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La columna de Salido

Pensionistas, sus colegas y sus almuerzos

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Me gustan las historias que no se pueden constatar, esos relatos exagerados a conciencia que los mayores contamos en los bares, restaurantes, hogares del pensionista, etc. Pueden ser con todo lujo de detalles, o sin demasiados, incluso con esa incógnita del final para que otros tiren del hilo, de la lengua y pidan más detalles.

Todo ello, mientras nos limpiamos las gafas con una servilleta de papel, vertimos sacarina en nuestra infusión o cortado, bueno eso es lo solemos decir cuando llegamos a casa y nos pregunta nuestra señora por nuestro “escasito y saludable almuerzo”. <>. Cualquiera menciona el vino, carajillo de coñac o ron y como colofón el chupito. Por experiencia, yo se que a mi por lo menos y conociéndome, no me cree pero “na de na.”.

Desconozco si en Melilla sigue la misma tradición de mis años vividos allí, que era más de desayuno. Café con leche y tostadas o bien té con churros y luego de 13 a 15 más o menos, nuestras cervecitas o chatitos con los colegas y degustando nuestras sabrosas tapas autóctonas y a buen precio, en aquel entonces era joven, muy joven; mayormente salíamos desayunados desde casa y el café más bien era cebada, algún desayuno o merienda solía ser los domingos. Cuando voy a Sevilla y alrededores más o menos es algo parecido, café con leche y tostadas con aceite de oliva, tomate, y algo de jamón serrano o dulce y mantequilla variada incluida la “colorá”.

En Castellón tenemos la buena o “mala” (según achaques y prohibiciones médicas) costumbre de juntarnos cada miércoles unos cuantos jubilatas/pensionistas en un bar donde predomina la brasa, vamos variando, pero, lo que más se consume allí y no solo nosotros, son los derivados del cerdo como, morcillas, chorizos, longanizas, panceta, careta y secreto, esporádicamente también, pechuga de pollo, conejo y chuletas de cordero, regado con buen vino de la comarca, gaseosa para suavizar, alguna ensalada o bien aceitunas y ajo-aceite para untar el pan. Como dicen los vacos ¡Somos la hostia!, ya antes de llegar “la torrá o brasa”, entre 8 o 10 comensales alguna cesta de pan cae para aliviar la espera. Tenemos que mantenernos sanos y fuertes para tener bien controlado nuestro “colesterol, tensión arterial y glucosa”. Como decía más arriba… “medio bocadillito, cerveza sin alcohol e infusión”.

Pero qué “carajo” ¡Y lo bien que lo pasamos qué! Historia va, historia viene, mostrando a nuestros nietos en el móvil y alguna que otra buena moza fija o en movimiento alegrándonos la vista con su bien dotada anatomía, “el negro ni mirarlo”. Pequeños cuentos y anécdotas que viajan de boca en boca hasta convertirse en leyendas gigantes. Si somos diez, cuatro son de Castellón o provincia, pero como yo, otros son de diferentes provincias españolas, Úbeda, Valdepeñas, Albacete, Granada, etc. Curiosamente, de política y políticos es de lo que menos hablamos, reconocemos que por ahí desgraciadamente pueden surgir problemas y encontronazos, allá cada cual con sus ideas y parecer. Nuestra mili, cosas de nuestra tierra y niñez, total, cosas normalitas. Como es natural, también sobre el fútbol de antaño (a mi me gusta recordar mis tiempos de normalito pelotero tirando a malo o “petardo”, como solíamos decir, se me daba mejor el “balonvolea”), también suelo hablar sobre una película que ví en Melilla siendo un niño, “Once pares de botas” creo que se llamaba, su mayor protagonista era Ladislao Kubala, era la película de su vida y comienzos en el F.C. Barcelona tras su huida desde su Hungría natal. Salían también, Ramallets, Szibor, Kocsis, Segarra, Gensana, Evaristo entre otros, y como entrenador H.H. (Helenio Herrera, como saben los entendidos más veteranos) de ahí mi amor por el Barcelona desde mi niñez y sus colores, aunque aquella película era en blanco y negro.

El fútbol actual, por desgracia, se ha convertido en un gran reality show del que no se desperdicia ni un solo detalle y ofrece escasa cancha a la imaginación, un espectáculo de masas frío (bueno, algunos vándalos se calientan) y transparente, rodeado de cámaras, micrófonos y un sinfín de medios que nos desvelan hasta el más pequeño de sus secretos negando el derecho más elemental de cualquier aficionado: el derecho a especular o fantasear.

Volviendo a esos, nosotros, los pensionistas, siempre comento en confianza a los dueños y a los propios semejantes o colegas el posible riesgo de cierre de actividad si esos almuerzos, en otras ocasiones comidas con nuestras señoras también dejasen de celebrarse. Si en el mencionado bar son 20 las mesas (nosotros juntamos unas 4), por lo menos 15 están ocupadas por pensionistas y el resto por “currantes” de empresas cercanas. Por dicho motivo, y en evitación de cierre de muchas de esas economías familiares que nos alegran algo o mucho la vida al pensionista, señores del gobierno actual, futuros y oposición, discurran, trabajen y acuerden modos, formas o variedades de ingresos que luego se convierta en un sostenimiento de la Ley de Pensiones actual u otra modificada, pero en positivo. La pensión del jubilado/a no debe faltar nunca y por supuesto, revalorizarla siempre al IPC. Muchas familias dependen de nosotros, en muchos casos hasta la propia, así como muchos puestos de trabajo.

Que cada cuál desayune, almuerce o coma cuando pueda o le apetezca, pero siempre contento.

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