio que sus rastas”. Dª Celia, muy en su papel de “bocazas” impresentable, como si estuviera lavando calzoncillos, amarillentos por las culeras, junto al comunal retrete en el patio de un corralón del Perchel, (antiquísimo barrio de su ciudad natal, nombrado por Cervantes), solo expresó su consabido exabrupto facilón, que es lo que mucha gente de su partido piensa al respecto, pero que callan en público; o quizás buscaba un contrato para anunciar un champú contra la piojera de los niños en los colegios, ya que haberlos, háylos. Hay una anécdota muy “suculenta”, periodísticamente hablando claro, en la que esta señora, mientras esperaba impaciente que su chófer la recogiera en la puerta del garaje del Congreso, gritaba: “¡¡Vamos, Manolo!! (su chófer), al final el mío (su coche) va a ser el último. ¡¡Vengaaa, coño!!. Es un tonto (su chófer). No son más tontos porque no se entrenan (¿todos los chóferes?). ¡¡Vamooos, joder!!”. Como ya comprobaron los televidentes, la educación de la Vice-Presidenta del Congreso, que “cazaron” jugando con su “tabla” al “Candy Crush”, mientras su jefe intervenía en la tribuna de oradores en el Congreso, representante de varios millones de votantes del PP, esa educación tan exquisita, tan delicada, tan distinguida, tan elegante, tan refinada y selecta: ¡zas!, brilló por su ausencia, como lo de aquélla famosa duquesa que por el hecho de no acudir a su palco en el Teatro Real, fue lo que más brilló en la función. La portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, ha dicho que a doña Celia se le debería presuponer “buena educación” como a cualquier cargo público que “hable en representación de los ciudadanos”. Y para quererlo arreglar, y quitar hierro al asunto, el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, ha querido restar importancia a esas declaraciones, definiéndolas como una “forma simpática de hablar”, más o menos, como el sentimiento instintivo de cariño hacia una persona, que provoca encontrar agradable su presencia, y deseando que las cosas salgan bien, como él cuando dijo que, “los familiares de las víctimas del franquismo se acuerdan de desenterrar a su padre solo cuando hay subvenciones”. ¿A que fue muy gracioso, ¡eh!?. Yo creo que los familiares de esas víctimas aún andan partiéndose de la risa. Y, sin importarle un carajo, se quedó tan pancho, el tío. Yo creo que esta señora y su compañero Hernando, debieran parar de lanzar “cagajones”, y no darle tanto trabajo a esos dioses que decía el señor Goethe: “Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano”. Claro que si estos dos políticos son estúpidos, yo sería el Conde de Valais, Obispo de Sion. Y si no: juzgue usted, estimado lector.
